Un truco 'elemental'

El método Loci que mejora la memoria, el arma secreta de Sherlock Holmes

Hay muchas formas de retener información en nuestra mente y el también conocido como 'Palacio de la memoria' es una de las más populares.

Robert Downey Jr como Sherlock Holmes.
El método Loci que mejora la memoria, el arma secreta de Sherlock Holmes. Robert Downey Jr en la versión creada por Guy Ritchie en 2009.
Warner Bros

¿A quién no le gustaría ser capaz de resolver misterios como Sherlock Holmes? ¿O, al menos, de tener una capacidad de razonamiento tan elevada? La mala noticia es que no existe fórmula alguna para conseguir esto último, más allá de dedicar toda una vida al estudio y la observación. La buena es que lo que cualquier mortal sí puede aprender es la técnica utilizada por el mítico personaje de ficción para mejorar su memoria: también conocido como 'Palacio de la memoria', el método Loci sirve tanto para deducir quién es el asesino a través de pistas 'elementales' como para estudiar unas oposiciones.

En el caso de conocido detective londinense, se trata de un arma más que nace del proceso deductivo que utiliza en cada uno de sus casos: la mente de Sherlock Holmes funciona como una gran enciclopedia que parte de los conocimientos ya adquiridos para hacerse una idea general del problema; después, reúne pruebas para formar una hipótesis que, en última instancia, tratará de validar. En realidad, es prácticamente el mismo esquema que sigue el método científico (hipotético-deductivo) y se basa utilizar el conocimiento ya asentado para tratar de explicar un caso en particular. Y, por eso, una de las fases más importantes es la recolección de las pistas.

Desde los libros de Arthur Conan Doyle hasta las versiones más modernas -como las películas de Guy Ritchie protagonizadas por Robert Downey Jr. o la serie de la BBC-, el personaje de Sherlock Holmes destaca por su capacidad casi infinita para recordar detalles de una escena de un crimen que a la mayoría se nos pasarían por alto: el color de una cortina, el olor que desprende una flor muerta en un jarrón, la disposición del mobiliario... Ahí reside la gran ventaja intelectual del detective: en su prodigiosa memoria. Sin ella, su mente preclara y sus vastos conocimientos de todo tipo no servirían de mucho, ya que no dispondría de pistas suficientes para desentrañar su significado.

Un método utilizado desde el siglo VI a.C.

Es en este punto donde entra en juego el método Loci. Se trata de un proceso mnemotécnico que consiste en colocar cualquier información en la mente en un lugar concreto con el que se esté muy familiarizado, por ejemplo, tu propia casa o tu despacho. Para ello, primero hace falta transformar toda esa información en imágenes: el gran y bendito problema de Sherlock Holmes es que es capaz de recordar con total precisión tanto un aroma como una sinfonía de Beethoven. Por eso, antes de nada necesita convertir un olor de un veneno en la imagen de su planta o una melodía concreta del músico en su cara, por ejemplo.

Después, Sherlock Holmes coloca esas imágenes que acaba de crear en mente en ese espacio conocido, pero en situaciones lo más inverosímiles posibles: esa planta creciendo en medio de la alfombra o Beethoven vestido de criada limpiando las ventanas. Cuanto más extraño, mejor. Esto se debe a que la amígdala, responsable de ordenar al cerebro retener imágenes, tiende a recordar con más fuerza aquellas que son más particulares, mientras que tiende a discriminar las que vemos con mayor frecuencia a diario. De ahí que para construir un 'Palacio de la memoria' con muchos imputs o información, sea buen idea llenar tu casa de personajes en situaciones rocambolescas para recordarlos mejor.

El término 'loci' es una palabra latina, que significa "de los lugares" y es el nombre que le dio Cicerón, el cual lo usaba para memorizar los discursos que iba a dar ante el Senado Romano. Sin embargo, este método es bastante más antiguo: ya en el siglo VI a.C. el poeta griego Simónides de Ceos lo utilizaba. Cuenta la anécdota que Simónides fue invitado a cenar en casa de un rico junto a otras 11 personas. Tras marcharse el primero de velada, se produjo un terremoto y los 12 comensales murieron en el interior de la casa. Simónides volvió después a identificar los cuerpos de los fallecidos. Lo consiguió, aunque no por sus rostros -habían quedado muy desfigurados-, sino porque era capaz de recordar el lugar exacto donde cada uno estaba sentado en el banquete.

En Psicología, una situación tan impactante -y rocambolesca- como la que vivió el poeta griego puede ser la razón de que su memoria fuese capaz de recordar un detalle tan poco evidente como la posición exacta de los comensales durante la cena. Así, cuando Sherlock Holmes accede sus recuerdos sigue un proceso similar al de Cicerón o Simónides: coloca cada pista en un lugar concreto de su palacio mental y, después, le añade ese punto extraño e impactante para asegurarse de que es capaz de recordar absolutamente todo. Probablemente, al resto de los mortales nos haga falta entrenar mucho esta técnica hasta llegar a dominarla; pero si se consigue, es probable que estudiar algo tan extenso como unas oposiciones sea mucho más sencillo.

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