La travesía del desierto de Sánchez: sin PGE y menos guiños al independentismo

  • Las generales no serán a corto plazo. Ferraz confiaba en un triunfo holgado de Díaz y la división de la derecha para acudir en los próximos meses.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en la reunión del comité director del PSOE-A hoy en Sevilla, donde Susana Diaz ha sido nombrada candidata a las elecciones andaluzas. EFE/Julio Muñoz
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en la reunión del comité director del PSOE-A hoy en Sevilla, donde Susana Diaz ha sido nombrada candidata a las elecciones andaluzas. EFE/Julio Muñoz

El descalabro electoral del Partido Socialista en las elecciones en Andalucía, la comunidad que ha gobernado durante 36 años de forma ininterrumpida, ha hecho saltar todas las alarmas en Ferraz y en San Vicente, sin que nadie en las dos sedes haya sido capaz de asumir de forma directa un mínimo de responsabilidad tras un resultado que reduce en 14 diputados su representación en el Parlamento andaluz y que aleja al socialismo de volver a gobernar la Junta.

Tras el 2-D, la 'guerra civil' entre la líder andaluza Susana Díaz y el secretario general de los socialistas y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, silenciada con una tregua durante la campaña autonómica, previsiblemente se reactivará y forzará un cambio de estrategia de ambos, conscientes de que en Andalucía han ganado formaciones que han defendido de forma nítida la unidad de España y que han denunciado las presiones de los soberanistas y de Podemos a un Ejecutivo que gobierna con 84 diputados.

Ningún dirigente socialista fue capaz de ver la posibilidad de un fracaso y se trabajó desde el primer momento con un triunfo holgado de Díaz y con que la presencia de tres partidos en la franja del centro derecha suponía  un incentivo para celebrar las generales antes de mayo, fecha en la que están previstos los comicios locales y autonómicos. 

Pero el fiasco electoral andaluz, que dificulta y mucho los pasos a seguir a partir de ahora por Pedro Sánchez, ha propiciado nuevos escenarios, que incluyen frenar los guiños a los partidos independentistas, necesarios para sacar adelante los Presupuestos. La marcha atrás a la que se verá forzado Sánchez supondrá una apuesta a medio plazo: las elecciones no se celebrarán ya a corto plazo, no habrá presupuestos socialistas y se prorrogarán los del Partido Popular, y unas pocas medidas sociales se aprobarán vía decreto. A cambio, confían, se dispondrá del margen necesario para ir recuperando los votantes que no han entendido los vaivenes de PSOE en manos de Pedro Sánchez. 

Mientras, en Andalucía una de las pocas opciones de la candidata socialista, que no está dispuesta a asumir su responsabilidad en los resultados y dimitir, pasa por entregarse a Ciudadanos, una formación obligada a asumir el difícil trago de votar junto a Vox o apostar por Díaz. La otra posibilidad -no descartable- sería una nueva convocatoria electoral, que hasta que se produzca obligará a un alejamiento de Sánchez, reforzando el discurso españolista para recuperar a los electores perdidos y con la confianza de recuperar la movilización, un aspecto en el que fallaron los socialistas.

Nadie asume la responsabilidad

Díaz, que en su día fue capaz de retar al líder del PSOE, apunta a los pactos de Moncloa con los independentistas catalanes, Bildu y Podemos del fracaso en los comicios autonómicos y, en parte, a una elevada abstención, efecto del cansancio de los ciudadanos andaluces con la situación política, la complacencia de algunos dirigentes socialistas con la corrupción y los nulos avances sociales y económicos en una comunidad que hasta ahora era el granero de votos de los socialistas.

La sombra de Sánchez y sus pactos han determinado una parte del resultado de las autonómicas, a pesar de que el presidente ha acompañado lo mínimo a la candidata y ha pasado más tiempo durante la campaña fuera de España que en la comunidad andaluza. Pero sin duda otra parte de la culpa ha sido de Díaz, que se ha comprometido un día después de los comicios a tomar nota, convencida de que sus votantes se han quedado en casa ignorando la posibilidad de que hayan entendido mejor los reclamos de otros partidos políticos.

Mientras desde Ferraz, el secretario de Organización socialista y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, señala a la líder socialista, a la que de manera indirecta ha invitado a irse sino consigue gobernar en la Junta, algo que no parece nada fácil. La batalla entre 'susanistas' y 'sanchistas' no ha hecho nada más que comenzar, tras unos comicios que obligarán al socialismo a reinventarse y a reconducir su estrategia, mientras el líder de Podemos, Pablo Iglesias, continúa su apuesta por la alianza con los independentistas y fija un nuevo enemigo en Vox, que ha recibido el voto de muchos indignados que antes auparon a la 'formación morada'  .

Mostrar comentarios