Camp David, el íntimo escenario de un G8 con sabor a crisis

  • Camp David, la residencia de descanso presidencial de EE.UU. con un largo historial diplomático, acoge por primera vez en su historia la cumbre del G8, a la que aportará, por deseo del presidente Barack Obama, el "ambiente íntimo" que caracterizó las primeras reuniones de este grupo.

Raquel Godos

Washington, 17 may.- Camp David, la residencia de descanso presidencial de EE.UU. con un largo historial diplomático, acoge por primera vez en su historia la cumbre del G8, a la que aportará, por deseo del presidente Barack Obama, el "ambiente íntimo" que caracterizó las primeras reuniones de este grupo.

En marzo, la Casa Blanca anunció que la cumbre no tendría lugar en Chicago, como inicialmente estaba planeado para coincidir con la reunión de la OTAN que comienza el domingo, al alegar que en la residencia presidencial se generaría "un clima más distendido".

La residencia, que data de 1942, tiene una gran tradición diplomática: en sus 70 años de historia ha acogido a más de 50 jefes de Estado diferentes.

Ya apenas recién estrenada, en 1943, el entonces presidente de EE.UU., Franklin Delano Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill, debatieron allí los planes para la invasión de Normandía.

También ha sido ya en dos ocasiones sede de cumbres históricas -los acuerdos de Camp David de 1978 que sellaron la paz entre Israel y Egipto o la cumbre en la que Bill Clinton intentó in extremis en 2000 un pacto entre palestinos e israelíes-, pero será la primera vez que acoja la reunión anual de líderes del Grupo de los Ocho (G8).

La residencia de estilo rústico, que cuenta con once cabañas para invitados, tiene una extensión de aproximadamente 50 hectáreas y se encuentra en el condado de Frederick (Maryland), a las afueras de Washington DC.

El ambiente íntimo y la calma que se respiran en Camp David, en un emplazamiento inaccesible al público en las montañas Catoctin, son las principales razones por las que Obama decidió trasladar el lugar de la reunión.

Los líderes de las siete economías más desarrolladas -Canadá, EE.UU., Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón- y Rusia podrán afrontar así lejos de los ojos de la opinión pública y de la manera más franca posible cuestiones "delicadas", como la crisis de la deuda en Europa.

"Cada jefe de Estado o de Gobierno tendrá su propia cabaña, y tendrá la oportunidad, obviamente, de descansar al margen de las reuniones y aprovechar al máximo las instalaciones de Camp David", explicó hoy el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Tom Donilon, en la rueda de prensa previa a la Cumbre del G8.

Según explicó el asesor, los mandatarios volverán así al antiguo espíritu de la cumbre, en la que históricamente los líderes se reunían alrededor de un almuerzo o una cena para debatir los principales asuntos a tratar.

Inicialmente, la decisión de celebrar la cumbre en Camp David causó sorpresa no tan sólo por el cambio de sede de última hora, sino también porque el actual presidente estadounidense, a diferencia de su predecesor George W. Bush, no ha tendido a hacer mucho uso de la residencia.

Obama quería huir de la gran parafernalia que rodea a las cumbres modernas y "volver a lo básico, volver a la intención", que no es otra que "tener a los líderes de las economías más desarrolladas del mundo cara a cara".

Otra de las razones que Obama alegó para el cambio de sede fue la oportunidad de poder desarrollar así conversaciones más informales con los líderes y pasar más tiempo con el nuevo presidente ruso, Vladímir Putin, aunque finalmente éste canceló su asistencia porque se encuentra "ocupado con la formación de su Gobierno".

En su lugar asistirá el expresidente y actual primer ministro, Dmitri Medvédev.

Lo que la Casa Blanca no ha querido revelar es qué criterio ha empleado para adjudicar las cabañas a cada mandatario. No todas son iguales, y unas son más amplias que otras.

"Es información clasificada", se rió hoy Donilon ante las preguntas de los periodistas al respecto.

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