¿Tiene sentido comprar deuda española cuando ofrece rentabilidades negativas?

Fotografía de billetes de euro.
Fotografía de billetes de euro.
Foto de Dom J en Pexels.

El temor a una recesión, a que la guerra comercial descarrile, a un Brexit sin acuerdo o al pinchazo de los emergentes están moviendo cantidades ingentes de dinero de la renta variable a la renta fija. La deuda soberana que ya ofrece rentabilidades negativas a nivel mundial se ha disparado un 50% en apenas tres meses y supera los 15 billones de dólares (13,46 billones de euros). Ahora mismo, todos los bonos españoles con plazos inferiores a 10 años cotizan en negativo y éste último está prácticamente a cero. Los inversores buscan ponerse a cubierto en este tipo de activos, considerados más seguros, a sabiendas de que tendrán que pagar un interés por ello en vez de recibirlo. Por muy contradictorio que esto pueda parecer, hay un buen puñado de razones por las que este movimiento tiene todo el sentido del mundo.

Hay determinados inversores, como pueden ser las compañías de seguros, las entidades financieras o un estado, que necesitan contar con unos pagos periódicos. Adquieren deuda por su carácter de activo refugio con la idea, además, de beneficiarse del cupón que llevan asociado y así obtener unos ingresos constantes mientras la mantengan en su cartera. No les importa tanto que rente en negativo, como poder ir recibiendo esa especie de dividendo periódico, explica a La Información José María Luna, de Luna-Sevilla Asesores Patrimoniales

Otros, compran ese activo asumiendo su rentabilidad negativa porque esperan que ésta se hunda aún más, lo que al mismo tiempo dispara su precio (que en la deuda se comporta en sentido contrario a la rentabilidad). En su caso, puede vender esos títulos en el mercado secundario sin tener que esperar a la fecha de vencimiento y beneficiarse de que el activo se ha revalorizado.

Están además los fondos de inversión y los planes de pensiones que están obligados a adquirir este tipo de activos (por ejemplo, un porcentaje concreto en bonos españoles) y a tenerlos en sus carteras. En este caso, se apoyan en Estados que son "buenos pagadores", explica Luna, como puede ser la deuda estadounidense, japonesa o la española; y huyen de los que no lo son. Ante una crisis, este tipo de inversor necesita contar con activos "que le blinden" y con los que no pierda todo lo invertido

Los depósitos y las divisas... también cuentan

En momentos de inflación muy baja, los bancos centrales pueden situar en negativo la tasa de los depósitos con la que remuneran a los bancos (el Banco Central Europeo la mantiene en el -0,40%). El objetivo de esta medida, tal y como recuerdan desde el broker Self Bank es que a las entidades no les compense dejar aparcado su dinero en el emisor y concedan créditos a familias y empresas, para que éste fluya a la economía real. Puede darse el caso así de bancos que estén dispuestos a comprar bonos soberanos con rentabilidades que, si bien son negativas, ofrecen más que su banco central, además de un grado notable de seguridad. Es el caso de países periféricos como el nuestro, con rentabilidades negativas en los tramos inferiores, pero no tanto como la que exige por ejemplo la deuda alemana para los mismos vencimientos.

También les puede compensar adquirir deuda con rentabilidad negativa a los inversores extranjeros que apuestan por que su divisa de referencia vaya a depreciarse en relación a otra. Sería el caso, por ejemplo, de un inversor español que crea que el dólar va a ganarle terreno al euro y que, por ello, compre bonos americanos denominados en dólares que estén cotizando en el mercado con una rentabilidad negativa. "Si la jugada le sale bien, la subida del dólar compensará el efecto adverso de la rentabilidad negativa del bono en sí", explican desde la firma de inversión.

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