Mucho en juego

Andalucía marca el paso a las generales y pone de los nervios a Sánchez y Feijóo

La Junta ha sido el gran feudo del socialismo durante casi 40 años, y sus resultados van a ser el trampolín para el éxito o el fracaso de lo que pueda suceder en las próximas elecciones generales de España.

Pedro Sánchez Juan Espadas
Andalucía pasa por Madrid: los comicios ponen de los nervios a Sánchez y Feijóo.
CONTACTO vía Europa Press

Hay mucho miedo ante la fecha crucial y a la vez premonitoria del domingo 19 de junio, día en el que están convocadas las urnas para las elecciones andaluzas. Y no es sólo porque en este país casi todo funcione en clave nacional, que también, pero Andalucía tiene un peso específico muy superior a la media -ha sido el gran feudo del socialismo durante casi 40 años- y sus resultados electorales van a ser el trampolín para el éxito o el fracaso de lo que pueda suceder en las próximas elecciones generales en España. De ahí que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo sientan en su piel la presión de un fracaso que de producirse puede torcer mucho los planes de futuro de uno u otro. Lo malo es que solo puede haber un vencedor, mientras el perdedor recibirá el duro golpe de la derrota.

Este gran temor refuerza la prudencia a la hora de lanzar las campañas y las campanas al vuelo. Los principales candidatos andaluces que se presentan a estas autonómicas saben que se juegan mucho, no sólo ellos sino también sus respectivos partidos nacionales. Quizá el más comedido y prudente por ahora, el que más se la juega, sea el presidente actual, Juan Manuel Moreno Bonilla, que lleva semanas defendiendo allá adonde va el pabellón de su gestión en la Junta de Andalucía, pero advirtiendo a su vez de los peligros que provocan los excesos de confianza. Los buenos resultados que le ofrecen hasta la fecha las encuestas, las profesionales e incluso las del CIS de Tezanos, podrían animar al PP a pecar de triunfalismo y a repetir su mala experiencia en Castilla y León.

En todos los escrutinios aparecen los populares como los ganadores -entre 44 y 48- del domingo 19-J, incluso con la posibilidad de quedarse cerca de una mayoría relativa, la absoluta es de 55. Por ello el afán y la insistencia de Moreno por erradicar cualquier exceso de confianza en su equipo, en los periodistas y en los propios electores: “Que nadie piense que esto está ganado”, repite una y otra vez, sabedor de que cuando vas de triunfador por la vida puedes acabar comiéndote solo media “merienda” o, al menos, una parte más reducida de la que esperabas porque los prepotentes no inspiran confianza ni votos.

En Andalucía todo el mundo sabe perfectamente que el PSOE tiene una maquinaria electoral muy bien engrasada a lo largo de todos estos 40 años. De ahí, que el objetivo del PP sea ofrecer una campaña de baja intensidad, que no movilice al electorado de izquierda, ya que la abstención puede beneficiar a los populares. Mitos endoscópicos que a la hora de la verdad casi nunca se cumplen. Lo que sí se cumple en esta ocasión, porque lo confesó el propio interesado, el presidente de la Junta de Andalucía, es que su campaña se basará en su imagen y en la de su Ejecutivo, destacando los logros de esta legislatura, pero sin remarcar demasiado las siglas del partido que representa y que le apoya, el Partido Popular.

Vivimos tiempos políticos muy complejos en los que las marcas no son el gran atractivo ni el principal, aunque tengan su importancia a la hora de identificar a los candidatos; pero quizá en esta campaña los partidos de extrema izquierda sean los que más han rizado el rizo intentando unirse pero a la vez sin ponerse de acuerdo, sobre todo entre Podemos e Izquierda Unida, y convirtiendo su nuevo nombre de la coalición -“Por Andalucía”- en uno ya registrado por otra institución, aunque a pesar de ello podrán utilizarlo en estas elecciones. Además, Yolanda Díaz y su “Sumar” están aún a medio camino de poder ofrecerse con garantías. El miedo escénico sigue pesando mucho en su timorata actitud.

