Este joven quiere frenar la desigualdad financiando empresas que nadie elegiría

  • El emprendimiento podría ser una solución para la desigualdad, pero la desigualdad es un impedimento para el emprendimiento
Daniel Gross. / Pioneer
Daniel Gross. / Pioneer

Lo denunciaba la ONG Oxfam coincidiendo con la celebración del Foro de Davos: En 2018, 26 multimillonarios acumularon más dinero que la mitad más pobre del planeta, esto es, 3.800 millones de personas.

La desigualdad es un problema que afecta a todo el mundo, pero no hay una receta única para solucionarla. La redistribución de la renta, gravando con impuestos a las grandes fortunas y las empresas puede ayudar, pero también lo haría una igualdad de oportunidades que brilla por su ausencia, también en las sociedades supuestamente desarrolladas.

Los individuos que obtienen fondos de capital de riesgo para sus nuevas empresas o que acceden a los trabajos de ingeniería bien remunerados tienden a ser desproporcionadamente hombres, blancos (o asiáticos) y graduados de universidades de élite: universidades que solo las familias pudientes pueden costear.

Un estudio reciente mostraba como los ganadores de la Olimpiada Internacional de Matemáticas están distribuidos por todo el globo, pero los ganadores de países ricos tienen una probabilidad mucho mayor de continuar produciendo un trabajo matemático significativo.

El discurso de la meritocracia, que debería garantizar la igualdad de oportunidades en una sociedad capitalista, se cae por su propio peso. El emprendimiento podría ser una solución para la desigualdad, pero la desigualdad es un impedimento para el emprendimiento: no todo el mundo se puede permitir dejar de trabajar para perseguir una idea de negocio, pero es que, además, el acceso a la financiación está enormemente limitado por el nivel socioeconómico de los potenciales emprendedores.

Por mucho que se insista en lo contrario, las inversiones de riesgo, también en el moderno Silicon Valley, no funcionan de forma muy distinta a como lo hacían en el siglo XVIII: se mueven entre amigos de amigos, círculos de poder y restaurantes caros.

Hay excepciones, claro. Y hay quien llega a lo más alto desde los lugares más inesperados. Es el caso de Daniel Gross. Como cuenta Jeff Bercovici en Inc., este programador israelí creció en una comunidad religiosa de Jerusalén. Aunque su padre era profesor de informática, sus padres se negaron a que pudiera acceder a Internet en casa, pero aprendió a programar en el colegio y con 18 años, mientras cursaba el servicio militar obligatorio, se presentó a Y Combinator, un programa de emprendedores en San Francisco. Fue seleccionado y su vida cambió por completo. De lo contrario, asegura, “todavía estaría atrapado en Israel. Tal vez sería un judío ortodoxo, casado y con 12 hijos”.

Pioneer quiere crear una comunidad de emprendedores de todo el mundo. / Pexels
Pioneer quiere crear una comunidad de emprendedores de todo el mundo. / Pexels

Invertir en las mejores ideas, sin importar su procedencia

En San Francisco, gracias al programa de emprendimiento, Gross fundó la compañía Cue, que vendió en 2013 a Apple por más de 40 millones de dólares. Tras la venta estuvo unos años como directivo de la compañía de Cupertino liderando varios proyectos de inteligencia artificial. Hoy ha dejado Apple y su principal objetivo es lograr que otras personas como él accedan a inversiones que, sin ayuda, le quedarían vetadas. ¿Cómo? Eliminando las barreras que impiden a los emprendedores más favorecidos accedes a la financiación. Y para ello Gross ha diseñado una suerte de videojuego, que es la base de su nueva compañía: Pioneer.

Cada mes, organiza un torneo masivo en internet dirigido a personas que realizan todo tipo de proyectos: nuevas empresas, organizaciones sin ánimo de lucro, investigaciones científicas, novelas… Cualquier cosa. Los participantes votan en los proyectos de los demás, otorgando crédito por las actualizaciones de estado que reflejan la evidencia del progreso. A final de mes, un panel de expertos –formado por personalidades relevantes de la tecnología y la economía– revisa los proyectos que han obtenido las mejores puntuaciones y seleccionan desde un puñado hasta una docena de ganadores.

Este sistema permite escoger proyectos que de otra forma tenían todas las papeletas de caer en el olvido. La segunda cohorte de "pioneros", anunciada la semana pasada, incluye a un joven estadounidense y otro australiano, pero también a un ingeniero de 24 años de Ghana que está construyendo una plataforma de reservas tipo Thumbtack para vendedores de servicios locales seleccionados; un par de jóvenes de 22 años de la India que trabajan en un asistente de conducción digital; y un periodista malasio de 23 años que escribe sobre la infancia y juventud de personajes ilustres.

Cada ganador recibe 1.000 euros más un billete de avión a San Francisco, donde tendrán la oportunidad de encontrarse y establecer contactos con mentores. Aquellos que quieran impulsar su proyecto a través de una empresa serán elegibles para recibir una inversión de Pioneer.

El programa incluye además una suerte de sistema de redistribución. Aquellos “pioneros” que inician empresas exitosas tendrán después que financiar los proyectos de quiénes vengan después. Según los términos del concurso, aceptar el dinero del premio requiere otorgarle a Pioneer el derecho de invertir hasta 100.000 dólares en cualquier ronda de financiación, con un aporte máximo del 20 % por ronda. Gross quiere captar parte del valor que financia para seguir financiando nuevos proyectos.

“Es un intento de encontrar a las personas más brillantes del mundo, dondequiera que estén, e identificar intervenciones baratas y escalables que puedan ayudarles a alcanzar sus objetivos”, asegura Gross en la presentación de Pioneer. “Quiero proporcionar algunos de los beneficios no intuitivos de Silicon Valley a muchas más personas”. Y, así, asegura, ayudar a reducir la desigualdad.

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