Israelíes y palestinos, el interminable proceso de guerra y paz

  • Israelíes y palestinos, los dos pueblos hermanos semitas, viven con la ofensiva militar israelí en Gaza un nuevo episodio cruento de un interminable proceso de guerra y paz.

Milagros Sandoval

Redacción Internacional, 23 jul.- Israelíes y palestinos, los dos pueblos hermanos semitas, viven con la ofensiva militar israelí en Gaza un nuevo episodio cruento de un interminable proceso de guerra y paz.

Este conflicto, surgido hacia la mitad del siglo XX, se ha convertido en uno de los más antiguos del mundo actual sin que israelíes ni palestinos hayan logrado edificar "dos Estados para dos pueblos", basado en el principio de "paz por territorios" instaurado en la Conferencia de Paz sobre Oriente Medio de Madrid de 1991.

El acontecimiento entonces de ver sentarse a hablar por primera vez en público a una delegación israelí frente a otra jordano-palestina (Israel no aceptó que lo hiciera como entidad solo palestina) suscitó la emoción mediática mundial.

El siguiente eslabón del proceso de paz llegó con los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993, alcanzados en secreto en la capital noruega, que culminaron con la firma de la Declaración de Principios para la paz en los jardines de la Casa Blanca, en Estados Unidos.

La imagen del líder palestino Yaser Arafat dando la mano al primer ministro israelí, Isaac Rabin, otrora enemigo, bajo la mirada del presidente Bill Clinton volvió a tocar de nuevo la fibra de la esperanza mundial.

Pero ni los salones del Palacio Real de Madrid ni los jardines de la Casa Blanca vieron cuajar ese intercambio de "paz" ni de "territorios", ni una verdadera autonomía palestina, que estaba previsto que se alcanzara en cinco años.

Israel salió de Gaza en 2005, pero mantuvo la matriz de la ocupación a las puertas del territorio, mientras que Cisjordania, aunque cuenta con una Autoridad Nacional Palestina (ANP), sigue ocupada.

Tampoco las concesiones de premios Nobel de la Paz en 1994 a Isaac Rabin, Simón Peres y Yaser Arafat por "su gran coraje" y "sus esfuerzos para crear la paz en Oriente Medio", lograron cuajar el entendimiento.

Rabin, entonces primer ministro israelí, fue asesinado en 2005 por un extremista judío, Igal Amir, opuesto al proceso de paz.

Arafat vivió los últimos años de su vida recluido y asediado en la Mukata de Ramala, porque el primer ministro israelí Ariel Sharón no le consideraba "un interlocutor válido para la paz". Muy enfermo, fue trasladado a un hospital de París donde falleció el 11 de noviembre de 2004.

Tampoco planes de paz como el de la Liga Árabe de 2002 ni la hoja de ruta de 2003 del Cuarteto de Madrid consiguieron pasar del papel a la realidad. Como tampoco pasó de una mera declaración la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Ninguno de estos entramados pacificadores ha logrado reparar el daño causado por las guerras árabes-israelíes: la de 1948 supuso la creación del estado de Israel y la "Nakba" o tragedia nacional palestina.

Ese drama se incrementó con la guerra de 1967, en la que Israel ocupó Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental y originó la "Naksa" o nuevo revés. La guerra del 1973, llamada de Ramadán o Yom Kipur, dejó la situación igual.

Y ahora Benjamín Netanyahu emprendió la ultima ofensiva militar en Gaza par destruir las instalaciones de cohetes de Hamás, que apenas suelen causar víctimas.

Las brigadas armadas de Hamás, a pesar de las numerosas bajas civiles entre la población gazatí, no dan señales de estar dispuestas a izar la bandera blanca sin frutos que alivien el cerco a Gaza.

En espera del alto el fuego, igual que ocurrió con las operaciones Plomo fundido (2008) y Pilar defensivo (2012), todo apunta a que, aunque Israel consiga destruir los cohetes y Hamás rebajar la intensidad del bloqueo, les quedará pendiente la victoria de entenderse.

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