Hostilidad entre independentistas y ataques de brocha gorda ante el 21-D

  • Romeva destaca que el fascismo ha vuelto a España, Arrimadas habla de hacer una auditoría, mientras sigue la lucha por liderar el independentismo.
La candidata a la presidencia de la Generalitat por Cs, Inés Arrimadas, durante un acto de campaña en Girona. EFE/ Enric Fontcuberta
La candidata a la presidencia de la Generalitat por Cs, Inés Arrimadas, durante un acto de campaña en Girona. EFE/ Enric Fontcuberta

La lucha por el poder entre los independentistas ya no se oculta. Desde JxCat se da por amortizado a Junqueras y se pide el voto para que Puigdemont vuelva desde Bruselas como un héroe. ERC cree que este acabará en la cárcel y lamenta que se desperdicien. JxCAT responde que no solo volverá sino en 'loor de multitudes' tras la victoria el 21-D. La CUP exige a ERC volver a la unilateralidad mientras hace guiños a Domenèch, "si tenemos tanto en común no podrán darnos la espalda", y empieza a poner en duda la legitimidad de los resultados electorales, mientras que Arrimadas habla de seny, y Cospedal califica de loco a Puigdemont.

La guerra entre soberanistas empieza a subir escalones. ERC empieza a ver las encuestas y a ponerse nervioso. La fuga de votos hacia Puigdemont es evidente. El exconseller de Justicia Carles Mundó, número 5 de ERC, ha pedido el voto "para un partido con 85 años de historia... y no para uno improvisado hace cuatro días". La polémica no ha quedado ahí. 

Las apelaciones a concentrar el voto soberanista en JxCat están haciendo mella en ERC y hoy su irritación ha aflorado a raíz de un tuit de la exconsellera socialista de Salud y ahora número 81 de la lista de Junts per Catalunya por Barcelona, Marina Geli. "Votar al presidente Puigdemont, votar a Junts per Catalunya, claramente es decir no al 155 y devolver el Govern legítimo actual. Votar a ERC, ¿qué Govern? Claridad y unidad ante la excepcionalidad", ha escrito Geli. El tuit ha provocado las quejas de la exportavoz republicana Anna Simó, que le ha respondido con un lacónico mensaje: "Marina, Marina, no hace falta. Así, no".  Ya no hay abrazos ni sonrisas entre los independentistas.

Tampoco escapa el resto al tono general. Ni recetas, ni propuestas ni política. La CUP no quiere saber tener nada "junto a una monarquía y a un Poder Judicial que nos niega el derecho a la autodeterminación", mientras aún recuerda con nostalgia el 1-O. Romeva eleva las tintas y dice que el fascismo ha vuelto a España y que ahí seguirán si ganan los del 155. Echenique no ha sido más pausado y ha dejado claro que ya se sabe por quién apuesta Aznar, mientras ha criticado que la CUP vaya de antisistema, pero apoye recortes.

Mientras tanto, Inés Arrimadas, la favorita en las encuestas, ha atacado a Puigdemont por sembrar el caos en Cataluña, y se ha comprometido a "recuperar la senyera y el seny" y a acabar con las mentiras. Le queda mucho trabajo visto lo visto y escuchando las declaraciones de los políticos en Cataluña. Ha dejado caer la candidata de Cs algo con más enjundia: la posibilidad de hacer una auditoría en las cuentas de la Generalitat.

ERC por su parte ha lamentado los bailes de Iceta mientras Junqueras está en la cárcel. Echenique tampoco se olvidó del líder del PSC al destacar que "se hace selfies con la extrema derecha". No podía faltar Rufián, que ha calificado a su grupo de anormal por no querer "pertenecer al club de los carcelarios del 155". Y eso, según él, parece ser lo normal.

El candidato del PSC a la Generalitat, Miquel Iceta, ajeno a las críticas, ha manifestado su deseo de convertir al PSC en la "gran casa de acogida" del catalanismo "huérfano" por el proceso independentista. Por su parte desde el PdCAT han vuelto a defender a Puigdemont de las insinuaciones de ERC, que le veía ya inhabilitado para el cargo y del que dudaban su vuelta... si no era para ir a prisión. Quieren que sea su líder y no Junqueras, el que tome las riendas de un independentismo que ya lucha sin cortapisas por el poder, sin socios que valgan.

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