El arte de decir "no": cómo rechazar peticiones poco realistas en el trabajo

  • Decir “no” a una petición en el trabajo no siempre es fácil. Pero, si nunca rechazamos nada, el escenario puede volverse extremadamente complicado
Stop, don´t do it. / Pexels
Stop, don´t do it. / Pexels

No siempre es fácil negarse a realizar una tarea en el trabajo, pero a medida que uno avanza en su carrera se da cuenta de lo importante que es saber priorizar las tareas y aprender a rechazar determinadas exigencias que son imposibles de cumplir.

Decir “no” a una petición en el trabajo no siempre es fácil. ¿Cómo negarse a abordar una tarea para la que te requiere tu jefe? ¿De qué forma le puedes explicar al cliente que los tiempos impuestos no son realistas? Pero, si nunca rechazamos nada, el escenario puede volverse extremadamente complicado.

Como explica la especialista en gestión del tiempo Elizabeth Grace Saunders en un artículo para 'Harvard Business Review', decir “no” marca la diferencia entre tener una agenda disponible o abarrotada, entre tener demasiadas tareas o las necesarias y entre trabajar con estrés o sin él.

Existen unas reglas básicas para rechazar educadamente las peticiones del trabajo que no podamos atender, pero a la hora de valorar nuestros rechazos debemos pensar también en situaciones concretas. Y, como explica Saunders, hay tres áreas críticas para las que se nos suele pedir más tiempo del que disponemos.

1. Reuniones

Hemos hablado largo y tendido de lo perniciosas que pueden ser las reuniones si no se gestionan adecuadamente. Si aceptas participar en todas las reuniones que te propongan, ya sean encuentros de trabajo, eventos o comidas más o menos informales, tendrás la agenda repleta y no te quedará tiempo para sacar adelante el trabajo real.

Antes de aceptar un compromiso de este tipo piensa siempre cuánto tiempo va a consumir y a cambio de qué. Piensa también si eres la única persona que puede atenderlo. El arte de delegar va parejo al arte de decir “no”. Cierto es que no podemos negarnos a todo lo que nos piden, pero siempre se pueden buscar alternativas y dividir el trabajo de forma equitativa entre compañeros. Si no sabes decir “no” y tu compañero es un maestro en el arte de la negativa vas a acabar exhausto.

“Decir no a los compromisos de tiempo que no se ajustan a tus prioridades o necesidades puede conllevar una pequeña cantidad de incomodidad inicial, pero ahorra muchas horas de tiempo al final”, concluye Saunders.

La celebración excesiva de reuniones puede esconder una mala gobernanza. / Pexels
La celebración excesiva de reuniones puede esconder una mala gobernanza. / Pexels

2. Tareas

No es fácil rechazar trabajos en el trabajo, al fin y al cabo estás ahí para abordar tareas, pero cuando se acumulan los encargos de forma poco realista –algo que por desgracia es demasiado habitual– solo hay tres resultados posibles: los trabajos se hacen, no llegan a tiempo o salen a costa de tu salud.

Para romper este ciclo es importante aprender a rechazar las peticiones que no se ajustan a la lógica o, sencillamente, no te corresponden. Muchas veces aceptamos tareas que, en realidad, debería hacer otra persona, y es importante que aprendamos a imponernos. En este sentido, explica Saunders, es importante que no aceptemos tareas voluntarias si no tenemos tiempo para realizarlas.

Muchas veces se pregunta en una reunión “¿quién puede encargarse de esto?” y, como personas trabajadoras que somos, nos presentamos voluntarios sin pensar antes si realmente tenemos tiempo para abordar el cometido. En estos casos lo mejor es callarse y, ante un silencio general, que sea el jefe quien reparta el trabajo. Esa es en definitiva su tarea, y muchos directivos la obvian con ánimo de quedar bien con todo el mundo.

3. Tiempos de entrega

En ocasiones lo que falla no es que la tarea no te corresponda, sino que los tiempos que se asignan para entregar estas son poco realistas. Esta es quizás la exigencia más difícil de rechazar, pues eres el encargado de realizar la tarea y explicar que no tienes suficiente tiempo se puede interpretar como que no trabajas suficiente. Pero es decisivo aprender a frenar los tiempos de entrega poco realistas, que son el mal de muchas empresas.

Como explica Saunders, no siempre es posible rechazar un ‘deadline’ impuesto, pero hay formas de lograrlo. Lo mejor es no optar por una negativa directa, del estilo a “es imposible que lo hagamos”, sino por ofrecer alternativas: “Para mañana no lo puedo tener listo, pero creo que llegaremos para tenerlo dentro de dos días”. Esto puede molestar a alguien, pero permite, también, que las peticiones se hagan con mayor antelación.

Hay situaciones en las que es muy difícil rechazar un tiempo de entrega, pero si te ves desbordado es importante que hables con tu jefe y le expongas las situación en la que te encuentras para que tome medidas. Si ha repartido el trabajo de tal forma que es imposible sacarlo adelante es su problema, y debes hacérselo saber (educadamente). Quizás se necesita implicar a más personas en el proyecto o repartirlo mejor, pero lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.

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