La extrema derecha francesa busca ahora amigos entre los Occupy Wall Street

  • La candidata a la presidencia francesa Marine Le Pen está de visita oficial por EEUU. Y aunque no figura en el itinerario oficial, el más esperado fruto de este viaje de la líder de la extrema derecha francesa es un enigmático encuentro con el movimiento Occupy Wall Street.
     
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Isabelle Roughol, Paris (Francia) | GlobalPost

Marine Le Pen, candidata de extrema derecha a la presidencia francesa, ha sido popularmente conocida por arremeter contra el "imperialismo" de EEUU. Después de todo, su partido defiende un orgulloso nacionalismo francés que deja poco espacio para abrazar una amistad yanqui.

Sin embargo, esta idea parece pertenecer al pasado.

Ahora Le Pen está luchando por suavizar su imagen. Su esfuerzo se centra en atraer su partido de derechas, el Frente Nacional, hacia políticas de centro más propias de partidos mayoritarios.

Y con este pretexto esta semana está de visita oficial en los EEUU.

Pero por ahora las cosas no le están yendo del todo bien.

Cuando se anunció el viaje este verano, su partido indicó que el objetivo era reunirse con  líderes del Tea Party, republicanos, demócratas, intelectuales y gente corriente de Nueva York, Washington y otras áreas fundamentales de EEUU.

Mientras aún se estaba definiendo el itinerario, el candidato a presidente del Tea Party Ron Paul era el nombre clave de la lista, o más exactamente el único de gran interés.

Pero Paul se bajó del carro en el último minuto. Él alegó un problema en su apretada agenda, aunque se sabe que realmente fue objeto de presiones por parte de su partido.

Entonces a Marine Le Pen se le ocurrió otra idea. Ahora, la nueva ficha clave de su viaje va a ser un alto en el camino para reunirse con el movimiento Occupy Wall Street.

En el programa oficial de la visita, anunciado por la radio nacional francesa, no consta específicamente el nombre del movimiento. Simplemente se ciñe a señalar una apretada agenda de encuentros con diplomáticos y republicanos para este jueves y una enigmática reunión con una sociedad civil la mañana del viernes.

Le pen claramente espera que esta visita repercuta en sus credenciales y le catapulte como una candidata que representa verdaderamente el sentir de la gente.

La pregunta ahora es cómo será ella recibida en Zuccoti Park, donde acampan los 'indignados' de Wall Street.

Afinidades y posibles brechas ideológicas

Ciertamente Le Pen comparte algunas afinidades con el movimiento Occupy.

Ella ha sostenido siempre una crítica constante hacia el capitalismo global.

No obstante su partido, el Frente Nacional, sigue posicionado en el extremo derecho de la política francesa con una obsesión por la soberanía nacional y su corolario de fronteras cerradas y calles seguras.

Y esta postura del Frente, resistente a la inmigración, ha sido duramente criticada por quienes la acusan de haber traspasado la línea del racismo y el odio.

Cuando el padre y antecesor de Marine, Jean Marie Le Pen, llegó hasta la segunda ronda en las elecciones de 2002 el New York Times calificó su mensaje de "odiosamente xenófobo con matices antisemitas".

Jean Marie Le Pen se hizo igualmente famoso por sus conocidas, y repetidas, declaraciones en las que calificaba de "detalles de la Segunda Guerra Mundial" las cámaras de gas nazis.

Otros comentarios igualmente vergonzosos lo han convertido en un imán de la controversia. Y por lo general, a cada una de sus públicas y polémicas intervenciones le sigue un debate sobre si debe permitirse la existencia de un partido como el Frente Nacional en una democracia.

Su hija Marine, en cambio, se presenta con una imagen suavizada y más moderna que busca capitalizar el descontento generalizado en torno a la alternativa conservadora de Nicolás Sarkozy.

Y su esfuerzo está dando ya algunos frutos.

Esta rubia y pulida mujer de 43 años, dos veces divorciada y madre de tres hijos tomó las riendas del Frente Nacional en 2011, 40 años después del reinado de su padre en el partido que él mismo fundó.

"Se está esforzando ahora en desterrar de su discurso el gran número de cuestiones polémicas que convirtieron a su padre en figura non-grata", comenta Jerome Fourquet, director del departamento de opinión del IFOP, un instituto que mide el sentir de la opinión pública francesa.

Y hay varios ejemplos que lo constatan.

En contra de la opinión de varios pesos pesados del Frente Nacional, Le Pen expulsó del partido a un oficial electo que había sido visto imitando un saludo nazi en primera línea de una fotografía que se hizo pública.

Asimismo, suspendió igualmente a otro miembro del partido que había posteado en su blog varias ideas extremistas del noruego Anders Behring Breivik, autor del asesinato de 77 personas el pasado julio en Oslo.

En varias ocasiones ha insistido en que ella no va a revocar la ley del aborto y ha profesado de manera pública su compromiso con el laicismo como "uno de los pilares de la República francesa".

"En materia social Obama es más de derechas que yo", ha comentado en alguna ocasión.

"Su estrategia global gira en torno a "des-demonizar" el frente Nacional", ha señalado Mael Thierry, un periodista de la revista Le Nouvel Observateur en consonancia con muchos otros analistas políticos.

Esta postura suavizada de Marine Le Pen enfada a amplios sectores del Frente Nacional, en concreto a un variopinto pero numeroso grupo de feroces nacionalistas, católicos extremistas e incluso neonazis.

Pero a la vez, está ampliando la cuota de potenciales votantes para el partido. Con su alegato intenta hacerle el juego, por ejemplo, a la clase obrera que se aleja de un ahora agonizante Partido Comunista.

"Con esta visita oficial Le Pen quiere mostrar que tiene buenas relaciones en el extranjero, mostrar que la derecha estadounidense está invirtiendo tiempo para reunirse con ella. Y reuniéndose con partidos como el Tea Party ella puede trabajar su imagen como moderada", argumenta Thierry.

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