¿Privatizar o mantener el modelo socialista?

Maduro 'vende' acuerdos con empresas foráneas para paliar el caos económico

El presidente de Venezuela afirma ser “muy optimista” y tener fe “en la recuperación de nuestro país”.

EFE
Maduro 'vende' pactos con empresas extranjeras para paliar el caos económico
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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció este martes en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros que está trabajando en un plan para “hacer alianzas con inversionistas privados nacionales e internacionales sin llegar a privatizar”. Con estas palabras quiso despejar las dudas sobre los nuevos tiempos que le esperan a la nueva Asamblea Nacional (Parlamento) que salió elegida el pasado 6 de diciembre. De esa asamblea saldrán un grupo de leyes para la recuperación económica del país sector por sector. Pero ante la alternativa de privatizar o mantener el modelo socialista, sugirió una solución ambigua. Se trataría de un "fortalecimiento de las empresas en su carácter productivo como empresas publicas y socialistas. Y una empresa pública socialista del Estado hace alianzas para producir, oro, bauxita, petróleo, etc".

El presidente confesó que ya ha habido contactos. "Ha habido reuniones para nuevos pactos de inversión con inversionistas de todo el mundo. La vicepresidenta y el ministro de petróleo no descansan de reuniones de trabajo, viendo oportunidades de inversión y de negocio hacia el futuro. Soy muy optimista. Tengo fe en la recuperación de nuestro país".

La duda de muchos inversores es si ese modelo respetará las garantías pues, en el pasado, el Gobierno chavista ha nacionalizado empresas nacionales y extranjeras. Pero Maduro insistió en que siempre ha habido garantías. "Yo puedo asegurar que Venezuela no ha cambiado ni una sola de las garantías legales que les hemos otorgado a los inversionistas europeos en petróleo, gas... Se creó una leyenda de que la Revolución Bolivariana cambia las reglas de juego. Mentira. Somos gente de palabra y de ley. Todo lo que se ha firmado legalmente, como contratos de producción y comercialización en turismo, petróleo, gas y minas, se ha cumplido estrictamente y de manera delicada”.

El presidente cambió el tono cuando se refirió a que se han mantenido esas garantías y contratos a pesar de que ha habido situaciones límite. “Ha habido agresiones brutales de gobiernos europeos contra Venezuela; en cualquier país eso habría significado la expulsión de los inversores”.

"La agresión de España"

En este caso, se refirió concretamente a España. "Ante la agresión de España, la medida natural que hubiera tomado un gobierno es expulsar a un inversionista y quitarle todo. ¿Y qué hemos hecho? Diferenciar el conflicto político con los gobiernos europeos, que es una cosa, y la relación económica con los inversionistas, que es otra cosa". Pero a pesar de esos choques dijo que quiere mantener "diálogos para mejorar las relaciones políticas, con Europa y otros gobiernos".

Maduro está en estos momentos ante dos tensiones en sus propias filas. Por un lado, están los pragmáticos que intentan recuperar al país del desastre económico abriendo la mano a la inversión y facilitando las actividades empresariales. Pero por otro, hay una línea dura que no desea salirse del catecismo de la ortodoxia socialista. En la semana pasada, en una reunión televisada con periodistas venezolanos, Maduro calificó a esta corriente ortodoxa como “izquierdistas trasnochados que creen que estoy vendiendo la patria”.

Pero claro, Maduro no usa la palabra privatización sino “fortalecimiento” cuando habla de las empresas públicas. “Nosotros, con las empresas públicas del Estado, lo que está planteado es fortalecerlas y seguirlas recuperando”. Se calcula que en Venezuela hay 1.000 empresas públicas, la mayor parte de las cuales están mal gestionadas y no producen ningún beneficio al país.

Para tranquilizar a la corriente más radical del chavismo, Maduro sigue hablando de socialismo. “Venezuela seguirá con su modelo económico rumbo al socialismo. Seguiremos mejorando y, si algo ha salido mal, seguiremos renovando”.

Maduro reconoció que falta mucho por hacer en Venezuela, y que la dolarización de la economía ha sido una válvula de escape. Hace dos años, el país alcanzó una inflación de casi dos millones por ciento. Entonces, los venezolanos empezaron a pagar en dólares, a pesar de que estaba perseguido en las transacciones comerciales. Pero en 2019, el Gobierno abrió la mano a la dolarización de la economía y a la importación, lo cual permitió dos cosas: reducir la inflación y llenar los anaqueles de productos, como está pasando ahora. “La dolarización de las actividades comerciales ha sido una válvula de escape que yo veo como positiva. Pero en Venezuela no hay una dolarización de la economía porque la moneda oficial no es ni va a ser nunca el dólar. Lo que hay es mecanismos de una economía de guerra, que buscan la forma de realizar sus propias necesidades. Y ahora vamos a proteger los ingresos de los trabajadores venezolanos”.

La dolarización ha puesto en duda toda la política económica de 20 años de chavismo, porque ha estabilizado la economía con una moneda que no es la moneda nacional. Para Maduro, eso solo significa que el sueño socialista se retrasa. “Va a tardar en instalarse un nuevo modelo socialista de producción y de distribución de riqueza y de prosperidad, pues, cuando estábamos en esa fase de lograr una economía socialista, vino esta guerra brutal”, aseguró el presidente venezolano. “Venezuela entre 2004 y el 2014 tuvo los mayores niveles de bienestar de toda América Latina y el Caribe. Hemos logrado defender algunos derechos como el derecho a la educación pública, a la salud, a la cultura… Algunos nos los han golpeado como el salario, que está herido, pero la vamos a curar”. Se refería a que el salario mínimo y las pensiones actualmente están en 1,2 millones de bolívares, lo que equivale a un dólar, o un kilo de harina. “Hemos retrocedido en la dimensión de los valores socialistas, pero no hemos perdido la batalla. Vamos a triunfar desde los valores de Jesucristo, de Bolívar y de Chávez”.

El presidente lamentó que todo es producto de la “guerra económica” contra Venezuela. Se refiere a que la Administración de Donald Trump aprobó una serie de sanciones que incluyen penalizaciones a todas las empresas del mundo que hagan negocios con el estado venezolano. Eso ha golpeado las finanzas del país, cuyos ingresos, como dijo Maduro en esta rueda de prensa, han pasado de 50.000 millones de dólares a 500 millones de dólares al año.

El resultado ha sido el empobrecimiento general. Las consecuencias de esas sanciones se vieron en las elecciones legislativas del 6 de diciembre: hubo una alta abstención de un 70% (otras fuentes hablan del 80%), lo cual significaba que hasta las bases chavistas estaban enviando una clara señal al Gobierno en el sentido de que la masa del pueblo no aprueba sus políticas económicas.

Los principales partidos de la oposición no se presentaron a las elecciones del 6 de diciembre pues las tacharon de fraude por las escasas garantías. Los gobiernos de EEUU y de la UE no han aceptado los resultados. Los únicos ganadores fueron los partidos chavistas congregados alrededor del Gran Polo Patriótico, que recogieron el 70% de los votos.

Maduro ha ignorado el rechazo internacional y ahora se prepara para tener en enero una Asamblea Nacional a su medida. Si pone en marcha un plan de recuperación económica, contando con la inversión privada nacional e internacional, es posible que logre detener la debacle económica y recuperar el ritmo de los sectores productivos. Eso es lo que esperan los empresarios, dentro y fuera del país. Pero si vuelve a las fórmulas más ortodoxas del socialismo, se encontrará con pocas armas para recuperar la economía, y acentuará la crisis de Venezuela.

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