Washington, 8 dic.- Los sindicatos de Michigan, estado donde se asienta la industria del motor estadounidense, se han puesto en pie de guerra ante una nueva legislación que la mayoría republicana pretende aprobar la semana próxima para limitar el poder de las organizaciones de trabajadores.
Miembros de uno de los sindicatos más influyentes de Estados Unidos, el Sindicato de Trabajadores del Automóvil (UAW), se reunieron hoy para decidir cómo responder a la afrenta republicana.
Según indicó el diario Detroit News, "Working Michigan", una coalición de sindicatos y grupos civiles, ha pedido que se proteste de manera pacífica y con desobediencia civil hoy, aunque las manifestaciones más acaloradas se esperan el martes cuando la ley puede ser aprobada.
La nueva normativa, que cuenta a su favor con el dominio republicano en la Cámara y el Senado del estado, permitirá que sea voluntario pagar las cuotas al sindicato en el sector privado, aunque la regulación no afectaría a los contratos ya existentes.
Los tres grandes del motor estadounidense, General Motors, Chrysler y Ford, tienen contratos vigentes con la UAW hasta septiembre de 2015.
El gobernador republicano de Michigan, Rick Snyder, podría ratificar la ley este mismo martes, con el objetivo de limitar el poder de sindicatos como UAW.
La normativa tiene mayor alcance debido a que Michigan es la cuna del motor estadounidense y sede de un gran número de plantas de producción de empresas del motor, que emplean a unas 138.000 personas y cuyos empleados están representados en su mayoría por el UAW.
Hasta ahora, la mayoría de estados que permiten la voluntariedad de unirse en un sindicato están en el sur, y Michigan podría convertirse en el segundo gran estado industrial, tras Indiana a comienzos de 2012, en respaldar esta medida.
La UAW ha abogado por luchar contra la nueva legislación, que opinan está orientada a debilitar los sindicatos, al privarlos de ingresos seguros por cada contrato realizado en los sectores en los que operan.
Los opositores de la medida promovida por los republicanos consideran que políticos conservadores y grandes donantes quieren dividir a los sindicatos y reducir la capacidad de la negociaciones colectivas en las empresas en que operan.
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