"Señores diputados, necesito dientes nuevos y unas gafas"

  • La queja recurrente de que los diputados son ajenos a los problemas reales de la ciudadanía o se interesan poco por ellos se empeña en rebatirla un organismo poco conocido del Congreso que recibe cada año miles de peticiones de particulares y colectivos con todo tipo de quejas, demandas y temores.

Patricia de Arce

Madrid, 15 may.- La queja recurrente de que los diputados son ajenos a los problemas reales de la ciudadanía o se interesan poco por ellos se empeña en rebatirla un organismo poco conocido del Congreso que recibe cada año miles de peticiones de particulares y colectivos con todo tipo de quejas, demandas y temores.

Se trata de la Comisión de Peticiones, un órgano que recibe cada semana cientos de reclamos y consultas de la sociedad, que han ido aumentando desde el inicio de la democracia hasta superar las 15.000, según fuentes parlamentarias.

En un momento como el actual, en plena crisis económica, con sucesivas protestas o reivindicaciones sociales -el movimiento del 15M, por ejemplo, cumple hoy un año- es bueno saber que hay un lugar al que remitir las quejas o al que plantear medidas, y unos diputados que las escuchan, las leen y las remiten a los organismos que consideran competentes para atenderlas.

Han pasado cinco meses desde que comenzó la décima legislatura, pero ya se tramitan entre trescientas y cuatrocientas peticiones en cada sesión de la Comisión, que se reúne una vez al mes y lo hará con más frecuencia si es necesario, según el presidente de este órgano, el diputado del PP Gabino Puche.

Por pedir, que no quede. Ni la Constitución, que recoge este derecho en su artículo 77, ni la ley que lo regula, ni los reglamentos del Congreso o del Senado -que tiene también su comisión- ponen límites o condiciones a las demandas que quieran enviar los ciudadanos.

Y así, los siete diputados de la Comisión -uno por grupo- leen y tramitan requerimientos tan dispares como quejas de pensionistas por lo bajas que son sus prestaciones, reclusos que protestan por el trato que reciben en prisión o ciudadanos pidiendo nuevas leyes, como una que "controle eficazmente" los actos de los jueces.

Todas éstas son peticiones de la última reunión, celebrada la pasada semana, aunque Puche se acuerda de otras de reuniones anteriores que le llamaron especialmente la atención.

La primera es el caso de un recluso con problemas de vista y la dentadura muy estropeada que explicaba a los diputados que necesitaba una dentadura postiza y unas gafas. Y la comisión remitió su solicitud al Gobierno, en concreto a la vicepresidencia, que se encarga después de mandarla al departamento correspondiente.

También ha admitido el diputado del PP que se interesó personalmente por la triste historia de una mujer que ha trabajado más de cuarenta años pero que no tiene derecho a una pensión, porque apenas ha cotizado en la Seguridad Social. Un caso en el que, reconoce, no es posible hacer nada.

Y aunque no puede evitar una pequeña queja hacia quienes siguen mandando peticiones pese a haber obtenido respuesta y continúan "con la misma cantinela", Puche insiste en el valor que tiene este órgano, que es "sin duda", en su opinión, el que propicia la relación "más directa" entre diputados y ciudadanos.

Según el reglamento del Congreso, la comisión puede remitir las peticiones al Defensor del Pueblo -que es en la práctica el que más recibe-, la comisión parlamentaria que corresponda dependiendo del asunto de que se trate, al Gobierno, los tribunales, el Ministerio Fiscal, así como a la comunidad autónoma, el cabildo o el ayuntamiento que corresponda.

Estos organismos deben responder en tiempo y forma y así lo hace la mayoría, y la respuesta, sea o no la deseada, se remite siempre al ciudadano.

Pero no hay que equivocarse, la Comisión de Peticiones no está para solucionar un problema, sino para servir de correa de transmisión entre la calle y otros organismos que son los encargados de contestar y, en su caso, de resolver la cuestión.

Además, aunque no es obligado, las peticiones se suelen trasladar a los grupos parlamentarios y a las comisiones correspondientes, por lo que pueden llegar a inspirar alguna iniciativa de los partidos que integran la Cámara.

También las iniciativas legislativas populares, cuando son rechazadas, pueden volver a entrar en el Congreso en forma de peticiones.

Aunque la cifra de 15.287 peticiones -que según fuentes parlamentarias se han tramitado desde el inicio de la democracia- puede parecer pequeña, lo cierto es que han ido aumentando progresivamente legislatura tras legislatura.

Lo que tiene claro Puche es que la crisis hará que se multipliquen, porque la ciudadanía cada vez busca más vías para pedir ayuda.

También apuesta el diputado del PP por dar más relevancia a este órgano, una idea que ya han tenido otros partidos, como el socialista, cuando en su programa electoral propuso reformar el reglamento para potenciar las funciones de la Comisión.

Habrá que ver si los partidos se ponen en esto de acuerdo, y mientras, a la comisión le espera en esta legislatura un intenso trabajo escuchando los problemas de los ciudadanos, aunque no pueda resolverlos directamente.

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