Tres horas de reunión. Eso fue lo que duró la primera cumbre entre el nuevo líder del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijóo, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Durante ese tiempo, surgió un optimismo precipitado de que, quizá, podrían estar alcanzando acuerdos. Sin embargo, esa esperanza se fue diluyendo. En medio de la negociación, el equipo de Feijóo ya filtró su enfado por no haber recibido la propuesta del presidente hasta el momento en el que se sentaron. Algo de lo que más tarde se quejó el propio político gallego, "hubiese sido mucho más operativo si hubiésemos tenido un orden del día o un papel. Un mínimo de documentación para poder preparar la reunión". Ni siquiera la duración se pudo apreciar como algo positivo, al final no fue más que el mismo tiempo que empleó el presidente para despachar al exlíder de la oposición Pablo Casado en su primera cita en La Moncloa.
"Fructífero". Esta fue la palabra que usó la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, para definir lo que había sido este primer encuentro. Una palabra que chocaba con lo que una hora antes había afirmado Feijóo, "la reunión ha sido mucho menos fructífera de lo que me hubiese gustado". Dos interpretaciones muy distintas que escenificaban la lejanía de sus posturas en un momento en el que la opinión pública pide un gran pacto económico debido a la delicada situación que atraviesa el territorio. Así, según el Banco de España, nuestro país crecerá este año un punto menos del pronosticado -el 4,5%-, la inflación se disparará al 7,5%, el déficit estructural estará en el 5% y la deuda pública superará el 112%.
Pese a la relevancia de la reunión, Feijóo no pudo concretar ninguna medida económica. Sánchez se mantuvo firme desde el inicio y rechazó cualquier tipo de propuesta que el presidente le iba señalando, como bajar el gasto del Ejecutivo o reducir los impuestos. El líder gallego le recordó al presidente que los precios eran los más altos en los últimos 35 años y que era necesaria una respuesta rápida para poder aliviar las cargas fiscales para las clases bajas y medias. Pero sus ofertas chocaban continuamente con un presidente que ya tenía clara la hoja de ruta con la que llevar a cabo una respuesta económica a la actual situación: el Plan de Choque. Una medida que fue aprobada por el Gobierno el martes de la semana pasada. El nuevo jefe de la oposición se negó a convalidar el decreto y le auguró soledad si continuaba con esa actitud.
Durante su intervención dedicó gran parte de su tiempo a aludir a un fenómeno que había sido casi olvidado por la mayor parte de la sociedad española: la inflación. "España es el país de la Unión Europea con un 40% de inflación más que la media de los socios y ante esto el Gobierno tiene que tomar decisiones inmediatas. Desde 2021, los precios suben; y en 2022, antes de la invasión rusa, la inflación en España era del 7,6%, que ha sido el preludio del 9,8% que hemos tenido en el mes de marzo. Frente a otros países, como Francia o Portugal, que se mueven en torno al 5,1 y 5,5%".
Apenas unos minutos después de exponer la realidad que vive España con la subida de los precios, se detuvo para hacer un breve inciso en criticar la utilidad de los fondos europeos, "no están llegando al tejido productivo, solo va a tener una incidencia en el crecimiento de nuestra economía del 0,3%, ocho veces menos de los previsto (2,5%). Se están ejecutando de forma unilateral por parte del Gobierno, utilizando a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos como gestorías o agencias de ejecución". Poco a poco, preparaba el terreno para anunciar su gran plan para combatir este escenario: utilizar el 7% de los fondos europeos (4.900 millones de euros) para que se dediquen a un paquete fiscal útil.
Una medida que serviría, según Feijóo, para financiar deducciones que ya están en vigor. Aunque no concretó más. Según él, el propósito de su medida consiste en que los fondos europeos sean gestionados directamente por los propios ciudadanos y que así se eviten convocatorias que considera muy burocráticas con miles y miles de expedientes y cuyo único fin es sacar subvenciones en las inversiones. El líder gallego propuso a Sánchez que fuesen los ciudadanos los que invirtieran -de acuerdo con los parámetros del reglamento de fondos- y se lo pudieran deducir de forma directa en el impuesto de la renta -y cobrar ya- aquello en lo que habían invertido (hay que recordar que la declaración de la renta ha comenzado este mes). De alguna forma, Feijóo hacia referencia a aquellas personas que, por ejemplo, han instalado una placa solar en su casa; para que puedan deducir ya el coste de esa inversión en la declaración del IRPF.
Feijóo reconoció que este plan -con el que busca cubrir las deducciones fiscales de los ciudadanos- necesitaría previamente el 'sí' de la Unión Europea. Pero él está convencido de que hay artículos del reglamento, en concreto el 3, 4 y 17, que permiten esta forma de ejecución directa. Una idea que al presidente le pareció susceptible de estudiar, aunque se mantuvo escéptico de que se pudiera llevar a cabo. No obstante, fuentes del Gobierno, de momento, han desestimado la propuesta porque aseguran que no concretó la medida y no trajo ninguna documentación.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios