El silencioso ascenso de Ciudadanos: el partido de Rivera se lanza a la conquista del centro

    • Sin programa nacional ni líderes territoriales, el partido demuestra su empuje electoral en los sondeos.
    • La formación perfila sus posibilidades para disputar la estratégica batalla por el "centro".

Albert Rivera, líder de Ciudadanos
Albert Rivera, líder de Ciudadanos

Al tiempo que en los sondeos el bipartidismo y el partido de Pablo Iglesias se disputan de manera muy ajustada las tres primeras plazas electorales, Ciudadanos, la apuesta del catalán Albert Rivera, ha ido consolidando su presencia en la escena política española.

Con perfil bajo, sin estridencias, el partido ha irrumpido en cambio con empuje en las últimas previsiones de voto. La última encuesta conocida, de GAD 3 para ABC, le concede once escaños, el 6'3 por ciento de los votos, por encima de UPyD, con 5 diputados, y de IU, que cuenta hoy con el mismo número de plazas y a quien vendría a reemplazar en influencia en la Cámara.

El auge experimentado, de un tiempo a esta parte, por el partido lo había confirmado también, a principios de mes, otro sondeo, el de Metroscopia, en el que, con un 8% de los votos-dos millones de papeletas- la formación se colocaría también por encima de IU y UPyD. La encuesta revelaba un detalle no baladí: Albert Rivera sería el dirigente mejor valorado, con un saldo positivo de +5, muy lejos de Pablo Iglesias, que por primera vez suspendía en calificación de líderes (-13) y a quien parece lastrar cada vez más su exposición mediática y su indefinición de programa.

Los datos son destacados, teniendo en cuenta varios factores: por un lado, que, pese a los siete años desde su nacimiento, es ésta la primera vez que el partido se ensayará en la política nacional. Segundo, porque no cuenta de forma oficial con líder ni estructura para este salto: de momento, Rivera no ha confirmado su aspiración a liderar una lista para las generales, una decisión que ha emplazado a después del verano y a conocer los resultados de las municipales y autonómicas, aunque ese liderazgo se de prácticamente por seguro. Tercero, porque la formación no cuenta aún con ningún representante municipal ni autonómico, fuera de Cataluña.

Pese a estar en proceso "de construcción", hace tiempo que el proyecto de Rivera genera inquietud en los despachos de Génova. Para los populares, que han entendido que su estrategia contra Podemos pasa por enrocarse en el "discurso del miedo", el combate contra este partido, firme candidato a confirmarse como alternativa de centro, se antoja más complicada. El coste electoral que para el PP tiene su irrupción sería incluso mayor que el de la formación de Iglesias: algo más de la mitad de los votos que el partido de Rivera lograría en los comicios procederían del PP, mientras los socialistas se verían en cambio más perjudicados por Podemos. Ciudadanos ha impactado también en UPyD, y desde la formación magenta se asume ya un trasvase de votos, especialmente después de dar por rotas las negociaciones para una alianza electoral. Un desacuerdo que en Ciudadanos atribuyen a la dirección de la formación magenta y que no ha evitado una transferencia "informal", no solo de votantes, también de militantes, cuadros y cargos orgánicos.

Rivera se ha colocado en la casilla de salida hacia la conquista de la centralidad mediante una fórmula de "tercera vía"-así ha denominado a su propuesta- capaz de atraerse tanto a los partidarios de la izquierda, como a los de la derecha. Un espacio determinante en todas las disputas electorales yque hoy, como explicael sociólogo Ignacio Urquizu, en el blog de Metroscopia, tras la irrupción de Podemos y la deriva de los partidos tradicionales se encuentra más "concurrido" que nunca. "En realidad, en el año 2015 donde se jugará el futuro de nuestro sistema de partidos es en el centro", razona en un artículo.

Un voto, explica también Urquizu, marcado por la "orfandad política" de sus votantes, "mucho más críticos respecto a la situación del país" y cuyo porcentaje ha ido en aumento durante toda la legislatura. Su conquista es también deseo de Podemos, quien de manera expresa y en palabras de su líder se propone "ocupar la centralidad del tablero", según clamó en la asamblea ciudadana que proclamó su modelo organizativo.

