Rajoy es de Pontevedra

  • La realidad es que Rajoy nació en Santiago, pero todo el mundo sabe que es de Pontevedra.

José Antonio Vera

Madrid, 18 ene.- La realidad es que Rajoy nació en Santiago, pero todo el mundo sabe que es de Pontevedra.

Por si quedara alguna duda, en la entrevista que el presidente del Gobierno concedió a la Agencia Efe con motivo de la clausura de su 75 aniversario, nos recordó un par de veces, en el "pos" de la reunión, que él es un señor de Pontevedra, o sea, de provincias, o sea, gallego, lo que sin duda explica por qué nuestro presidente es como es.

Prudente al extremo, más que paciente, educado en todo, hermético en lo que hay que ser, y una persona calmada y de orden, bastante normal, de estilo remoto, muy previsible, que habla sin estridencias y aguanta lo que le echen.

En nuestro caso nos aguantó una hora de preguntas y otra casi media de conversación en "off". En "on" respondió a todo y por su orden, casi de memoria, sin mirar un papel, sin tomar una nota, sin beber un sorbo de agua.

Llegó a la entrevista y lo primero que dijo es: "Aquí hace un poco de frío". Se lo agradecimos porque era verdad, y de inmediato cerraron la ventana de cuarterones de la antesala del Consejo de Ministros, donde nos acogió en medio de un decorado de lo más normal. La bandera de España. La bandera de Europa. Un par de sofás y sillones de línea sencilla, una alfombra agotada, acorde con los tiempos, y una suerte de chimenea con sus dorados, el par de candelabros de rigor, y la colección de libros.

Llevaba el presidente unos papeles que pronto dio a sus asesores, de manera que hizo la entrevista de un tirón, aunque al final nos agradeció que fuera sólo de una hora. "A partir de ese tiempo -dijo con su habitual sorna- empieza uno a no controlar del todo lo que dice".

Hablar por hablar, pues Rajoy controla no sólo sus palabras, sino hasta los puntos y las comas, y por supuesto los silencios. El silencio esperado con el que nos obsequió cuando le pedimos el nombre de los candidatos de Madrid y Valencia. Pedir por pedir, pues ya sabíamos la respuesta.

Rajoy luce una barba bien blanca y recortada, y una cierta delgadez fruto de sus cada vez más frecuentes caminatas. Ya no fuma ni puros, pero se le ve contento porque la economía empieza a ir bien, y espera que vaya mejor en breve: un millón de empleos en dos años, una rebaja fiscal sin descartar la segunda, un crecimiento por encima del dos, enfilando al tres, y unos datos de desempleo que quiere bajar como sea del actual 22,9 fatídico.

Le preocupa, y mucho, la corrupción, toda la corrupción, y más aún la que afecta a determinados personajes que militaban en su partido. Pero no cree que este tema le vaya a amargar lo que resta de legislatura. Dado que la entrevista se hizo el jueves por la mañana, fue imposible preguntarle por las "penas ejemplarizantes" que pidió el viernes el fiscal para Bárcenas y la Gürtel. Aunque Rajoy lo tiene claro: "Aquí y ahora, ya no hay impunidad" para nadie.

Dado que el presidente lleva en política desde los 25 años, uno creía que, en las actuales circunstancias, estaría más bien pensando en poner fecha a su ya larga singladura. La sorpresa fue oír que para nada. Rajoy no quiere ni tan siquiera comprometerse con los ocho años de Aznar. Será lo que tenga que ser. O sea, en su caso, un nuevo enigma.

Por eso mis compañeros y yo - los cámaras Juan Ramón Ayala, Juan Manuel Yagüe, Ramón Fontecha, Javier Sánchez Méndez, el fotoperiodista Javier Lizón, y el insuperable José Miguel Blanco- nos fuimos más que contentos no sólo por la entrevista, sino porque le habíamos logrado entresacar al presidente alguna noticia y alguna novedad. Lo que en su caso nunca es fácil.

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