La UE y Turquía intentan sellar un controvertido acuerdo para frenar el flujo migratorio

Los líderes de la Unión Europea (UE) se reúnen este jueves en Bruselas para finalizar un controvertido acuerdo con Turquía destinado a frenar la llegada de migrantes a Europa y que provoca divisiones en el bloque.

El plan, presentado hace diez días, convierte a Turquía en el elemento central de la respuesta europea a la peor crisis migratoria en décadas. Según la canciller alemana Angela Merkel, "por primera vez" hay una oportunidad para encontrar una solución duradera a la cuestión de los refugiados.

Pero las negociaciones dentro del bloque son complicadas. El plan, que supone que Turquía acepte de nuevo a los migrantes que entran ilegalmente a Grecia, ha sido criticado por varios de los Estados miembros.

"Tengo un optimismo prudente, pero para hablar francamente, soy más prudente que optimista", resumió este jueves el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, encargado de negociar en nombre de los 28 con Ankara.

La propuesta de Ankara de hace diez días sorprendió al bloque, que desde hace meses busca su cooperación para frenar las llegadas, que en 2015 alcanzaron un millón de personas y que en lo que va del año ya suman más de 150.000.

Ankara propuso aceptar en su territorio a todos los migrantes, incluidos los solicitantes de asilo, que lleguen a las islas griegas. Pero este punto, que gusta a la UE, plantea numerosos interrogantes y valió a las capitales europeas la advertencia de la ONU que señaló como ilegal "posibles expulsiones colectivas y arbitrarias".

La Comisión aseguró el miércoles que el acuerdo respetaría el derecho internacional sobre la protección de los refugiados y que todas las solicitudes de asilo serían analizadas individualmente, con la posibilidad de apelar una orden de expulsión.

El plan prevé que por cada migrante que llegue a las islas griegas y sea devuelto a Turquía los europeos admitirán a su vez en sus países a un refugiado sirio de los 2,7 millones que ya están en Turquía, un mecanismo llamado "uno por uno".

Esta medida tiene sin embargo un cupo inicial limitado a 72.000 refugiados, según las versiones de la declaración final que circulaban este jueves en Bruselas.

El objetivo del plan es poner fin al negocio de las mafias y organizar la llegada de refugiados a Europa por vías seguras y legales, frenando al mismo tiempo las llegadas de migrantes.

A cambio Turquía pide varias contrapartidas a la UE.

Además del "uno por uno", quiere un régimen especial de visados para sus ciudadanos que viajen al bloque y lo quiere a partir de junio.

Esta exigencia deja perplejos a varios Estados miembros, algunos de los cuales denuncian un régimen cada vez más autoritario que amordaza a la prensa.

En la mesa también está la petición turca de acelerar el proceso de adhesión del país a la UE, bloqueado por el histórico contencioso con Chipre, una cuestión que podría hacer imposible el acuerdo.

Según el proyecto de declaración final, los europeos están dispuestos a otorgar a Turquía una ayuda de 3.000 millones de euros hasta 2018 para organizar la acogida de refugiados en su territorio, que se suman a otros 3.000 millones acordados en noviembre.

El presidente checo, Milos Zeman, acusó esta semana a Turquía de "chantaje". Y en Francia, el primer ministro Manuel Valls, declaró que la cooperación con Turquía es "indispensable (...) pero no puede haber en ella el menor chantaje".

"No me siento chantajeado por Turquía", comentó sin embargo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en una entrevista al periódico alemán Handelsblatt. El miércoles ya había dicho que "la adhesión de Turquía a la UE no está absolutamente en el orden del día".

El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, llegará este jueves a la medianoche a Bruselas.

En el terreno la situación sigue siendo dramática para los migrantes. Tras el cierre de la ruta de los Balcanes, hay en Grecia más de 40.000 migrantes bloqueados, muchos de ellos acampados en difíciles condiciones en la frontera greco-macedonia.

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