Corrupción, derrotas y desprestigio: el interminable viaje a los infiernos del fútbol brasileño

  • Destrozado en su Mundial, el fútbol brasileño se sumergió hace un año y medio en el episodio más oscuro de su historia, que ahora con sus tres últimos presidentes acusados de corrupción deja en ruinas a un deporte que en este país es mucho más que un juego.

Aquella tarde oscura del 8 de julio de 2014, José María Marin y su sucesor en la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Marco Polo Del Nero, asistieron al desastroso 7-1 de la seleçao ante Alemania desde el palco del estadio Mineirao, en Belo Horizonte.

Como si fuera una metáfora de lo que vendría después, Marin está hoy en prisión domiciliaria en Nueva York, acusado de recibir coimas millonarias por la venta de derechos del fútbol brasileño, mientras Del Nero observa confinado en Rio cómo la Justicia estadounidense estrecha el cerco a su alrededor después de procesarle el jueves por corrupción y lavado de dinero.

La ecuación del desprestigio se completó con la acusación a Ricardo Teixeira, predecesor de Marin y presidente de la CBF durante 23 años, que ya había renunciado al cargo en 2012 ahogado por las denuncias de corrupción.

La gestión durante las últimas tres décadas del que fue durante años el mejor fútbol del planeta, y el único con cinco Copas del Mundo ganadas, quedaba así oficialmente manchada por la estafa, tras años de sospechas.

"Después de Ricardo Teixeira y José Maria Marin, Del Nero acaba de conquistar para Brasil el tricampeonato de las 'Copas del Mundo del Fraude', como dicen la justicia estadounidense y el FBI", escribió el reconocido periodista brasileño Juca Kfouri en su blog.

Justo una semana después de haber renunciado a su puesto en el Comité Ejecutivo de la FIFA, Del Nero siguió las detenciones de los presidentes de la Conmebol y la Concacaf en Zúrich desde la sede de la CBF en un acomodado barrio de Rio.

La justicia estadounidense no puede entrar en este predio que llevó el nombre de José Maria Marin hasta su detención, ya que Brasilia no posee un acuerdo de extradición con Washington.

El jueves 3 de diciembre no comenzó bien para Del Nero, que supo en la mañana que el Comité de Ética de la FIFA le investigaba.

Horas más tarde, la fiscalía estadounidense hacía oficial su acusación, así como la de Teixeira y otros 14 altos jerarcas del fútbol americano, por haber participado en un trama corrupta que habría movido 200 millones de dólares.

Tras meses negando su implicación desde que abandonó Zúrich horas después de la detención de Marin en mayo, el presidente de la CBF pidió licencia de su cargo al inicio de la noche.

Este abogado de 74 años ponía fin así a 231 días al mando del fútbol brasileño. Lo hizo afirmando tener la "absoluta convicción" de su inocencia, pero dejando su sucesión bien asegurada.

Del Nero eligió como su sustituto a Marcus Antonio Vicente, diputado de la poderosa "bancada da bola", una especie de lobby del fútbol en el Congreso brasileño, y uno de sus colaboradores cercanos.

El segundo presidente más breve de la historia de la CBF, que se apartó del cargo para "dedicarse a su defensa", tiene además un tercer flanco abierto: la investigación de la comisión del Senado que dirige el exastro y ahora legislador socialista Romario, uno de sus enemigos declarados, y que ya levantó su secreto bancario y telefónico.

"Cayeron como piezas de dominó: Teixeira, Marin y Del Nero. Todos incurrieron en el mismo crimen, conforme apuntaron las investigaciones del FBI: conspiraron de forma intencional para crear un sistema y defraudar a la CBF", valoró el 'Baixinho' en Facebook.

El desplome de la cúpula que manejó el fútbol brasileño en los últimos 30 años no sorprendió, sin embargo, a muchos en Brasil. Hacía años que las sospechas planeaban sobre Teixeira -que se convirtió en un poderoso ejecutivo de la mano de su exsuegro y expresidente de la FIFA, Joao Havelange, también blanco de denuncias- y Del Nero, habituales de la prensa del corazón.

A Marin siempre le acompañó, además, su controvertido pasado político durante la dictadura militar (1964-1985) y hechos surrealistas como cuando fue filmado colocándose en el bolsillo una medalla en una entrega de premios a los futbolistas juvenilies.

Pero, según la justicia estadounidense, el fraude también bajó a la cancha. En sus 240 páginas de investigación, las autoridades aseguran que las convocatorias de la Seleçao no obedecieron siempre a motivos futbolísticos.

El empresario brasileño José Hawilla -dueño de una de las mayores empresas de marketing deportivo de América Latina, además de acusado y colaborador clave de la justicia estadounidense- "aceptó realizar pagos a la CBF para garantizar que la entidad colocara los mejores jugadores en las ediciones de la Copa América disputadas entre 2001 y 2011", según un trecho del documento reproducido por el diario O Estado de Sao Paulo.

Hasta el balón está ahora bajo sospecha en el país que albergará dentro de ocho meses los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, y donde Marin aseguró que el fútbol brasileño tendrá una gran oportunidad de recuperar el prestigio perdido.

rs/lbc/ma

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