Tras un año del incendio de Pasaia, 2017 nuevo horizonte para los afectados

  • Un año después del incendio que arrasó dos bloques de viviendas en Pasaia (Gipuzkoa), 2017 se ha convertido en el horizonte al que miran los afectados, cerca de 40 familias que confían en que, para finales de ese año, haya acabado la construcción de unos nuevos pisos de los que aún no existe ni el proyecto.

Carlos López

San Sebastián, 25 dic.- Un año después del incendio que arrasó dos bloques de viviendas en Pasaia (Gipuzkoa), 2017 se ha convertido en el horizonte al que miran los afectados, cerca de 40 familias que confían en que, para finales de ese año, haya acabado la construcción de unos nuevos pisos de los que aún no existe ni el proyecto.

Su drama comenzó la pasada Nochevieja, cuando aún resonaba el eco de la última campanada, comenzaban a estallar los primeros petardos, y a alguien se le ocurrió lanzar al cielo una bengala que, al parecer, cayó sobre el tejado de uno de los edificios, dos bloques antiguos con estructura de madera, de la calle Euskadi Etorbidea en el distrito de Trintxerpe, que prendieron con una fuerza inusitada.

Las llamas y el humo se extendieron con rapidez por la cubierta de ambos edificios, los números 5 y 7, y obligaron a sus habitantes a una evacuación precipitada "dejándolo todo" tras ellos. Muchos se vieron en la calle "con lo puesto", recuerda a EFE la portavoz de la Comisión de Afectados, Ane Piñeiro.

Las dimensiones del incendio obligaron a los bomberos a emplearse a fondo y a desalojar a los vecinos de otros dos inmuebles cercanos, a pesar de lo cual no hubo víctimas, más allá de algunas leves intoxicaciones por humo y crisis de ansiedad.

Inmersos en una sensación de "irrealidad", esa misma noche, los afectados comenzaron a sentir los primeros efectos de una solidaridad ciudadana que en los semanas siguientes les desbordaría.

Ropa, alimentos, juguetes, artículos de higiene y limpieza, y otros elementos de primera necesidad llenaron las instalaciones de la Casa Ciriza, donde se centralizaron las labores de recogida, mientras el Ayuntamiento, la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco articulaban una respuesta institucional centrada en el realojo y ayuda económica a los afectados, mientras se decidía qué hacer con los bloques incendiados.

Tras un primer momento en el que se hospedaron en un hotel, una veintena de familias fueron ubicadas en las viviendas sociales del barrio donostiarra de Morlans y, ya diez meses después, una quincena se ha trasladado a los pisos que el Gobierno Vasco ha levantado en la zona de Luzuriaga, en Pasaia Antxo, pagando un alquiler social. El resto han optado por distintas soluciones, según sus propios casos, aclara Piñeiro.

Transcurrido un año del incendio, los esfuerzos de los perjudicados se centran ahora en el derribo de los dos edificios quemados, cuyos trabajos previos ya han comenzado, tras lo que se hará un proyecto de edificación con la sociedad pública Visesa y luego se iniciará la construcción de los nuevos bloques que, según indica la portavoz de los afectados, se llevará a cabo "lo más rápido posible".

"Sólo ha pasado un año, que se nos ha hecho largo para algunas cosas y corto para otras. Ha sido mucho tiempo y ha sido poco", explica Piñeiro, quien opina que los perjudicados ya van "viendo la luz", aunque todavía resulta "muy difícil avanzar" porque aún quedan dificultades por superar.

Algunos de los afectados, como Miguel Ángel Prieto, se resisten no obstante a caer en el pesimismo. Casado, con una hija y en el paro, a pesar de que busca trabajo como chófer de autobús, Prieto no cree que en tres años puedan estar en sus nuevas casas porque, los edificios no se construyen "de un día para otro" y no está previsto que en 2015 empiecen las obras.

Otros, como Mauri González, que se ha ido a vivir a Navarra mientras se construyen los nuevos bloques, están preocupados por la demora en el derribo de los viejos edificios, y creen que "tardarán algo más" en levantarse los nuevos. "Estamos nerviosos, pagando impuestos y una hipoteca pero intentaré salir adelante como pueda", se lamenta.

Todos ellos, no obstante, agradecen la solidaridad que han recibido durante este año por parte de las instituciones, vecinos y ciudadanos particulares, una ayuda que para la alcaldesa de Pasaia, Amaia Agirregabiria, deja en evidencia la "importante respuesta de la red asociativa" de la localidad y "la colaboración entre instituciones" que en este caso han sabido "dejar de lado" sus diferencias para "ponerse al servicio de los ciudadanos que más lo necesitaban".

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