Vodafone inicia la carrera por el 5G con la 'megasubasta' de 2020 en el horizonte

  • Se adelanta a Orange y Telefónica con un lanzamiento muy reducido. La clave llegará en un año, cuando deban sacar la chequera para comprar espectro.
Coimbra quiere demostrar que se puede vivir sin fútbol en Vodafone
Coimbra quiere demostrar que se puede vivir sin fútbol en Vodafone
EFE

Es la carrera que va a cambiar muchas cosas en el sector de las telecomunicaciones y la tecnología. Una carrera que no sólo es empresarial (y económica), sino también geopolítica. Y Vodafone ha dado el pistoletazo de salida en España con el lanzamiento de una primera y muy reducida red de conexiones ultrarrápidas 5G en 15 capitales de provincia. Se adelanta a Orange y Telefónica en un movimiento bajo la alargada sombra del veto estadounidense a Huawei y con la subasta clave (y millonaria) de espectro del año 2020 ya en el horizonte, para la que las operadoras ya preparan sus carteras.

Vodafone ya ha enseñado sus primeras cartas. Como hiciera con las redes 4G -que ahora mismo permiten conectarse con alta velocidad a los móviles en España-, sale primero al mercado. Lo hace, de todas formas, con una propuesta muy limitada. No sólo en el número de ciudades (15 en toda España), sino también por la velocidad que se va a poder ofrecer (un máximo de 1 gigabit por segundo, frente a los 10 que se prometían con la red a pleno rendimiento).

Pero su idea es golpear lo antes posible para experimentar con los usos que se harán en una fase ya comercial. De ahí que el propio consejero delegado, Antonio Coimbra, mencionara este lunes en varias ocasiones la intención de promover un ecosistema de startups que encuentren aplicaciones "desconocidas hoy en día". Aplicaciones a unas conexiones ultrarrápidas de internet móvil, gracias a las cuales se podrán utilizar todo tipo de objetos conectados (Internet de las Cosas), el coche autónomo o especialidades como la cirugía teleasistida.

Las carteras deben estar preparadas

Una de las limitaciones que ha tenido Vodafone (y tendría también el resto de operadores si se tiraran a la piscina) es el de la infraestructura. Hoy estas conexiones 5G trabajan en un espectro radioeléctrico entre 3,6 y 3,8 GHz que fue subastado por el Gobierno el año pasado y por el que ingresó más de 400 millones de euros (con la teleco británica como máxima inversora y Telefónica como la que menos gastó). Sobre esa infraestructura se pueden establecer redes ultrarrápidas, aunque en su fase más incipiente. Sobre la que hay muchas más expectativas depositadas es la banda de 700 MHz, que hoy es ocupada en parte por canales de la televisión digital terrestre (TDT). Y es esa en la que se jugará una partida millonaria.

La subasta de esa nueva banda de frecuencias radioeléctricas se producirá en los primeros meses de 2020, según los planes del Gobierno de España. El precio no está fijado, pero las operadoras tiemblan ante una posible inflación en los precios pagados por quedarse paquetes de frecuencias para levantar sus redes. El espejo en el que se miran es Alemania, cuyo concurso para acceder a ocho bloques de espectro de las bandas de 3,6 GHz y 2 GHz para el 5G se ha disparado por la psicológica barrera de los 6.000 millones de euros, con Vodafone y Telefónica comprometiendo más de 1.700 y 1.200 millones de euros, respectivamente. ¿Qué dice el Gobierno? "Nada debería hacer pensar a los operadores que la próxima subasta será particularmente onerosa; la prioridad es que las redes sean una realidad cuanto antes", explicó el director general de Telecomunicaciones este fin de semana.

Al margen de esa subasta, habrá más compras de espectro en el futuro a medio plazo y, sobre todo, despliegues millonarios de la red para dar respuesta a la demanda y al incremento del consumo de datos. La consultora Mckinsey asegura en un estudio que el incremento de inversiones podría alcanzar el 50% anual. ¿Consecuencia? Ya ha habido movimientos para tratar de reducir costes, con despliegues compartidos y compartición de redes, como el de Orange y Vodafone anunciado hace un par de meses.

Un momento complicado

Todo ello en el lado del espectro y la inversión. Pero hay que tener en cuenta que ese escenario se da en un entorno especialmente competitivo como el español, con una guerra de precios que ya se extiende más de un año y que no tiene muchos visos de recortarse (con Vodafone necesitado de hacer crecer su negocio en España ante la amenaza de Masmóvil en el lado del 'low cost' y Orange en el área más premium). De hecho, este lanzamiento de las primeras ciudades con 5G de Vodafone se produce en un momento de más recortes de precios de hasta el 50% como respuesta a un movimiento similar en Orange. ¿Cómo puede afectar esta batalla comercial en el despliegue? Desde la compañía se negaron a explicar esas consecuencias.

Hay otro factor que también influirá en este despliegue: la deuda de estas compañías. Este momento de fuerte inversión para el despliegue óptimo del 5G llega con las cuentas afectadas por millonarios pasivos. Telefónica llega con 40.400 millones a cierre del primer trimestre del año, mientras que Orange tenía a finales de diciembre 25.400 millones (1,93 veces su Ebitda ajustado) y Vodafone alcanzaba en marzo los 27.000 millones (2,9 veces).

La alargada sombra de Huawei

Si este contexto no fuera suficiente hay que sumar otro punto complejo: la guerra comercial entre Estados Unidos y China y los efectos en el veto a Huawei tanto en el despliegue de fibra (es el proveedor líder de 'software' y tecnología para las telecos) como en la venta de dispositivos móviles que acepten 5G. El aspecto que más preocupa es el primero. Vodafone quiso restar importancia. Admitió que ha frenado el despliegue de toda la infraestructura 'core' (el corazón de la red) de Huawei, manteniendo la de Ericsson. ¿Y si hubiera que suspender definitivamente esa relación con la china? "Se podría hacer sin ningún problema y no impactaría en nuestros clientes", apuntó Coimbra.

Esta es la madre de todas las batallas entre las operadoras de telecomunicaciones. Vodafone dio ayer el primer puñetazo en la mesa en España. Queda aún mucho recorrido. Y el campo de juego no va a ponerlo especialmente fácil.

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