La clave está en su sistema laboral 

Las empresas japonesas mantienen el empleo pese a la crisis… pero en Japón

España podría superar un 20% de desempleo a final de año pero la tercera economía del mundo solo tendrá un 3%. La filosofía social del país considera indigno despedir.

Efe
Las empresas mantienen el empleo a pesar de la crisis… en Japón
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"La economía mundial, en la cuerda floja". El último informe de la OCDE comenzaba con un titular preocupante. Los pronósticos para los países más desarrollados del mundo tras el impacto de la primera ola del coronavirus eran bastantes malos para 2020. Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña… Las economías más potentes del mundo sufrirán un paro superior al 10%. España podría superar un 20% de desempleo a final de año. ¿Y Japón? La tercera economía del mundo solo tendrá un 3% de desempleo cuando finalice el año.

Muchos analistas se preguntan cómo es posible que Japón apenas sufra desempleo, cuando la pandemia está paralizando el planeta y el país está en recesión. La clave está en su sistema laboral: despedir está mal visto.

Japón es el paraíso del trabajo. De hecho, el país ha convertido el término "trabajo de por vida" en una filosofía nacional. Durante la crisis de 2008, la cifra de parados en Japón apenas sobrepasó el 5% de la población activa, la más elevada desde 1950, según las estadísticas aportadas por el Ministerio de Asuntos Económicos nipón. Y ahora, en el mes de abril, a pesar de que el país está en recesión (una caída del 3,4% en el primer trimestre), el paro apenas subió en abril una décima, desde el 2,5% hasta el 2,6% de la población activa.

En cambio, en Occidente las empresas han enviado al paro a millones de personas. En Estados Unidos, solo en abril, fueron despedidas 20 millones de personas. "Cuando la economía empeora, las personas son despedidas una tras otra y la tasa de desempleo se dispara", decía Tomohisa Ishikawa, director del Centro de Investigación Macroeconómica del Instituto de Investigación de Japón, a 'The New York Times'. Pero para los empleadores japoneses, "despedir a las personas es difícil tanto psicológica como prácticamente", añadía Ishikawa.

Despedir en Japón es una "ignominia". Así lo calificaba Akio Morita, confundador de Sony, en 'Made in Japan', un libro escrito en los años 80 sobre la forma japonesa de emprender. Despedir empleados y alterar el curso de la empresa en Japón "destruye el espíritu de la compañía". Para Morita, esa era la gran diferencia entre las empresas japonesas y las occidentales.

La filosofía de empresa de Japón significa mantener los puestos de trabajo como sea. Morita ponía el ejemplo de la crisis mundial de los años setenta, que también golpeó a los japoneses. "Los astilleros comenzaron a fabricar equipos anticontaminación, software para computadoras y hasta lavaplatos".

Las opiniones de Morita sobre el modelo occidental, especialmente el norteamericano, eran contundentes. "Los norteamericanos se enorgullecen de ser racionales en sus juicios comerciales: la lógica total de las Facultades de Ciencias Económicas y Empresariales parece fría y no considera el elemento humano". Lo importante para los empresarios japoneses era generar "sentido de afinidad". Se puede ser racional con las máquinas, pero no con los seres humanos, decía Morita. Lo importante para las empresas japonesas era dar prioridad a los intereses de los empleados sobre los intereses de los accionistas.

El colchón del empresario y las concesiones del empleado

Para lograr esa "afinidad" las empresas suelen contar con un colchón financiero. "Durante los buenos tiempos, las empresas acumulan ganancias en sus balances al restringir los aumentos en los salarios de los trabajadores", afirmaba a 'The New York Times' Naohiko Baba, jefe economista en Japón de Goldman Sachs. "En los malos tiempos, las compañías se abstienen de despedir a los trabajadores utilizando las ganancias acumuladas durante los buenos tiempos, para que las personas puedan mantener trabajos seguros".

El empresario crea ese colchón pero, a cambio, el trabajador tiene que aceptar pocas subidas salariales, y, en otros casos, trabajar por horas. El 36,2% de la fuerza de trabajo está a tiempo parcial o con contratos temporales. Pero eso es un decir, porque los trabajadores japoneses entregan muchas más horas a sus empresas. Forma parte de ese pacto social no escrito, un pacto que convierte a empresarios y trabajadores en un solo colectivo.

Esta filosofía social implantada en Japón procede de la misma raíz de los japoneses. Héctor García, un español que vive en Japón desde 2004, afirmaba en su blog 'Kirai' que una de las cosas que más le impresionó del país fue su sentido colectivista. "Por lo general intentan no destacar los unos sobre los otros y tratan de actuar en grupos". Para García, uno de los rasgos que definen a los japoneses es el respeto a los demás.

Llevado ese espíritu al mundo empresarial, se explica el respeto que sienten por los puestos de trabajo. Pero también el respeto que los trabajadores sienten por los directivos y empresarios. Incluso cuando se han conocido huelgas de trabajadores, son, primero, poco comunes, y segundo, como dice García, "muy civilizadas" (añade, por cierto, que no existe la famosa huelga a la japonesa: es una leyenda urbana).

Ahora bien, la crisis también ha golpeado a las empresas japonesas, muchas de las cuales han respondido con un ERTE: se mantienen los puestos de trabajo, pero se cobra el 60% del salario. Para los trabajadores, como los entrevistados por 'The New York Times', el hecho de que les pagaran el salario por estar en casa, no les daba motivos para quejarse. Ahora bien, si se contaran estos ERTE como despidos, el paro subiría a más del 11%, según el 'Japan Times'.

Los jueces y el "principio de idoneidad"

Los empresarios pueden despedir, pero no lo tienen fácil por otra razón: los jueces japoneses son muy estrictos y suelen estar de parte del trabajador. La firma japonesa de abogados TA Lawyers GKJ recordaba en un documento sobre el derecho laboral que, desde 1975, existe en la jurisprudencia el llamado "principio de idoneidad", según el cual los jueces consideran inválido un despido si va en contra de "las actitudes prevalecientes de la sociedad". El despido entonces se puede considerar "abuso del derecho del empleador a despedir".

Parte de esas actitudes se reforzaron después de la Segunda Guerra Mundial con leyes que protegían el trabajo. Hasta entonces, los empresarios tenían más libertad para despedir aplicando el código civil japonés, según un informe del Instituto Japonés de Política Laboral. Pero después de la guerra se fueron incorporando leyes como la de Contratos y la de Regulación Laboral que dificultaron los despidos.

La ironía de estas leyes y de esta filosofía de protección al trabajo es que es un compromiso que se cumple dentro de Japón, no fuera. En España, la japonesa Nissan ha despedido a 3.000 trabajadores, lo cual, a su vez, tendrá un impacto en más de 15.000 empleos. Cuando se confirmó la decisión, los trabajadores protestaron quemando neumáticos y muebles delante de la fábrica. Era la respuesta laboral a una empresa que les había fallado.

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