El Brexit no da respiro a conservadores y laboristas, que buscan nuevos líderes

El líder laborista británico, Jeremy Corbyn, se enfrenta este martes a una moción de censura interna a consecuencia del Brexit, mientras que los conservadores se disponen a su vez abrir las candidaturas para elegir al sustituto del primer ministro, David Cameron.

Corbyn, un líder de tendencia socialista, parece dispuesto a plantar cara a la rebelión, lo que presagia todo un drama en el seno de la formación.

Dos tercios del gabinete de Corbyn dimitió en protesta por lo que consideran escaso liderazgo de Corbyn, que asumió la jefatura apenas en septiembre pasado.

Si el 20% de los 229 diputados laboristas de la Cámara de los Comunes vota en contra de Corbyn, la moción de censura deberá pasar a los más de 150.000 afiliados del partido.

La mayoría de simpatizantes laboristas en las zonas donde ganó el Brexit el pasado jueves votaron por la salida de la UE, toda una humillación para la cúpula del partido.

La situación interna del partido laborista es una ilustración flagrante de la desconexión entre la élite política británica y los votantes, que se consideran olvidados y tienen miedo del futuro.

Corbyn, que en 1975 votó en contra de la adhesión del Reino Unido a la UE, ha sido muy criticado por la cúpula del partido porque su campaña fue poco entusiasta a favor de la permanencia.

El 37% de los votantes laboristas votó por el Brexit, en disidencia con la línea oficial del partido.

Corbyn tiene, según las encuestas, el apoyo de la base del partido.

Si esos militantes de izquierda se movilizan y desoyen la moción de censura, podría darse la paradoja de que el laborismo mantenga como líder a un hombre que no cuenta con el apoyo parlamentario suficiente.

Más de 10.000 manifestantes expresaron su apoyo a Corbyn el lunes por la noche, ante el parlamento.

El ambiente en el seno de la formación, que perdió dos elecciones generales consecutivas, es "catastrófico", reconoció el diputado Chuka Umunna.

Por su parte el Partido Conservador también debe lidiar con su propia tempestad interna, en la que la desconexión entre el liderazgo y la base es si cabe aún más flagrante.

Tras el anuncio de dimisión de Cameron, el partido se reunió de inmediato y decidió que de aquí al 2 de septiembre debe haber un nuevo líder y primer ministro.

El gobierno saliente está noqueado, y el ministro de Finanzas, George Osborne, anunció sin sorpresas el martes que no será candidato.

Cameron, que este martes se hallaba en Bruselas para dar explicaciones a sus socios europeos en una cumbre extraordinaria, ya ha dicho que corresponderá a su sucesor abrir las negociaciones de salida.

El periodo para presentar candidaturas en el partido conservador se abre este miércoles, durante 24 horas. El favorito entre las filas del Brexit es el diputado y exalcalde de Londres, Boris Johnson.

Pero Cameron y sus diputados afines maniobran para que la candidata sea la ministra Theresa May, que militó por la permanencia en la UE, aunque era euroescéptica en un principio, según medios de comunicación y analistas.

Si el elegido para liderar el partido y las dificilísimas negociaciones de salida de la UE es un partidario del Brexit que no cuenta con el favor de la cúpula del partido, se repetiría la situación del laborismo.

Un político como Johnson, que cuenta con un buena imagen popular, según los sondeos, no contaría con el apoyo de la mayoría conservadora en la Cámara de los Comunes (330 diputados).

La solución, para laboristas y conservadores, serían nuevas elecciones generales. Pero una campaña electoral, además de provocar nuevos debates en un país dividido en dos, paralizaría sin duda las negociaciones con la UE, cuyos líderes a duras penas dominan su impaciencia.

Una propuesta alternativa sería abrir negociaciones con la UE y una vez conseguido un estatuto ventajoso para el Reino Unido, someter la propuesta a un segundo referéndum.

Esa es la postura del aún ministro de Sanidad, Jeremy Hunt, que dice reflexionar seriamente sobre su candidatura a primer ministro.

La canciller alemana Angela Merkel declaró antes de la cumbre de Bruselas que la opción "a la carta" para el Reino Unido está totalmente descartada.

La única que mantiene el humor es la reina Isabel II. "En cualquier caso, aún estoy viva", bromeó la monarca, de 90 años, durante su primera aparición pública desde el referéndum, en Belfast.

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