Veinte años después de los Acuerdos de Oslo el Estado palestino es una utopía

  • Veinte años después de los Acuerdos de Oslo, israelíes y palestinos tratan de resolver su histórico conflicto sin que las actuales negociaciones de paz parezcan abrir un verdadero horizonte al establecimiento de un Estado palestino.

Daniela Brik

Jerusalén, 12 sep.- Veinte años después de los Acuerdos de Oslo, israelíes y palestinos tratan de resolver su histórico conflicto sin que las actuales negociaciones de paz parezcan abrir un verdadero horizonte al establecimiento de un Estado palestino.

Fue un 13 de septiembre de 1993 en una escalinata de la Casa Blanca ante la presencia del entonces presidente de EEUU Bill Clinton, cuando el primer ministro israelí Isaac Rabin y el dirigente palestino Yaser Arafat protagonizaron uno de los apretones de manos más reconocidos de la historia moderna.

Con este gesto, impreso en la retina de muchos, Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), sellaban aquellos promisorios acuerdos con los que se comprometían a buscar una solución permanente al conflicto palestino-israelí.

Oslo supuso la creación -de forma interina- de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con el objetivo de negociar un acuerdo permanente en el plazo de cinco años, misión que dos décadas después sigue estancada en el mismo punto de partida: la negociación.

"Hubo algunas cosas positivas en los Acuerdos de Oslo, como que los temas importantes fueran puestos en la agenda para alcanzar un acuerdo definitivo", declaró esta semana el destacado miembro de la OLP, Nabil Shaat, en un encuentro en Ramala con periodistas.

Este dirigente, también asesor presidencial, subrayó que dicho memorando "incluía que ninguna parte haría nada que pudiese perjudicar una solución definitiva", y reveló que el hoy presidente palestino, Mahmud Abás, entonces firmante del documento en representación de la OLP, "aseguró que (la cláusula) se refería al cese asentamientos".

El cese de la construcción en las colonias judías en el territorio ocupado ha sido una de las principales demandas palestinas para retomar el actual diálogo con Israel, que estuvo estancado cerca de tres años tras entrar en barrena en 2010 después de un efímero intento negociador de tres semanas.

Ambas partes reanudaron el proceso a finales de julio por presiones estadounidenses, si bien los anuncios por parte de Israel en agosto de construir 2.000 nuevas viviendas en asentamientos de Cisjordania y Jerusalén Este enfurecieron a los palestinos.

Desde 1967 Israel ha establecido más de 150 asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, además de un centenar de enclaves que su propia legislación considera ilegales, que en su totalidad son hogar de más de 520.000 israelíes, de acuerdo a datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).

Los asentamientos son uno más de los múltiples obstáculos que se han encontrado en el camino israelíes y palestinos.

El impacto que tuvo el asesinato de Rabin a manos de un extremista judío dos años después de Oslo, la posterior victoria de la derecha en Israel, la oleada de atentados suicidas palestinos o el estallido de la Intifada de Al Aksa en septiembre de 2000, fueron retrasando las fases del proceso indefinidamente.

"El asesinato de Rabin afectó de manera fundamental a la muerte de los fundamentos de Oslo (...) El cantante a veces es más importante que la canción", reconoció Shaat.

Pese a que muchos de los objetivos marcados en Oslo han quedado en papel mojado, el presidente israelí, Simón Peres, galardonado con el Nobel de la Paz en 1994 junto a Rabin y Arafat, cree que el camino abierto y su legado siguen siendo importantes.

"Oslo fue la decisión correcta, sin ello estaríamos en una situación terrible. Sin Oslo habría un único campo árabe, un campo enemigo", declaró el jefe del Estado israelí en una reciente entrevista radiofónica.

Esas afirmaciones adquieren relevancia en el contexto de la inestabilidad regional en los países árabes vecinos, en particular en Egipto y Siria, protagonistas hace cuarenta años de la guerra del Yom Kipur.

A su entender, sin Oslo, "no habría Abu Mazen (apelativo de Abás), no habría con quién sentarse. En cambio, tenemos a Abu Mazen que dice que no desea regresar a Safed o Yafo (en Israel), que dice que está a favor de la paz, a favor de un Estado judío".

Esos acuerdos, que siguieron a la Conferencia de Paz de Madrid (1991), fueron la antesala de otros intentos fallidos de negociación como las conversaciones de Camp David (2000) entre Ehud Barak y Arafat con la mediación de Clinton, o el diálogo en Taba en 2001.

En 2007 y con mediación de Washington, Ehud Olmert y Abás se comprometieron a alcanzar un acuerdo de paz a finales de 2008, objetivo que no se cumplió, pese a que se consideró el último intento serio de negociación, al que siguió "la foto" de septiembre de 2010 del presidente palestino y Benjamín Netanyahu.

Pese a que no se ha establecido un Estado palestino, no todo ha supuesto un retroceso desde que se inició el diálogo.

En 2005 bajo Ariel Sharón, Israel evacuó a 8.000 colonos y soldados de la franja de Gaza y los palestinos se apuntaron un logro importante con el reconocimiento el 29 de noviembre de 2012 de la ONU como Estado observador no miembro de la organización.

Y gran parte de la comunidad internacional apoya una solución de dos Estados negociada al eterno conflicto de Oriente Medio sobre los pilares que se levantaron hace dos décadas en los históricos Acuerdos de Oslo.

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