En EEUU

Repercusiones del default efímero en 2011: desplomes en bolsa y repunte de los bonos

Joe Biden, exvicepresidente en la era Obama, busca acercar posturas con los republicanos tras retrasar su agenda internacional, conocedor de los efectos que provocó elevar el techo de deuda dos días antes de la fecha límite. 

Repercusiones del default efímero en 2011: desplomes en bolsa y repunte de los bonos
Repercusiones del default efímero en 2011: desplomes en bolsa y repunte de los bonos
EFE

El 'día x' para Estados Unidos se acerca. El próximo 1 de junio el Gobierno norteamericano se quedará sin reservas para hacer frente a sus obligaciones financieras. Una fecha señalada en el calendario que ha hecho girar todas las miradas del mercado hacia este país con el tiempo corriendo en contra. Aunque la reunión mantenida este martes entre el presidente del Gobierno, Joe Biden, y el líder del partido republicano en el Congreso, Kevin McCarthy, acabó sin acuerdo, desde ambas partes han intentado trasladar un mensaje de optimismo y ven factible acercar posturas. De momento, lo único en lo que coinciden es que incumplir con el pago de la deuda "no es una opción". 

El antecedente más reciente está en 2011, cuando Biden era vicepresidente de Barack Obama. Las negociaciones se alcanzaron ‘in extremis’ a principios de agosto, cuando quedaban horas para la fecha límite, con un alto coste para el mercado financiero estadounidense, que ya se preparaba para un posible impago. Una de las consecuencias más inmediatas fue la rebaja de la calificación crediticia por parte de la agencia S&P desde AAA a AA+ con perspectiva negativa, algo inédito en más de siete décadas hasta entonces. La deuda más segura del mundo pasó a estar valorada por debajo de países como Alemania, Francia o Reino Unido. Esto tuvo su reflejo en las bolsas, en las que el S&P500 llegó a dejarse más de un 6,6% en un día, en línea con el Dow Jones (-5,5%) y el Nasdaq (-6,9%) en la jornada hábil posterior a ese anuncio.

Sin embargo, estas caídas se venían produciendo meses atrás. El Dow Jones de Industriales, el índice más representativo de la economía estadounidense, acumuló entre junio y septiembre de 2011 un desplome de alrededor del 14%, rompiendo con la racha de subidas contabilizadas durante los cinco primeros meses de ese ejercicio. El mercado de deuda tampoco logró escapar de las turbulencias con movimientos de vértigo en los tramos más cortos que abarcaron desde un repunte del 101% durante la última semana de julio y una consecuente caída de su precio, para desplomarse un 71% y volver a subir un 54% en las dos semanas sucesivas.

Cabe destacar que esta volatilidad se produjo mientras el rendimiento se movía por debajo del 0,1%. De hecho, en el tramo a dos años, que también oscilaba en niveles reducidos en comparación con los del momento actual, hasta el entorno del 0,3% las variaciones fueron a doble dígito, pero algo más reducidas. Por su parte, la referencia a diez años registró entre finales de julio y mediados de agosto un retroceso de siete décimas, desde el 2,7 al 2%. "La reacción del mercado estuvo ligada a una grave pérdida de confianza, con los bonos del Tesoro estadounidense repuntando a pesar de la pérdida de su calificación, las divisas refugio registrando mejores resultados y los diferenciales de crédito ampliándose", apunta el responsable de renta fija global y divisas de Schroders, Paul Grainger, quien si bien defiende que la historia puede "ser una guía útil", incide en que el entorno del mercado era muy distinto al de ahora.

"La historia demuestra que la volatilidad aumenta a medida que se acerca la fecha. (...). Sin embargo, vale la pena señalar que esta vez la Reserva Federal tiene mucha más munición para recortar los tipos de interés, lo que podría tener implicaciones diferentes para la forma de la curva. En 2011, el riesgo giraba en torno al aplanamiento de la curva", precisa Grainger. Hace doce años, la tasa de referencia del dinero en EEUU estaba en el rango objetivo del 0% y el 0,25%, nivel en el que permanecían desde diciembre de 2008. El escenario actual no es comparable después de que la Fed haya ejecutado recientemente un alza de 25 puntos básicos, hasta el 5,25%, al tiempo que crecen las expectativas en el mercado de que el ciclo monetario expansivo se acerca a su fin.

Casualmente, el interés de los tres citados tramos de deuda han experimentado repuntes en los últimos días, lo que se traduce en ventas por parte de los inversores, con la salvedad de que en los bonos a diez años se mueven en el 3,5%, mientras que en el de dos años alcanza el 4,1% y el 5,26 en la deuda a seis meses. Víctor Alvargonzález, director de estrategia de la firma de asesoramiento independiente Nextep Finance, indica que esta inversión de la curva de tipos atiende más a un aumento de la probabilidad de recesión. Si bien confía en que se acabará negociando un pacto de última hora, advierte de que "hay que estar preparados para cualquier escenario" ante el aumento de la polarización política en EEUU. "Los analistas no descuentan un ‘default’ porque no esperan que los políticos sean tan irresponsables como para no llegar a un acuerdo", matiza.

Desde Renta 4, Natalia Aguirre, sostiene que el mercado "ni siquiera se plantea un impago" y argumenta que "ya están acostumbrados" a situaciones de este tipo después de que en las últimas seis décadas el techo de deuda se haya modificado un total de 89 veces. Otra de las diferencias significativas con 2011 es que por aquel entonces el techo de deuda, es decir el límite que podía gastar el Estado ascendía a 14.300 millones de dólares. Esta cifra representa menos de la mitad del endeudamiento tope de deuda pública en la que puede incurrir el Estado y que asciende a 31.400 millones de dólares.

La secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, ha intensificado la presión con un tono cada vez más agresivo acerca de los efectos que tendría en la economía no lograr elevar el citado techo, que podrían redundar en una catástrofe económica y financiera. El efecto más inminente sería que unos 66 millones de pensionistas dejarían de cobrar su pensión, alrededor de unos ocho millones de trabajadores se quedarían en paro y las bolsas sufrirían un batacazo estimado del 45%. "Es probable que se conceda alguna prórroga para permitir una negociación más significativa. Aunque esto podría proporcionar un periodo de alivio a los mercados, no será el final de la historia y es probable que persista la incertidumbre", remarcan desde Schroders, al tiempo que indican que un deterioro de la confianza se traduciría en una ralentización del crecimiento mundial. La prueba del algodón está en el índice VIX, considerado como un indicador del miedo entre los inversores, que está en mínimos de una década después de desinflarse hasta los 17 puntos pasados los nubarrones entre la banca minorista.

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