Marion Barry, el alcalde que encarnó las virtudes y defectos de Washington

  • Con la muerte de Marion Barry, se cierra una manera de hacer política en Washington D.C., aunque su sombra continuará sobre una ciudad de la que encarnó tanto sus virtudes como sus defectos.

Alfonso Fernández

Washington, 23 nov.- Con la muerte de Marion Barry, se cierra una manera de hacer política en Washington D.C., aunque su sombra continuará sobre una ciudad de la que encarnó tanto sus virtudes como sus defectos.

"Para entender Washington D.C., uno debe entender a Marion Barry", afirmó en su momento The Washington Post, diario con el que tuvo significativos encontronazos.

Líder por los derechos civiles en las complicadas décadas de 1960 y 1970 y originario de Misisipi (EE.UU.), llegó a la Alcaldía de la capital estadounidense en 1979, cargo que ocupó durante tres mandatos consecutivos hasta 1991.

Durante esa década, impulsó la integración de la población afroamericana en las estructuras del Gobierno local, en posiciones para las que hasta su llegada se habían reservado a los blancos, y creó programas de formación para los más jóvenes y ayudas para los mayores, que todavía hoy se recuerdan.

A la vez que trataba de regenerar la política local, era conocida su afición por la noche washingtoniana, sus aventuras extramatrimoniales y sus coqueteos con el alcohol y las drogas.

En la época de la epidemia de crack en la ciudad, que la convirtió en una de las más violentas de Estados Unidos, no eran extrañas las informaciones en medios de comunicación acerca de testigos que aseguraban haber visto al alcalde rodeado de mujeres siempre diferentes y consumiendo droga de manera poco discreta en populares clubes de la ciudad.

Sin embargo, y ante la perplejidad de sus críticos, Barry, un carismático y habilidoso político, seguía ganando elección tras elección.

En 1990, este agitado ritmo de vida saltó a las televisiones y periódicos nacionales e internacionales cuando en una operación del FBI fue arrestado en un hotel del centro de Washington mientras fumaba crack acompañado de una antigua amante.

Barry siempre aseguró que había sido una emboscada, pero cumplió seis meses en una prisión federal y pasó un proceso de rehabilitación para dejar atrás sus adicciones.

Poco después, regresó a la arena pública al presentarse en 1992 como concejal del distrito 8 de la capital, en representación de zonas desfavorecidas en el sureste de la ciudad.

Su lema, "Puede que no sea perfecto, pero es perfecto para D.C.", era toda una declaración de intenciones.

Volvió a ganar y, en 1994, lanzó de nuevo su candidatura para la Alcaldía, donde volvió por todo lo alto en 1995, en uno de los regresos políticos más fascinantes de la historia reciente de Estados Unidos.

Su cuarto mandato estuvo marcado por los problemas financieros de la ciudad y el enfrentamiento con el Congreso estadounidense, dado que como distrito federal gran parte de su presupuesto debía ser aprobado por los legisladores federales.

En 1999, anunció que no competiría por un nuevo mandato.

Tras un tiempo en el sector privado como consultor y un nuevo encuentro con las autoridades policiales que hallaron restos de marihuana y cocaína en su coche en 2002, Barry decidió volver a presentarse como concejal del distrito 8.

Barry, convertido ya en referencia histórica, permaneció en el puesto hasta su fallecimiento, a los 78 años edad, en el United Medical Center de Washington a causa de un paro cardíaco.

En un comunicado, el presidente estadounidense, Barack Obama, el primer afroamericano en la Casa Blanca, se mostró "entristecido" por la muerte de Barry.

"A través de una dilata, a veces tumultuosa vida y carrera, se ganó el cariño y el respeto de un sin número de ciudadanos de Washington, y Michelle y yo trasladamos nuestras más profundas condolencias a sus familia, amigos y constituyentes", indicó el mandatario.

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