La economía no crece y empeora la educación

España 2050: radiografía de un país envejecido, desigual y empobrecido

El escenario general es desolador. Nuestra economía corre un peligro elevado de estancarse entre 2023 y 2050, donde el crecimiento previsto, si no se actúa sobre la competitividad, será de entre el 0,3% y el 1,1%

Efe
España 2050: radiografía de un país envejecido, desigual y empobrecido
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Conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o de predecir el futuro en una determinada materia. Esta es la acepción que el diccionario de la Real Academia de la Lengua otorga a la prospectiva: todo un arte que Gaston Berger definía como la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él.

Con este ánimo, la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia ha elaborado uno de esos documentos que están irremisiblemente condenados a lucir en los anaqueles ministeriales durante décadas. Así lo hacen las memorias de las diferentes presidencias de la UE que ha organizado nuestro país o la Estrategia Española de Seguridad elaborada por Javier Solana en 2011.

Las 676 páginas de España 2050 ofrecen un panorama de cómo estarán las cosas para esa fecha y ofrece un elenco de medidas, en muchos casos inconcretas y aisladas, para actuar en prácticamente cada uno de los campos que componen la actividad del país. Desde la economía a la sociedad, pasando por la cultura o incluso la política, se radiografía todo un Estado en un ejercicio muy interesante de perspectiva, pero que en ningún momento es un análisis prospectivo, como declara el texto, ya que únicamente analiza tendencias e interpreta datos. Sin embargo, no plantea distintos escenarios con base en ese análisis. Esta sí es la base de la prospectiva que brilla por su ausencia.

Una España cuya economía no crece y empeora en educación

Así, el escenario general que se presenta para 2050 es desolador. Nuestra economía corre un peligro elevado de estancarse entre 2023 y 2050, donde el crecimiento previsto, en caso de no actuar sobre nuestra competitividad, será de entre el 0,3% y el 1,1%. Dicho de otra manera, nuestra riqueza está próxima a paralizarse durante los próximos 30 años.

El panorama sombrío continúa en cada uno de los sectores analizados. En el campo educativo las previsiones señalan que, de aquí a 2050, 3,4 millones de estudiantes podrían repetir curso y que 2,2 podrían abandonar prematuramente la escuela. Además, el 48% de la población activa sigue careciendo de una “formación profesionalizante” que capacite para ejercer una profesión con unas mínimas garantías formativas. Algo que nos llevaría a continuar en el vagón de cola de la formación en Europa, aumentando, como el mismo documento reconoce, “la falta de productividad y la desigualdad” en un país también estancado demográficamente.

Una España más cálida, árida e imprevisible

Si la situación laboral y educativa es trágica, no lo es menos la medioambiental. La España de 2050 “será más cálida, árida e imprevisible”. Hasta aquí, como diría un parlamentario de Vox, bastaría con bajar un grado el aire acondicionado, pero las sequías podrían afectar a un 70% del territorio, “los incendios y las inundaciones serán más frecuentes y destructivos, el nivel y la temperatura del mar aumentarán”.

Los efectos sobre sectores estratégicos como el agrícola o el turístico serán demoledores: “Sufrirán daños severos, 27 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua, y 20.000 morirán cada año por el aumento de temperaturas”.

Fruto de estas condiciones adversas será el despoblamiento, que provocará que la España rural pueda perder casi a la mitad de sus habitantes actuales con unas ciudades cada vez más extensas y menos sostenibles, en las que se agolpará el 88% de la población.

Los efectos sobre sectores estratégicos como el agrícola o el turístico serán demoledores: “Sufrirán daños severos, 27 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua, y 20.000 morirán por el aumento de temperaturas”.

Una España envejecida y desigual

El efecto negativo del aumento de la esperanza de vida es, irremisiblemente, el envejecimiento brutal de la población. Para 2050, uno de cada tres españoles tendrá 65 años o más. “Por cada persona de esa edad habrá solo 1,7 personas entre los 16 y los 64 años”. El mismo texto reconoce que aun con “las posibles mejoras de la natalidad ni un potencial incremento de la inmigración podrán revertir completamente ese escenario”.

Su efecto se trasladará al gasto sanitario que “podría aumentar 1 punto de PIB, el gasto público en pensiones podría incrementarse hasta en 5 puntos de PIB, y el número de personas mayores beneficiadas de ayudas a la dependencia podría duplicarse, con el gasto público en cuidados pasando del 0,8% actual a más del 2,0% en 2050”. Íntimamente ligado con el envejecimiento estará la inserción laboral. La caída de los ocupados caerá a un ritmo del - 0,5% anual de aquí a 2050, frente al incremento del 2,0% “que tuvimos entre 1995 y 2019”.

Un bajo porcentaje de empleo y una productividad tan escasa no son otra cosa que abono para la pobreza y la desigualdad: dos factores esenciales para la inestabilidad social. España sigue siendo el tercer país con mayor desigualdad de renta de la UE y el cuarto con mayor población en riesgo de pobreza. “En lo que va de siglo, la diferencia de riqueza que existe entre las personas de 65 años y las de 35 se ha duplicado, y se asemeja ya a la que existe en EEUU.”

“En lo que va de siglo, la diferencia de riqueza que existe entre las personas de 65 años y las de 35 se ha duplicado, y se asemeja ya a la que existe en EEUU”

La radiografía termina con una visión no demasiado optimista, como, no puede ser de otra manera tras leer el resumen ejecutivo: “España arrastra carencias severas y se topará con obstáculos muy notables de aquí a 2050”. Probablemente el Ejecutivo trate de llamar la atención sobre esta realidad y haya tocado a rebato para cambiar este demoledor escenario que se presenta con un documento que, lejos de ser prospectiva, es una perspectiva del trágico paisaje que nos espera.

Es perspectiva, no prospectiva

Quizá la mayor crítica que se le puede hacer al documento es su falta de definición técnica. Ni siquiera identifica indicadores de seguimiento que puedan ser evaluados para determinar si nos movemos en el escenario A, B, C o D. Simplemente marca, que no desarrolla, las megatendencias observadas y justifica su importancia acudiendo a distintos estudios o trabajos de terceros, que consisten en 500 series de datos y 1.650 publicaciones.

En resumen, no realiza el principal trabajo de la prospectiva, que es saber hacia donde vamos, reduciendo la incertidumbre en la toma de decisiones que, en este caso, le correspondería tanto el Ejecutivo como al resto de poderes del Estado.

Y es que se olvida de que, junto a él, hay otros dos poderes que poco o nada han intervenido en su elaboración. Por un lado, el Legislativo que sería el encargado de implementar normativamente los miles de leyes que deberán ser aprobadas o modificadas de aquí a 2050 y el Judicial que constitucionalmente es el encargado de administrar justicia, tanto para el Estado como para los ciudadanos que forman parte de él.

Nadie puede dudar de que el más de centenar de investigadores, profesores, académicos o pensadores que han intervenido en su elaboración son grandes expertos y especialistas en su trabajo, pero el resultado final y de conjunto (holístico que se le llama ahora) no es prospectiva. Únicamente es perspectiva, es decir, el panorama que desde un punto determinado se presenta a la vista del espectador, que, en este caso, es bastante pesimista.

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