Las protestas opositoras ponen a prueba la democracia paquistaní

  • El Gobierno de Nawaz Sharif afrontó un turbulento año con protestas opositoras toleradas por el Ejército que pusieron a prueba la consolidación de la democracia paquistaní, tras el distanciamiento del Ejecutivo frente a las Fuerzas Armadas con el juicio al exdictador militar Pervez Mushárraf.

Shoaib Saleem

Islamabad, 12 dic.- El Gobierno de Nawaz Sharif afrontó un turbulento año con protestas opositoras toleradas por el Ejército que pusieron a prueba la consolidación de la democracia paquistaní, tras el distanciamiento del Ejecutivo frente a las Fuerzas Armadas con el juicio al exdictador militar Pervez Mushárraf.

Catorce meses después de las elecciones que llevaron a Sharif al poder, las primeras después de que un Ejecutivo completase los cinco años de mandato estipulados por ley, las protestas comenzaron a proliferar exigiendo la dimisión del gobernante por supuesto fraude electoral.

Los manifestantes irrumpieron en la llamada "zona roja" de Islamabad, un área de alta seguridad que acoge el Parlamento y otras instituciones públicas, y tomaron momentáneamente las oficinas centrales del canal público Pakistan Television (PTV).

Los militares, que han gobernado el país la mitad de su historia, ejercieron de espectadores y el jefe del Ejército paquistaní, general Rahil Sharif, se limitó a pedir a ambas partes que dialogasen.

Los seguidores de Imran Khan del partido del Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), y Qadri, al frente del Pakistan Awami Tehreek (PAT), paralizaron la capital durante un mes y provocaron la cancelación de visitas de mandatarios extranjeros, entre ellos el viaje del presidente chino, Xi Jinping.

Qadri puso fin a la protesta en octubre y Khan continúa con ella, aunque ya ha perdido casi toda su intensidad.

La neutralidad del estamento militar y el momento en el que ocurrieron las protestas despertaron las sospechas de que el Ejército buscaba desestabilizar al Gobierno de Sharif, y recuperar su histórico control sobre seguridad, política exterior del país asiático y frenar un acercamiento con la India.

A su llegada al poder, Sharif dio luz verde al juicio contra Mushárraf por alta traición por su decisión de suspender el orden constitucional en 2007, un cargo que puede acarrear la pena capital.

Se trata de la primera vez que un dictador militar es juzgado en el país asiático y Mushárraf continúa sin poder salir de Pakistán por orden judicial, a pesar de los numerosos rumores que han señalado que el Gobierno le permitiría salir a visitar a su madre enferma.

Sharif además inició un acercamiento a la India, eterno rival paquistaní con el que ha librado tres guerras, algo a lo que el Ejército se ha opuesto históricamente.

El mandatario paquistaní asistió en junio a la toma de posesión del primer ministro indio, Narendra Modi, y por un breve periodo de tiempo pareció que ambos rivales podrían acercar posturas.

Sin embargo, en octubre comenzaron una serie de violaciones del alto el fuego en la frontera que han causado la muerte de al menos 20 civiles, en una de las peores escaladas de violencia entre ambas naciones en los últimos años.

Otro punto de tensión entre el Ejército y Sharif y fue el inicio en junio de una ofensiva militar contra los insurgentes en la región tribal de Waziristán del Norte, tras el fracaso de las negociaciones del Gobierno con los talibanes, algo que Sharif esperaba retrasar.

En esa ofensiva, que según el Ejército pakistaní arroja un balance de 1.100 insurgentes y 90 soldados muertos, ha reducido el número de ataques un 30%, de acuerdo con el Instituto de Estudios de la Paz de Islamabad.

Sin embargo, un ataque suicida que acabó con la vida de 57 personas e hirió a más de 100 en el puesto fronterizo paquistaní de Wagah a principios de noviembre recordó al país asiático que la lucha contra el islamismo radical no ha acabado.

Si la relación con la India permanece encallada, la situación con su otro gran vecino, Afganistán, parece iniciar una nueva era tras la llegada al poder del presidente Ashraf Gani y el adiós del exmandatario Hamid Karzai.

Gani hizo su primer viaje oficial en noviembre a Islamabad, en una visita cargada de mensajes conciliadores y en la que Sharif remarcó su apoyo al país vecino.

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