El dolor de cabeza real de Acerinox es China y no la guerra comercial de Trump

  • Más allá de un problema, la nueva política arancelaria impuesta en Estados Unidos podría ser más bien una bendición que un problema para la compañía
Acerinox
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Acerinox, al igual que el resto del sector entre otros tantos, está en medio de la guerra de aranceles que sacude al mercado internacional. Aunque a diferencia de lo que se pueda pensar, para la compañía acerera española no supone un excesivo problema. Es más, incluso tiene efectos beneficiosos para la propia firma al mantener a raya a su auténtico dolor de cabeza: China y su creciente industria del acero.

“El proteccionismo no nos gusta, lo hemos repetido siempre, pero no es negativo para Acerinox. Somos una empresa eminentemente estadounidense, por lo que nos otorga cierta ventaja”, declaró el presidente de la compañía, Rafael Miranda, en el VI Foro del Consejero en el IESE celebrado este miércoles. La razón para este razonamiento es sencillo: la práctica totalidad del acero que vende en EEUU Acerinox, se fabrica en el propio territorio estadounidense.

El mercado americano representa el grueso principal del negocio de Acerinox, cerca de 5 de cada 10 euros de ingresos proceden de este continente. La gigantesca North America Stainless, situada en Kentucky (por cierto, no muy lejos del mítico Rupp Arena), es el corazón de la compañía en América. En ella, se funde más de la mitad de todo el acero con el que se trabaja en Estados Unidos. La posición de la North America Stainless le permite tener una posición de fuerza frente a sus rivales que tienen fábricas deslocalizadas. En especial, sobre aquellas situadas en México, que supone el cuarto máximo exportador de acero a territorio estadounidense.

Los primeros beneficios por la política impositiva de Trump a las importaciones se hizo notar a primeros de año. Principalmente, destacan dos: la primera y más evidente es que los nuevos aranceles han reducido de forma notable la importación de acero en el país, en los tres primeros meses de 2018 un 15%, según datos de las autoridades norteamericanas. Una limitación de las importaciones en un país que crece con fuerza, con la construcción por encima del 4%, provoca a su vez un incremento de precios de la misma. Ambos efectos, los reconoce la propia Acerinox en sus cuentas en el primer trimestre de 2018: "EEUU ha mostrado buen comportamiento, tanto en consumo como en precios, favorecidos por las noticias sobre las medidas arancelarias”.

Pese a lo anterior, y lo explicado por su presidente, la realidad es que la guerra proteccionista si puede afectar a la firma aunque de manera más limitada. El choque con los intereses de la compañía española llegaría a través de dos mercados diferentes. En primer lugar, aunque algo más residual, afectaría a su negocio en México y otros países americanos. México o Brasil han respondido a Trump elevando sus aranceles a los mismos productos, por lo que las exportaciones de su fábrica de Kentucky podría resentirse. El mexicano es un mercado que ha cogido fuerza en Acerinox, cómo reconoce la firma en su memoria de 2017: “México continúa con fuertes crecimientos de su consumo gracias a sectores como el del automóvil”, reconoce la propia marca en su Memoria de 2017.

Por otro lado, y también más importante, es el efecto comercial con la Unión Europea que sí representa un mercado importante para la marca española. Desde sus tres fábricas situadas en la península ibérica, la mayor está en Gibraltar, da soporte a innumerables industrias europeas, en especial alemanas y francesas (en España esta todavía 15 puntos por debajo de 2006). Son las mismas industrias a las que Trump veta ahora con su política arancelaria, por lo que podría incidir sobre su producción (se debe recordar el ‘profit warning’ de Daimler) y con ello resarcirse su negocio en Europa. De hecho, su principal cuesta abajo en Bolsa, donde se deja un 5% en lo que va de 2018, se inició no con las medidas de Trump si no con la respuesta de la UE.

El gran enemigo de Acerinox es China

Al igual que Miranda ha restado importancia a las política arancelaria estadounidense, sí ha puesto el foco de atención sobre el papel de China en el sector. “La sobrecapacidad instalada en China es preocupante, en 2001 producían el 3% del acero en el mundo, en 2017 han alcanzado el 54% de la producción”. Además, el presidente ha apuntillado que el gigante asiático lo ha conseguido gracias a prácticas poco deseables: “Han expandido su negocio con unas condiciones de trabajo (mediambientales, derechos para los trabajadores o beneficios estatales) muy dudosas, por lo que es muy difícil competir con ellas”.

Acerinox intenta hacerse un hueco en el negocio asiático, desde la propia China hasta la India. Aunque por el momento, se encuentra con muchas dificultades debido a que “la alta competencia en el sector está tirando los precios, mientras que las de las materias primas con las que se trabaja están creciendo en aquella región”. En este punto se congregan dos circunstancias que castigan a Acerinox en Asia: en primer lugar, que China consume la mayor importación de Ferrocromo, materia prima del acero, del mundo. En segundo lugar, que el material es cada vez más escaso y no hay inversiones fuertes para descubrir más yacimientos. La intersección de ambas es un incremento de precio de la materia prima.

Pese a ello, Acerinox confía en que la industria china empiece a contenerse. En primer lugar, porque el rápido crecimiento de la industria lo absorbe la demanda del propio país. Aunque esto es peligroso, ya que la economía del gigante asiático sigue ralentizándose, pese a lo que señalan sus datos. Además, el propio Miranda se mostraba optimista sobre la posibilidad de que se endurezca “el control de licencias” al sector. Por último, que un gran número de compañías quiebren una vez se les retire las ayudas públicas, el país termine por ralentizarse y la guerra comercial bilateral (China vs Estados Unidos, cómo señalan los expertos que acabará la contienda) impida que dichas empresas puedan buscar salida a su acero en el exterior.

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