¿Qué significa que el PSOE se haya “podemizado”?

  • El mismo presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, ha reconocido que el Partido Socialista se ha excedido en su afán de parecerse a Podemos.

    Los resultados de esta estrategia hablan por sí mismos: sucesivas derrotas electorales y amenaza permanente de fagocitación por parte de la formación morada.

La "podemización" del Partido Socialista ha perjudicado a estos últimos, según el presidente de su actual gestora.
La "podemización" del Partido Socialista ha perjudicado a estos últimos, según el presidente de su actual gestora.
Fernando Bel

“El PSOE se ha podemizado”. Ha sido uno de los titulares más llamativos y polémicos de las declaraciones de realizadas en la mañana del martes por Javier Fernández, presidente de Asturias y actual cabeza de la gestora socialista que dirige el PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez.

Fernández criticaba así que el PSOE hubiera incorporado en los últimos años usos, actitudes y lenguajes más propios de partidos emergentes que de formaciones como la suya, “que tienen casi 140 años de historia”.

En efecto, los nuevos responsables socialistas han querido hoy resaltar el problema “técnico” que existe para la formación de un Gobierno muy por encima de las discrepancias “ideológicas” que les separa del PP. Al PSOE surgido tras una de sus peores crisis de las últimas décadas le aprieta la urgencia de facilitar un gobierno, que pasa ineludiblemente, y aunque les pese mucho, por Mariano Rajoy.

Este nuevo escenario ha supuesto un cambio claro en el proceso de ‘podemización’ al que se ha referido Fernández. Si hasta hace pocas semanas Sánchez seguía enrocado en “no es no” y abordaba conversaciones con partidos nacionalistas catalanes, hoy el PSOE ha descartado esa posibilidad. Los ecos del escandaloso comité federal del pasado sábado desaconsejan por completo esa posibilidad. El mismo exsecretario de Organización, José Blanco, lo ha descartado esta mañana.Reedición del cordón sanitario anti-PP

Pero hasta hace muy poco la unión PSOE-Podemos-nacionalistas ha parecido posible, animados por el ejemplo de “cordón sanitario anti-PP” que ha funcionado en gobiernos autonómicos como Valencia, y en ciudades clave como Madrid.

(Te interesa leer: A Pedro Sánchez solo le falta el 'sí' de ERC para ser presidente del Gobierno)

A ello ha contribuido sobremanera un discurso predominante en la izquierda española desde la catastrófica derrota en las generales de 2011; un discurso que repetía el mismo estribillo que supo aprovechar Podemos desde su irrupción en la política española: “El PSOE se ha separado de la gente”.

La crisis de liderazgo en la que lleva sumido el socialismo español desde hace años ha elevado la cuestión de la representatividad a la cúspide del debate interno. ¿Es democrático el funcionamiento interno de los partidos? ¿Es adecuado que las cúpulas  se elijan mediante oscuros procedimientos de avales y delegados? Fueron los movimientos ciudadanos como el 15M, tan alejados en su origen de los usos y costumbres de los partidos políticos tradicionales, quienes instalaron en la agenda pública esta cuestión. Y los socialistas se sintieron compelidos a ofrecer una respuesta convincente.Legitimidad democrática a cualquier precio

Los representantes del PSOE se arrojó desde entonces a un frenesí desbocado en la búsqueda de la legitimidad a cualquier precio, e incorporó las primarias en su reglamento, a modo de “fórmula mágica” para resolver este problema. Pero no se detuvo a considerar los efectos secundarios que tal manera de proceder podría acarrear en un partido fuertemente estructurado.

Las asambleas ciudadanas con las que Podemos quiso reflejar una manera de hacer política pasaron a formar parte de la escenografía de Pedro Sánchez incluso en sus mítines de campaña: discursos a pie de plaza, micrófono en mano, o sentado en un taburete rodeado de gente joven, o entrevistas informales como las que sostuvo en El Hormiguero, intentaron combatir ese mensaje machacón y desgastante de Podemos al referirse a los socialistas: “Ellos dicen una cosa cuando están en la oposición y hacen otra cuando están en el poder”.

Una vez consumadas las sucesivas derrotas electorales, pero habiendo superado por dos veces el tan temido ‘sorpasso’, Pedro Sánchez se empeñó por seguir desmintiendo con hechos los malos agüeros lanzados desde la industria mediática y parlamentaria podemita: “El PSOE y el PP (o sea, la tan traída casta) impedirán un gobierno por los intereses de la gente liderado por Podemos”.Alianzas autonómicas y municipales

Los pactos de gobierno municipales, que privilegiaron las alianzas con Podemos frente a cualquier atisbo de acuerdo implícito o explícito con el PP, respondían a esta estrategia.

Cuando se acercaron las elecciones del 20D, Sánchez se empeñó en elevar el tono de su crítica para parecer más anti-Rajoy que nadie. El polémico “usted no es una persona decente” que espetó el candidato socialista al presidente del Gobierno en pleno debate electoral evidenciaba una voluntad, casi desesperada, de dinamitar cualquier puente con el PP. Pretendía también lanzar un mensaje inequívoco al electorado socialista huído por decenas de miles hacia las redes de Podemos: “La verdadera oposición a la derecha pasa por el Partido Socialista”.

Llegados a este punto, y después de sucesivas derrotas electorales que se distinguían de la anterior solo en su profundidad, un ruido de sables comenzó a sonar en las principales baronías del PSOE. Obedecían a tres motivos fundamentales:

Uno, que a consecuencia de los dos puntos anteriores, las baronías notaban cómo perdían miles de votos en su propios municipios.

Dos, que las autonomías dependen de transferencias económicas que un gobierno central en funciones no estaba en condiciones de garantizar en las condiciones que precisaba cada territorio.

Y tres, que cualquier gobierno alternativo al de Rajoy pasaba por unos partidos a quienes los votantes de los grandes feudos socialistas, sobre todo Andalucía, no podían ver ni en pintura: los separatistas catalanes. No fue casualidad que la presidenta del partido en Andalucía, Susana Díaz, se haya erigido como la cabeza visible de la oposición interna a la deriva podemita de Pedro Sánchez.

Deriva que desembocó, según palabras de la misma líder andaluza, en el espectáculo lamentable del comité federal el pasado sábado.

Sigue @martinalgarra

//

Mostrar comentarios