Las cajas rurales montan Grucajrural: un fondo de rescate que les evita fusionarse

  • El Banco de España les obliga a acumular una hucha de 300 millones para rescatar a sus asociadas en caso de crisis como alternativa a una integración 
Sede del Banco de España.
Sede del Banco de España.

Solidaridad sí y antes que fusión forzada. Las cajas rurales culminan, con la creación de Grucajrural, la estructura para dotarse de un fondo propio de rescate que se utilizará en caso de que alguna atraviese problemas de solvencia, sin perder su autonomía jurídica ni ceder el control de estrategia y gerencia como amenazaba con ser su final cuando la crisis comenzó a pasar factura a la banca.

Se trata del único sector bancario ajeno a una reconversión y concentración radical en contraste con las cajas de ahorros, con las que guardaban profundas semejanzas por el tipo de negocio y arraigo territorial. Pudieron resistir dicha corriente gracias precisamente a su buena solvencia y no dar sustos, hasta que las dificultades de Caja Rural Mota del Cuervo y Bantierra surtieron la ocasión al Gobierno y supervisor para intensificar una presión sobre el sector que ha acabado obligándoles a montar dicho fondo anticrisis.

Y es que cuando la etapa de rescates con cargo al Erario público parecía saldada, el Banco de España tuvo que intervenir la pequeña cooperativa de Mota del Cuervo en 2014, y en 2017 afloraron los problemas en Bantierra por su pesada carga inmobiliaria. En ambos casos buscó una solución dentro del mismo sector y Globalcaja -unión de las rurales de Albacete, Ciudad Real y Cuenca- adquirió al instante la cooperativa conquense, mientras que los activos improductivos de Bantierra -fruto de la fusión de Multicaja y Cajalón- los adquiriría el Grupo Caja Rural y su rival Cajamar.

Para evitar nuevos episodios, el Gobierno reguló los denominados Mecanismos Institucionales de Protección (MIP) el pasado año y que, inspirados en el modelo alemán, consisten en montar una especie de Frob o Fondo de Garantía privado sectorial con hucha para socorrer entidades en dificultades, pero sin obligarles a mutualizar los balances. El 60% de las aportaciones al nuevo colchón anticrisis se deducirán de las que son obligatorias para todas las entidades de crédito al Fondo de Garantía de Depósitos.

En el fondo participará las 29 cooperativas de crédito integradas en la Asociación Española de Cajas Rurales y el Banco Cooperativo Español. Quedan fuera el grupo Cajamar y las cajas de Arquitectos (Arquia Banca), la de Ingenieros y Laboral Kutxa. Cajamar es otro modelo de colaboración y auxilio mutuo en el sector, aunque de mayor mutualización. Bajo su paraguas se aglutinaron 19 entidades que en el año 2009 a través de un Sistema Institucional de Protección (SIP) donde sí consolidan balances y mantienen una línea estratégica común aunque conservan independencia jurídica y de gestión. Este tipo de fusiones frías son habituales en Europa, y convirtió a Cajamar, por la escala, en una entidad de las catalogadas como significativas en Europa que supervisa directamente el Banco Central Europeo (BCE).

Las treintena de cooperativas que se decantan ahora por el MIP han creado Grucajrural Inversiones con un capital de 319,5 millones y un consejo de administración con siete vocales, según datos del Registro Mercantil. La función de presidente la asume Ignacio Arrieta Del Valle, presidente del Banco Cooperativo y procedente de Caja Navarra; la vicepresidencia recae en el director general de Globalcaja, Pedro José Palacios Gómez; y completan el consejo Rosendo Orti López (Caixa Popular), Jerónimo Luque (Caja Rural de Granada), Fernando Martínez Rodríguez (Novanca), Guillermo Téllez (Caja Rural del Sur), Manuel del Castillo Gonzalez (CajaSiete), junto a Raul Lorenzo con la función de secretario y procedente de la propia Asociación.

Las entidades que operarán bajo dicha ‘red’ suman el 54% de los activos totales del sector. Copan unos 110.000 millones de euros en volumen de negocio, son dueñas de casi 2.900 sucursales y carecen de accionistas, pero cuentan en contrapartida con “socios” que ejercen al mismo tiempo de clientes y cuyo censo ronda los 1,5 millones.

Su profundo conocimiento de los clientes y un negocio pegado a pymes y autónomos, y alejado del ladrillo, les ha mantenido a resguardo de los golpes de la crisis porque no se les disparó los impagos pudieron, incluso, seguir otorgando crédito cuando la banca lo escatimaba por su nula dependencia de los mercados de capitales y solo de depósitos de clientes. Siempre han resuelto las dificultades dentro del sector con operaciones como la de Mota del Cuervo o Bantierra; pero el desafío hoy es otro con unos tipos a cero que obligan a empujar otros negocios más complejos para recaudar ingresos y por los incesantes requerimientos regulatorios. Con el nuevo mecanismo evitan una concentración a la fuerza, en defensa de la viabilidad y oportunidad de un modelo de fuerte arraigo en países como Alemania, Holanda, Finlandia y Francia (con ejemplos como Crédit Agricole o Crédit).

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