Los cambios de la transición energética

Ribera activa la cuenta atrás para cerrar las centrales de carbón de las eléctricas

Las instalaciones de Endesa, Iberdrola y Naturgy no inyectarán energía a la red a partir del 30 de junio aunque el proceso administrativo de cierre se prolongará durante meses.

Vista de la central de carbón de Velilla (Palencia) que junto a la de Lada (Asturias) plantea cerrar Iberdrola. EFE/Brágimo
Vista de la central de carbón de Velilla (Palencia) que junto a la de Lada (Asturias) plantea cerrar Iberdrola. EFE/Brágimo

La cuenta atrás oficial para el abandono de la generación con carbón de las tres grandes eléctricas del país, Iberdrola, Endesa y Naturgy, ha comenzado. A partir del 30 de junio, las centrales de carbón para las que han solicitado el cierre dejarán de inyectar electricidad a la red por completo. Es el primer gran paso para dejar activas en España tan solo tres de las 15 centrales que quemaban carbón, con una potencia instalada que llegó a los 10.000 MW. Será el cierre efectivo, porque el administrativo es complejo y llevará más tiempo. Las empresas propietarias decidieron hace dos años no acometer las inversiones exigidas por la UE para desnitrificar la producción y adelantaron el fin de las instalaciones.

Aunque todas dejen de producir en junio, el proceso de clausura no se concretará oficialmente hasta que la autorización aparezca en el Boletín Oficial del Estado (BOE) tras pasar los filtros de Red Eléctrica de España (REE), la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) y el Ministerio de Transición Ecológica. La primera central que aparecerá en el BOE será, con mucha probabilidad, la de la central de Velilla en Palencia, propiedad de Iberdrola.

En España, la ola de cierres comenzó en 2017 con la solicitud de Naturgy para clausurar la central de Anllares (León), seguida de las peticiones de Iberdrola para las instalaciones de Lada (Asturias) y de Velilla (Palencia). Desde entonces, el ritmo se aceleró. El remache para el sector lo puso el pasado año Endesa. Fue la última en poner el epitafio a la quema de mineral, con el anuncio de cierre adelantado de las centrales que barajaba mantener a partir de junio de 2020: As Pontes (A Coruña) y Litoral (Almería). 

EDP y Viesgo

Sólo EDP -centrales de Aboño y Soto de Ribera en Asturias- y Viesgo -Los Barrios en Cadiz- resisten, de momento, la ola de cierres anunciada en el sector. Todas las grandes compañías han anunciado que tiran la toalla porque las centrales de carbón no son rentables. La mezcla de exigencias medioambientales y encarecimiento de los derechos de emisión han ahogado el negocio. Sólo queda cerrar y buscar alternativas para las comarcas y el personal afectado.

Evolución del sector.
Evolución del sector.
Santiago Carcar

No es un trabajo fácil. Para cerrar, las empresas tienen que hacer frente a dos procedimientos que discurren en paralelo: la autorización de cierre y la evaluación de impacto ambiental del desmantelamiento, que tiene que ser sometido a consulta de los agentes implicados. La resolución de autorización de cierre implica un plazo para hacerlo efectivo que normalmente es de un año. Para el desmantelamiento de la instalación se suele fijar un plazo de tres años.

El fin del negocio del carbón, incluida la minería, no ha sido barato en términos de dinero público. Los subsidios - entre los que se encuentran fondos para reactivar las cuencas mineras-, las prejubilaciones, las ayudas a la producción para sostener el mineral nacional frente al importado y las partidas indirectas pagadas a las centrales térmicas, suman más de 28.000 millones de euros en 30 años.

Peso en Europa

En Europa, la descarbonización avanza con rapidez, pero queda camino por recorrer. En la UE, el carbón es parte fundamental de la economía aún en 41 regiones y 12 países, seis de los cuales necesitan al menos un 20% del combustible fósil para suplir su demanda energética. Representa el 16% del consumo bruto interno en la UE. Si se aplica el foco más allá de Europa, la situación del carbón pese a sus efectos sobre el medio ambiente, es más preocupante.

Las ayudas globales a la industria carbonífera rondan los 64.000 millones de dólares al año (57.000 millones de euros), según el informe elaborado por el laboratorio de ideas Overseas Development Institute (ODI). Lo más preocupante es que los fondos directos a las centrales térmicas de carbón, las que más emiten, se han triplicado. En el periodo 2014-2017 pasaron de 17.200 a 47.300 millones de dólares.

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