Tras la crisis de FTX

Por qué el terremoto de las cripto queda al margen de los activos tradicionales

El escenario de los criptoactivos queda dañado por la pérdida de valoración y los riesgos asociados a los préstamos que tenían como colateral activos como el Bitcoin que han perdido un 75% en 12 meses.

El motivo por el que el 'terremoto cripto' se queda al margen del activo tradicional
El motivo por el que el 'terremoto cripto' se queda al margen del activo tradicional
Nerea de Bilbao (Infografía)

El valor total de las criptomonedas ha experimentado una caída del 70 % respecto al dólar. Aunque eso supone más de 800.000 millones de dólares, el desinflamiento de esta burbuja, con su correspondiente cuota de escándalos, permanecerá sin duda en todos los anales. El último suceso hasta la fecha es el concurso de acreedores (el denominado Chapter 11 de la legislación estadounidense y preludio de la quiebra) solicitado por la segunda plataforma mundial de negociación de criptomonedas: FTX

Desde entonces, los escándalos en torno a la empresa se multiplican y los daños colaterales sufridos por el sector se acumulan. ¿Por qué semejante debacle? En primer lugar, conviene recordar que lo único de moneda que tiene una criptomoneda es el nombre. El uso del término criptoactivo parece más acertado. De hecho, una criptomoneda no cumple tres de las funciones esenciales de una moneda. 

En primer lugar, no es una reserva de valor: su volatilidad, a menudo estratosférica, demuestra lo contrario. Tampoco es un medio extendido para los intercambios: ¿quién puede presumir de que las utiliza para el conjunto de sus operaciones cotidianas o financieras? Por último, no es una unidad de cuenta: ¿qué hogar o qué empresa la utiliza para su contabilidad? Además, no es un activo que genere rentas, como lo hacen los activos tradicionales en forma de dividendos, cupones o alquileres.

Samuel Bankman-Fried, fundador de la plataforma FTX, desarrolló una plataforma objeto de un bank run (una avalancha de depositantes que retiran sus haberes) que ha provocado su caída. Sin embargo, no es un banco: no está regulada por una autoridad de supervisión ni sometida a una autoridad fiscal digna de ese nombre, dado que Bahamas figura en la lista negra de paraísos fiscales de la Unión Europea. Tampoco es una empresa cotizada sometida a obligaciones de transparencia.

Desde este suceso, las malas noticias se acumulan para los actores del sector: bloqueo de reintegros para algunos, rumores de quiebra para otros... “Pese a todo, este incendio ha quedado circunscrito hasta ahora al mundo de los criptoactivos. Los activos tradicionales parecen relativamente insensibles a estos sobresaltos”, dice Clément Inbona, gestora de La Financière de l’Echiquier. “Este hecho puede sorprender, a la vista de los importes en juego, pero parece bastante lógico sabiendo que el universo de los criptoactivos lleva en su ADN el poder de liberarse del corsé de las finanzas tradicionales y situarse al margen de ellas”, añade.

Desde Bruselas hasta Washington, los supervisores financieros minimizan el riesgo de que la agitación se extienda a otros mercados y argumentan que sus propias acciones han protegido a los bancos de la caída en picado de las criptomonedas. “Este contagio no se extendió al sector bancario y financiero tradicional”, explica Michael Hsu, controller interino de la divisa estadounidense, en declaraciones a Financial Times. “Esto se debe, al menos en parte, al énfasis continuo e intencional de los reguladores bancarios federales en la seguridad, la solidez y la protección del consumidor”, añade.

La baja exposición de la banca

La Reserva Federal, que recientemente publicó los resultados de sus test de estrés anuales que muestran que los bancos más grandes de Estados Unidos podrían sufrir más de 600.000 millones de dólares en pérdidas y aún superar los niveles de capital exigidos por el gobierno, ve una exposición limitada de los bancos a los criptomercados, según funcionarios de la Fed.

Fuera del sector bancario, los cortafuegos incluyen pautas de inversión para inversores institucionales que limitan su exposición a los activos digitales, según la propia SEC. En este sentido, no habría señales de que la liquidación en las criptomonedas hubiera provocado una carrera por la liquidez de los inversores que buscaban rescates de valores tradicionales para cubrir pérdidas en las inversiones en criptoactivos, aunque el regulador estadounidense todavía está monitoreando la actividad.

“Para los principales gestores de fondos, el impacto directo de la liquidación de criptomonedas es bastante mínimo”, dice Anne Richards, ejecutiva de Fidelity. “Bitcoin se abrió camino en una pequeña cantidad de carteras institucionales, pero para la mayoría de los grupos todavía está muy al margen”, reconoce.

Paschal Donohoe, ministro de finanzas irlandés y presidente del Eurogrupo de ministros de finanzas, dijo que no hay preocupación en este momento, pero agregó: “Me imagino que dentro de un año estaremos tan enfocados en las criptomonedas como lo estamos en el riesgo climático, que es una de nuestras principales preocupaciones”.

Los grandes bancos regulados han encontrado formas de ofrecer productos cripto a los clientes. JPMorgan ayuda a las plataformas Coinbase y Gemini con transacciones de depósitos y retiros; Goldman Sachs ha vendido derivados vinculados a bitcoin y al mismo tiempo ha hecho un préstamo a Coinbase garantizado contra bitcoin; y muchas entidades ofrecen a los inversores con grandes capitales acceso a fondos de inversión que invierten en criptomonedas.

Los prestamistas más pequeños de Estados Unidos han profundizado más en las criptomonedas, cortejando a los clientes de activos digitales, como los emisores de stablecoins, los exchanges de criptomonedas y los traders. Temerosos de profundizar demasiado, los bancos se han perdido más del 95% de los 4.000 a 5.000 millones de dólares en ingresos estimados para clientes corporativos e institucionales generados en 2021 a través de activos digitales, según un informe de Morgan Stanley.

“Los bancos tienen que ir a donde los clientes quieren que vayan, por lo que si hubiera habido presión de los clientes, podrían haberse involucrado en más actividades cripto”, apunta Mitch Eitel, socio gestor de Sullivan & Cromwell. La poca exposición directa a los bancos haría que sea menos probable que actúen como un canal de transmisión del estrés financiero del colapso de las criptomonedas como se produjo en 2008, según el socio de Clifford Chance, Jeff Berman.

“Los bancos no tienen criptomonedas y han sido muy cuidadosos con los préstamos contra criptomonedas. Y, de hecho, la mayoría de los préstamos en contra de las criptomonedas han sido realizados por especialistas en cripto. Entonces, la exposición general a ellas es baja”, termina Berman.

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