Como éste, Ciudadanos es un partido nutrido del descontento: de los desilusionados con sus dirigentes de siempre, pero también, de tradicionales abstencionistas y de nuevos votantes, generaciones nacidas ya con una conciencia muy crítica hacia el sistema establecido y cuya conquista populares y socialistas dan ya prácticamente por perdida.

Ello, pese a que Rivera lleva años, antes del estallido de la crisis del bipartidismo, haciéndose hueco en la política catalana como alternativa ante el nacionalismo. Sus resultados, si bien discretos, han mantenido una tendencia ascendente: en 2006, año de su irrupción en el Parlament, logró colocar a tres diputados en la Cámara. Hoy, tiene nueve. Desde las pasadas elecciones de mayo, cuenta además con dos representantes en Bruselas. En los últimos meses, sus previsiones se han disparado.Anclaje en los ayuntamientos

En este escenario, las comparaciones con Iglesias y su partido se antojan inevitables. Al político catalán no le disgustan, más bien le resultan indiferentes, pero sí se esfuerza por marcar líneas rojas que desde hace tiempo sintetiza en un "Podemos es venganza, Ciudadanos, justicia".

Coincidentes en el diagnóstico, difieren en el método, pese a que ambas formaciones siguen ritmos similares. Como el de Iglesias, el partido de Rivera trabaja en la elaboración de un programa, dirigido por el secretario de Acción Política, Antonio Espinosa, y que respira de los principios que hasta ahora han defendido en Cataluña: un proyecto germinado en el liberalismo progresista y el socialismo democrático, que enfatiza un modelo de Estado autonómico con competencias pero sin privilegios y una férrea oposición a los nacionalismos- a los que señalan como culpables del enfrentamiento entre ciudadanos.

El partido se ha dotado también de cierto cariz "asambleario", a través de la propuesta de Movimiento Ciudadano, plataforma impulsada por varios miembros del partido, como el eurodiputado Javier Nart, y que se vertebra en un documento de principios en el que se llama a convertir "la indignación en acción". Presentado por Rivera el pasado mes de octubre como forma soslayada de testar las posibilidades para dar el salto a la política nacional, cuenta hoy con 70.000 adhesiones.

El documento, que habrá de seguir dotándose de contenido,recorre la democratización de los partidos políticos para "abrirlos a la sociedad y hacerlos transparentes e implacables con la corrupción", la extensión del mecanismo de elecciones primarias y las listas abiertas, una "efectiva división de poderes"y la reforma de las administraciones públicas "asegurando los servicios públicos esenciales y suprimiendo burocracias y duplicidades". En la base de las grandes reformas, se situaría la aprobación de un Pacto Nacional por la Educación "que mire a una generación y no a una legislatura o a un gobierno".

Ciudadanos teje su "asalto" a la política nacional, pero, al contrario que el partido de Iglesias, haciéndolo desde abajo. Si Podemos ha desdeñado las elecciones locales-a las que concurrirán bajo la fórmula de agrupaciones de electores, no con marca propia- desde el partido de Rivera las aprecian como posibilidad para consolidarse con firmeza en los territorios. Cuentan ya con el respaldo de varias formaciones regionales y provinciales, como la Unión por Extremadura o el Partido Regional de Castilla y León, que de entrada les suponen unos 300 concejales afines. Pero el objetivo que maneja la dirección es contar con presencia en el medio millar de ayuntamientos donde presentarán candidaturas.

Entre ellos, plazas estratégicas en Madrid, Comunidad Valenciana o Andalucía, donde las previsiones son optimistas. Las alienta el hecho, por ejemplo, de que en las pasadas elecciones europeas, el partido recabó en la Comunidad madrileña el 4'8% de los votos, lo que se traduciría en unos seis escaños autonómicos. Semejantes resultados podrían obtener en la Cámara valenciana. En Cataluña, según la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, serían tercera fuerza, por detrás de CiU y ERC, en empate técnico.

Ciudadanos ha irrumpido ya en un tablero político más disputado que nunca. Por determinar queda ahora cuánto puede contribuir a su fragmentación, y a consolidarse como fuerza alternativa real, más allá del descontento.

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