Volviendo a Juanma Moreno, su objetivo también pasa por ensanchar su base por el centro llevándose los votos de Ciudadanos que augura la reedición de su continuo fracaso. El actual presidente en funciones, confía en sacar votos en los caladeros de los socialistas desencantados con las decisiones y la política errática realizada por Pedro Sánchez, sin olvidar algo fundamental para este “nuevo” PP: conseguir frenar la fuga de votos a Vox, recuperando los electores que en su día se fueron al partido de Santiago Abascal.

De todos modos, el PP no tiene fácil poder gobernar en solitario, aunque consigan el objetivo de superar en número de diputados a la izquierda. Este será un buen test para ver cuál es el peso específico de los verdes a la hora de la verdad y con un Feijóo enfrente actuando con libertad. La líder de Vox para Andalucía, Macarena Olona, ha dicho que quieren participar en el proyecto político de la Junta y no están dispuestos a regalar ni un voto ni un apoyo como han hecho estos últimos años. Quizá veamos una reedición de lo sucedido en Castilla y León, y se produzca el recambio de Juan Marín, con un Ciudadanos que pinta muy mal, y enfrente la candidata de Vox como nueva Vicepresidenta.

El fiasco Mañueco también sobrevuela la cabeza de Moreno y de Núñez Feijóo. Es cierto, que la idea de la anterior convocatoria electoral fue de Pablo Casado, y que Alfonso Fernández Mañueco ganó solo un diputado más del que tenía y tuvo que recurrir a los auxilios de Vox para formar coalición. Una historia que se puede repetir en Andalucía si Moreno no acaba de despegar en su inestable mayoría. El PP confía en los 44 escaños, pero están lejos de los 55 que necesita para gobernar en solitario. Otro escalofrío que azota la espalda de Feijóo y de Moreno es el precedente del fiasco Arenas. Sucedió en 2012 cuando el PP ganó por primera vez las elecciones andaluzas con 50 escaños, casi el doble de lo que Moreno (26) tiene ahora, pero sin mayoría suficiente para llegar a la Junta, y tuvo que quedarse Javier Arenas con las ganas y ceder ante un pacto PSOE e IU.

Un recuerdo del pasado que Pedro Sánchez y Juan Espadas -candidato socialista en Andalucía- quieren revivir felizmente diez años después. Las cosas de la política han cambiado mucho desde entonces, y ambos saben que no será nada fácil ganar; Moreno ha logrado dar normalidad y relevancia a los asuntos de Gobierno, y las cosas en Andalucía han funcionado relativamente bien después de esta primera legislatura. Además, Sánchez siempre ha chocado -aunque después haya triunfado- con el aparato andaluz que controlaba Susana Díaz y ahora no acaba de arrancar, y por ello deben pagar el hándicap de haber descabezado a todo un PSA que durante años funcionaba; las cosas en este momento de transición están muy enfrentadas entre los seguidores de Díaz y los de Juan Espadas.

Por si fuera poca la desgracia de esta derrota, caer en Andalucía sería un duro golpe para las aspiraciones del “sanchismo” de cara a mantener una buena imagen en España y la idea de que su Gobierno está remontando y puede conseguir un triunfo concluyente en las futuras elecciones generales. La amargura de no poder gobernar y perder una vez más Andalucía puede ser aún más desastrosa si tenemos en cuenta que en mayo de 2023 llegarán las autonómicas de Madrid, y allí no será fácil que Isabel Díaz Ayuso se deje comer el terreno por la izquierda y menos por su archienemigo. Dos golpes electorales tan duros y tan seguidos supondrían anunciar el KO técnico o al menos el KO por puntos de un Sánchez herido de muerte. Cuidado con Andalucía, tierra de mucho encanto y embrujo pero también de grandes desastres y lamentos.

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