Una red masiva de abogados

De Giuliani a su hijo Eric: la guardia pretoriana de la guerra legal de Trump

Ya mucho antes de que el magnate lanzara la voz de alarma, sin evidencias, de un eventual fraude, su equipo de campaña comenzó a construir una red masiva de abogados para luchar hasta el último voto.

EFE
De Giuliani a su hijo Eric: la guardia pretoriana de la guerra legal de Trump
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La batalla legal contra un escrutinio que poco a poco acerca a Joe Biden a la Casa Blanca ha comenzado. El presidente de EEUU, Donald Trump, lanzó ayer la ofensiva que había 'avanzado' en la misma jornada de las presidenciales, cuando se autoproclamó vencedor y denunció "fraude" a favor de su rival demócrata. Su equipo legal presentó una querella en los juzgados del estado de Nevada para detener el cómputo de sufragios bajo el argumento de que se están contando "votos ilegales", lo que supone el pistoletazo de salida en su estrategia de impugnar el recuento de votos en todos los estados que en las últimas horas se han decantado del lado de Biden.

Ya mucho antes de que el magnate lanzara la voz de alarma, sin evidencias, de un eventual fraude en el voto por correo, su equipo de campaña comenzó a construir una red masiva de abogados para luchar hasta el último voto en los tribunales. Sabía que la carrera sería reñida hasta la línea de meta, concentrada en una decena de estados bisagra. Eso anticipaba una disputa legal potencialmente más complejo que el que libraron George W. Bush y Al Gore hace una década en Florida.

Los asesores legales se reclutaron de varios bufetes, que a su vez están asistidos por miles de voluntarios y observadores electorales que repartió por todo el país listos para intervenir en cualquier momento en el recuento. En la cúspide del masivo aparato legal está el antiguo alcalde neoyorquino Rudy Giuliani y el hijo del presidente, Eric Trump. En paralelo, se prepararon de antemano toda la documentación que sería necesaria para poder acudir a los tribunales locales el día después de las elección.

Dicho y hecho. El dispositivo legal se activó la noche del miércoles, con demandas presentadas en Michigan y Pensilvania para que se permitiera el acceso de estos observadores al proceso de recuento. El propósito inicial es "revisar" todos los votos que llegan por correo cuando se abren y se cuentan. Las acciones legales también están en curso en el caso de Georgia, pero en este caso lo que buscan es que los condados separen los votos que lleguen después del día de las elecciones.

Rudy Giuliani fue de inmediato a Filadelfia con su equipo legal. Allí se encontró con el hijo del presidente y su mujer, Lara Trump, la responsable de dirigir toda la estrategia de reelección. Otros integrantes de este operativo legal son Pam Bondi, una de las asesoras legales de la campaña y antigua fiscal general de Florida, y Corey Lewandowski, su antiguo director de campaña. Además de Sidney Powell, la abogada que defendió al ex asesor de seguridad Nacional Michael Flynn.

El equipo lo completa Jay Sekulow, otro abogado personal de Donald Trump, que le defendió durante la investigación de Robert Mueller por la trama rusa. Trump tiene una confianza absoluta en todo ellos, especialmente en Guiliani. Es el gran protector del presidente. Y aunque no tiene la experiencia legal en materia electoral, está jugando el mismo papel de Jim Baker con George Bush. Y por su puesto en Sekulow, que será especialmente útil si esta batalla llega al Supremo.

El Comité Nacional Republicano y otros aliados de Donald Trump también movilizan, en paralelo, sus recursos, incluidos aquellos de tipo financiero, para sostener el dispositivo legal. 

Una de las claves para que explote el enfrentamiento judicial de Trump contra el proceso electoral abierto y los votos adelantados y por correo estará en la diferencia final de los votos electorales. Si Biden se queda en una mayoría ajustada de 270 electores, frente a 268 de Trump, todos los analistas políticos apuntan a que el magnate intentará removerlo y bloquearlo todo en busca de los dos puestos que le faltan. Otra cosa distinta sería que Biden se hiciera con los 20 electores de Pensilvania, los 16 de Georgia o los 15 de Carolina del Norte, pendientes de cerrar aún y con tendencia a ser republicanos. En ese caso, una diferencia amplia del candidato demócrata haría inútil cualquier proceso judicial abierto y marcaría mucho el paso en las decisiones del Tribunal Supremo para evitar bloqueos que puedan paralizar el país.

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