Crisis de reputación

Wall Street no teme un 'efecto dominó' del suizo Credit Suisse sobre sus bancos

La reestructuración de la entidad suiza, con fuertes raíces en la banca de inversión de los Estados Unidos, ha despertado los temores a un contagio a otras financieras que de momento no se está produciendo.

Sede de Credit Suisse en Madrid.
Sede de Credit Suisse en Madrid.
Europa Press

Todo lo viejo vuelve a ser nuevo. En las últimas semanas se han producido problemas importantes en un banco de gran relevancia con los seguros de protección de impagos. Se conocen como Credit Default Swaps (CDS) y actúan como una especie de póliza frente a incendios: si tenemos posesión de estos productos, estaremos protegidos ante un eventual impago de la deuda de la compañía. Es un escudo protector ante la posibilidad de la quiebra de una empresa. Ahora, los inversores pueden estar sintiendo un déjà vu, aunque no estemos en 2008, ni se llame Lehman Brothers, sino Credit Suisse.

El banco está lidiando con las consecuencias de dos grandes crisis: el colapso del 'hedge fund' estadounidense Archegos y la firma financiera británica Greensill, que en conjunto le costaron miles de millones de dólares y llevaron a una reorganización de la entidad. Los problemas no son nuevos. Hace casi un año, Credit Suisse se comprometió a reestructurarse después de estos varapalos, que se produjeron meses antes de un acuerdo de casi 500 millones de dólares derivado de un escándalo más antiguo relacionado con los préstamos que hizo en el país africano de Mozambique.

Lo que es novedoso es la creciente preocupación por la salud del banco, particularmente porque el deterioro de las condiciones macroeconómicas puede afectar al precio de las empresas que planea vender. El consejero delegado de la entidad financiera, Ulrich Koerner, expuso en un comunicado que la compañía tiene suficiente liquidez disponible antes de la próxima actualización del plan de reestructuración de la firma bancaria, que se publicará con los resultados del tercer trimestre a finales de este mes. Citó específicamente la “fuerte base de capital y posición de liquidez”. 

Pese a ello, desde el Banco de Suiza han dado la voz de alarma y aseguran que analizan de cerca  al banco, tras la volatilidad que vive en bolsa por el temor de los inversores a que su estado financiero sea peor del esperado."Estamos vigilando la situación. Están trabajando en una estrategia que debe salir a finales de octubre", indicó este miércoles la miembro del Consejo de Gobierno del banco central, Andrea Maechler, en declaraciones recogidas por 'Reuters'.

Sin embargo, el mercado no se ha tranquilizado mucho: el diferencial de los Credit Default Swaps de Credit Suisse, instrumentos que ofrecen protección frente al impago de la deuda de la compañía, escaló hasta su peor nivel desde la Gran Crisis Financiera del 2008. Este diferencial más alto indica que los inversores creen que la apuesta de que el banco mantenga su solvencia se está volviendo cada vez de más riesgo.

En lo que va de año, el diferencial de Credit Suisse se ha ampliado por delante de otros grandes bancos europeos y estadounidenses, según datos de Refinitiv. Dicho de otra manera, el coste de garantizar la deuda subordinada de más riesgo de Credit Suisse se ha disparado más del 27% desde hace poco más de una semana, como señaló The Wall Street Journal.

Las lecciones del caso Lehman

El colapso de Lehman Brothers puede ser la analogía que viene a la mente, pero el tamaño y la importancia de Credit Suisse hacen que ese escenario sea menos probable, dicen incluso los pesimistas. “Credit Suisse NO es Lehman, pero está a la par con Bear Stearns”, opina el fundador de The Bear Traps, Larry McDonald.

No obstante, con Europa sumida en la guerra y una crisis energética y los bonos del gobierno en declive, se está formando un panorama preocupante para el banco a medida que el continente se tambalea hacia la recesión. La capitalización de mercado de Credit Suisse ha caído por debajo de los 10.000 millones de francos suizos, lo que es una “señal preocupante” para una firma de su calibre, advierte el analista de Keefe, Bruyette & Woods, Thomas Hallett. “Tememos que Credit Suisse esté sumergido en un ciclo de retroalimentación negativa, similar a Deutsche Bank en 2016”, añade.

El experto estima que la compañía necesitará unos 6.000 millones de francos, dos tercios de los cuales tendrán que provenir de una “ampliación de capital altamente dilutiva para el inversor”, lo que significa una posible caída adicional para las acciones.

Sin miedo en Estados Unidos

La buena noticia es que los problemas de Credit Suisse no parecen tener la escala para crear un efecto dominó que derribaría a los bancos estadounidenses, que han estado registrando beneficios trimestrales durante las recientes pérdidas de la compañía. Tampoco se vieron afectados negativamente bancos como Goldman Sachs y Morgan Stanley, que también estuvieron involucrados con Archegos.

“La situación actual es la noche y el día desde 2007, ya que los balances son fundamentalmente diferentes en términos de capital y liquidez, y luchamos por ver algo sistémico”, escribe Keith Horowitz, analista de Citigroup, argumentando que los bancos tienen más liquidez hoy, con más reservas destinadas al riesgo de crédito y menos dependencia de la financiación a corto plazo que antes.

De hecho, los optimistas pueden esperar que este nuevo enfoque en la estabilidad financiera le permita a la Reserva Federal modificar su guía sobre los tipos de interés centrada en la inflación, particularmente a medida que el contexto económico mundial se deteriora, afectando la demanda.

Es demasiado pronto para esperar un giro, pero los datos recientes sugieren que “los inversores confían cada vez más en que la desaceleración del crecimiento mundial está comenzando a reducir las presiones sobre los precios", escribe el analista de Oanda Edward Moya. “Con todo, hay razones para ser cautelosos con los bancos antes de la presentación de resultados del tercer trimestre, con los primeros informes programados para el 14 de octubre, incluso cuando algunas acciones merecen una mirada para los inversores a más largo plazo”, añade.

Con la inflación aún alta y adelantándose a los aumentos de ingresos, la confianza del consumidor aún inestable y las grandes pérdidas de la bolsa, persisten las preocupaciones sobre una recesión. Además, los analistas redujeron sus estimaciones de beneficios por acción para las empresas del S&P 500 en un 6,6% en el tercer trimestre, el mayor recorte en 2 años, según FactSet.

Pero incluso si los bancos suben, el alivio puede ser de corta duración, solo un rebote. “Esto nos hace preguntarnos si nos estamos preparando para otro latigazo del mercado bajista cuando se publiquen los resultados del tercer trimestre, dado que esperamos resultados generalmente sólidos y actualizaciones de beneficio por acción”, concreta Moya.

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