Drones, McAutos, cuarentenas o multas: los protocolos de los países ante el virus

Tras detectarse los primeros casos y ante su rápida propagación, el Gobierno chino construyó un hospital en tan solo 10 días, impuso una cuarentena en varias ciudades, instauró robots desinfectantes para eliminar cualquier rastro del virus en establecimientos públicos y medios de transporte, desplegó un 'ejército' de voluntarios que va de casa en casa haciendo exámenes, lanzó una flota de drones equipados con cámaras térmicas y un avanzado software de reconocimiento facial. El propio presidente Xi Jinping pidió a los gurús tecnológicos que se sumen   la lucha para contener la epidemia porque el contagio de más de 80.000 personas ha generado sombras sobre la economía del gigante asiático y alterado la producción de la fábrica del mundo. 

Corea del Sur "ha entrado en guerra" con el coronavirus. Es el segundo país con más casos confirmados y su Gobierno ha tratado de contener la propagación con una especie de 'McAutos' donde los ciudadanos pueden hacerse pruebas en pocos minutos sin tener que salir de sus coches. Además, la Administración ha instaurado un control estricto sobre la población mediante un sistema de GPS que informa a las autoridades cuando un paciente viola su cuarentena. El Estado planea aumentar su presupuesto de emergencia con la inversión de unos 9.800 millones de dólares en los próximos días para hacer frente a los desafíos de la epidemia. 

El Gobierno de Irán ha ordenado el cierre temporal de espacios públicos como colegios, cines o cafés y ha lanzado una 'operación de limpieza' en el país. Unos 300.000 trabajadores sanitarios se han movilizado por órdenes de las autoridades para desinfectar cada rincón de la República Islámica, especialmente los medios de transporte. La meta es bloquear la transmisión del virus para intentar reducir el número de nuevos casos diarios. Los expertos de la OMS también se han desplazado al país para colaborar.

Echar una moneda en la Fontana di Trevi, bailar en el Carnaval de Venecia o visitar la Galleria Borghese no será imposible al menos hasta el 15 de marzo. Las autoridades italianas han echado el cierre a los espacios públicos para tratar de contener el avance del virus. Este país ya cuenta con más casos que todos sus vecinos europeos y sus ciudadanos -o extranjeros que lo visitaron recientemente- han propagado la enfermedad a España, Irán, Ecuador e India. Para romper con la tendencia, el Gobierno se ha visto obligado a restringir la movilidad de ciertas localidades, pedir a las personas que mantengan una distancia de al menos un metro, aumentar en un 50% los centros de cuidados intensivos y cancelar los eventos masivos. El país ya ha destinado unos 7.500 millones de euros a combatir la epidemia.

Varios consejos: no darse besos y abrazos, vaciar las pilas de agua bendita en las iglesias, dar las hostias de la comunión en la mano, suspender reuniones masivas.... El Gobierno francés ha puesto en marcha varias medidas para luchar contra la expansión del Covid-19. La más estricta es sobre las mascarillas porque el miedo ha provocado pugnas por acaparar el mayor número posible. De hecho, la escasez de éstas en las tiendas ha hecho que un paquete de 100 mascarillas desechables pase de costar 3,95 euros a 149 euros en tan solo cuatro días en Amazon, según datos de Keepa. Ante este panorama, el presidente Emmanuel Macron anunció un decreto para requisar las mascarillas y regular los precios.

Alemania ha extremado sus precauciones hasta los niveles más altos. El Gobierno protagonizó titulares en los medios europeos cuando el ministro del Interior rechazó dar la mano a Angela Merkel por miedo a contagiarse. El Estado tomó nota de las medidas de su aliado francés y decidió prohibir la exportación de mascarillas, guantes y otros materiales médicos para evitar que se agoten las existencias. Las autoridades han insistido en la necesidad de seguir las normas básicas de higiene -lavarse las manos con frecuencia y taparse la boca al toser- para evitar que se extienda la epidemia. El foco también está puesto sobre los puertos, aeropuertos y otras infraestructuras donde se concentran viajeros para evitar que entren en el país personas enfermas.

España no es el país con más contagiados por el Covid-19 pero también ha tomado medidas drásticas como poner en cuarentena a un hotel de Tenerife con cerca de 1.000 huéspedes por la presencia de un turista italiano infectado. En el país ya hay casi 400 afectados por el coronavirus, pero los profesionales sanitarios han dicho que nuestro país sigue en la fase uno de alerta (esto es, de contención) porque se conoce el origen del contagio de la mayor parte de infectados, lo que garantiza una mayor posibilidad de control. Actualmente, varios menores padecen la enfermedad, pero los centros escolares permanecen abiertos. Las medidas restrictivas están más dirigidas a los médicos -no deben asistir a congresos ni reuniones- por estar expuestos directamente al virus.

Japón ha estado en el foco de las noticias por la presencia de un crucero de 3.000 pasajeros que fue puesto en cuarentena tras detectarse personas infectadas a bordo. En el país hay 331 contagiados y el Gobierno ha intentado frenar la expansión del Covid-19 con la prohibición de asistir a eventos o reuniones públicas y el cierre del parque temático de Disney. No obstante, las autoridades han decidido esperar para decidir sobre la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Varias ciudades de EEUU han declarado el estado de emergencia ante el aumento de contagios en los últimos días. Asimismo, el Gobierno ha aprobado una partida de 8.300 millones de euros dedicada a combatir la expansión del Covid-19. Las autoridades sanitarias están trabajando en una vacuna y los pacientes que han dado positivo en las pruebas han sido puestos en cuarentena. La mayor dificultad que ha tenido la Administración Trump, por su sistema de salud, ha sido ofrecer los test de la enfermedad a todos sus ciudadanos. Hasta el momento solo ha podido atender a cerca de 3.000 personas mientras los países asiáticos hacen miles de pruebas cada día.

El país insular de casi seis millones de habitantes se convirtió en una burbuja desde que comenzó la crisis. Los médicos toman la temperatura a cada persona que entra al país y vetan a quienes tengan fiebre, los militares formaron una cadena humana para empacar y distribuir mascarillas gratis a toda la población y el Gobierno ha prohibido la subida de precios de los insumos médicos e impuso cuarentenas. Las autoridades también multa a todos los que no cumplen las normas.  Por ejemplo, la ciudad-estado penalizó a una pareja china por no informar de su caso de contagio y revocó los permisos de trabajo a varios extranjeros a los que sorprendió en sus puestos de trabajo durante un período obligatorio de cuarentena. Los infractores fueron repatriados y se les ha prohibido trabajar en Singapur. El Gobierno también suspendió durante dos años los privilegios de contratación de varias empresas que no aislaron a su personal contagiado del resto.