El presidente zambio Rupiah Banda, un hombre amable capaz también de "morder"

  • El presidente de Zambia, Rupiah Banda, que opta a un segundo mandato en las elecciones del próximo martes, tiene fama de político amable y tranquilo que sonríe en público, aunque no le gusta que le tomen por un "osito de peluche", porque -como él mismo ha dicho alguna vez- también es capaz de "morder".

Musonda Chibamba

Lusaka, 18 sep.- El presidente de Zambia, Rupiah Banda, que opta a un segundo mandato en las elecciones del próximo martes, tiene fama de político amable y tranquilo que sonríe en público, aunque no le gusta que le tomen por un "osito de peluche", porque -como él mismo ha dicho alguna vez- también es capaz de "morder".

Nacido el 13 de febrero de 1937 en Gwanda (actual Zimbabue), Banda destacó como un estudiante brillante y fue becado para estudiar en la Universidad de Addis Abeba, punto de encuentro de estudiantes de toda África, en plena efervescencia anticolonial.

En 1960, decidió formarse en Europa y se marchó a Suecia, dónde cursó Economía con otra beca en la Universidad de Lund.

Ese mismo año, se unió al ala juvenil del Partido Unido de la Independencia Nacional (UNIP), del futuro presidente Kenneth Kaunda, y fue el representante del UNIP en el norte de Europa.

Tras diplomarse en Historia de la Economía, regresó a su país para integrarse en la Administración de Kaunda, en la recién proclamada República de Zambia en 1964.

En 1965 fue nombrado embajador de Zambia en Egipto, y en 1967 fue designado embajador en Estados Unidos, donde estuvo dos años.

Regresó a Zambia como jefe de la Corporación de Desarrollo Rural, y posteriormente dirigió el Consejo Nacional de Agricultura.

Pese a su experiencia en el terreno agroeconómico, Banda ha destacado en el mundo diplomático, como embajador y como mediador, una carrera de la que se han congratulado en más de una ocasión.

"El servicio diplomático -ha dicho- fue una lanzadera. Me dio la experiencia necesaria para el Estado, la diplomacia y el Gobierno".

Por eso, fue también representante permanente ante la ONU, dirigió el Consejo de las Naciones Unidas para Namibia, y después ejerció de ministro de Relaciones Exteriores, desde 1975 a 1976, periodo en que trató de negociar un alto el fuego en Angola.

En las primeras elecciones multipartitas de 1991, Banda perdió sus escaño parlamentario ante el candidato del Movimiento para la Democracia Multipartita (MMD), partido que ha dominado la política zambia durante los últimos veinte años.

Tras esa derrota, el hombre amable capaz de "morder" se retiró de la política, se dedicó a los negocios agrícolas y no volvió a la política hasta 2006, con la reelección de Levy Mwanawasa como presidente de Zambia.

Mwanawasa nombró a Banda vicepresidente, en recompensa por su apoyo al MMD, partido del que se hizo militante.

En 2007, el presidente recurrió a él para -con sus dotes diplomáticas- limar asperezas con su colega zimbabuense, Robert Mugabe, tras referirse a Zimbabue como "un Titanic que se hunde".

En agosto de 2008, Mwanawasa murió tras sufrir un derrame cerebral y Banda asumió, por imperativo constitucional, la Presidencia del país y convocó elecciones.

Como candidato del MMD, Banda se impuso por sólo dos puntos al líder del opositor Frente Patriótico (PF, socialdemócrata), Michael Sata, para un mandato de sólo tres años, hasta septiembre de 2011, fecha en la que expiraba el mandato del presidente fallecido.

Desde entonces, Zambia ha experimentado un rápido crecimiento económico del país -el año pasado superó el 7 por ciento- bajo su Gobierno, gracias al encarecimiento del precio del cobre, que ha atraído inversiones para el sector minero, especialmente de China.

Sin embargo, la oposición le acusa de alentar la corrupción y no ser capaz de distribuir los beneficios del crecimiento económico entre los zambios, muchos de los cuales viven en la pobreza.

Casado en segundas nupcias con Thandiwe Banda y padre de dos hijos de ese matrimonio, el presidente conservará su sonrisa si logra la reelección por un mandato de cinco años.

Pero si sale derrotado, el hombre tranquilo podría perder los nervios, porque se arriesga a una posible investigación por supuesta corrupción.

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