Ante el corte del Nord Stream 1

Putin marca las pautas en la batalla del gas a los 6 meses de la guerra de Ucrania

El precio del gas natural se ha disparado por encima de los 300 euros por MWh después de que los países de centro Europa hayan comenzado a prepararse para el corte de suministro de tres días en septiembre. 

Putin
Putin marca las pautas en la batalla del gas a los 6 meses de la guerra de Ucrania.
Europa Press

Esta semana se cumplen seis meses desde que las tropas rusas atacaron por primera vez territorio ucraniano, un aniversario en el que el precio del gas natural se ha disparado por encima de los 300 euros por megawatio-hora (MWh) en la plataforma TTF de Holanda, que sirve de referencia para Alemania y todo el centro de Europa. Putin marca así la batalla por el gas ruso, ya que el motivo tras este abultado precio es que estos países han aumentado su demanda con vistas al inicio de septiembre, cuando la compañía rusa Gazprom ha anunciado que interrumpirá el suministro de gas a Alemania durante tres días. La gasística ha avanzado que la interrupción atiende a la necesidad de llevar a cabo labores de mantenimiento en el gaseoducto Nord Stream 1, que actualmente opera al 20% de su capacidad. Aunque, Alemania ya ha preparado dos decretos para el ahorro energético a corto y largo plazo que entrarán en vigor en la misma fecha que se inicia el corte, el 1 de septiembre, con los que espera reducir un 2% su consumo.

Tras 182 días de conflicto en Ucrania, se puede observar con cierta perspectiva el impacto de las sanciones interpuestas por Occidente, que ha sido limitado y no ha conseguido poner fin al conflicto, mientras la contracción del PIB ruso ha sido del 4%, mucho inferior al 8,5% que había pronosticado el Banco Monetario Internacional (BMI) en el mes de abril. Los seis paquetes de sanciones y un último lote de medidas aprobado para endurecerlas promovidos por la UE tenían por objetivo evitar financiar el ataque ruso, sin embargo, la dependencia del gas ruso ha hecho que esto sea prácticamente inviable. El líder ruso era plenamente consciente de esta dependencia, puesto que sus exportaciones de gas, suponían un 40% del consumo total de los países miembro, al tiempo que algunos de ellos como Alemania relegaban en el gigante ruso hasta el 55% del gas usado cada año. Además, como entonces apuntaron muchos analistas, el Kremlin llevaba meses preparando este movimiento gracias al aumento de los precios del petróleo y el gas. 

Prueba de ello es que el gas natural no ha sido incluido en ninguno de los paquetes de sanciones, a diferencia del petróleo sobre el que los 27 han acordado un embargo parcial, en concreto al que se envía por vía marítima, que supone dos tercios del total y se aplicará a final de año. Esto no significa que los países europeos no hayan buscado alternativas para la obtención de gas, como Noruega, Estados Unidos o los países del norte de África. Una cuestión que resulta vital a escasos días de que el gaseoducto de Gazprom que actualmente funciona al 20% interrumpa el suministro a Alemania, por al menos tres días. El canciller alemán Olaf Scholz ha seguido con preocupación esta decisión, por lo que tras conseguir el respaldo de su Consejo de Ministros, el próximo 1 de septiembre pondrá en marcha dos decretos para el ahorro energético a corto y largo plazo, con el que esperan reducir el consumo de gas en un 2%.

Además, los países de la Unión Europea han acordado reducir de forma voluntaria el consumo de gas en un 15% hasta primavera, una firma que recoge una excepción para España y Portugal, que pueden llevar a cabo un recorte del 7% por no estar interconectados con las redes gasísticas de otros países comunitarios. Los líderes europeos eran conscientes de que las sanciones al gigante ruso no les saldrían gratis, pero parece que sus efectos están condicionando la economía de los países miembros en el corto plazo, mientras se espera que el golpe para Rusia tarde unos meses más en hacerse evidente. Un gran inconveniente, teniendo en cuenta que la primera respuesta de la UE se remonta al 23 de febrero, después de que Putin reconociese la independencia de las regiones de Donetsk y Lugansk. 

Los misiles comenzaron a impactar en territorio ucraniano la madrugada del 24 de febrero, en esa misma jornada los 27 integrantes de la Unión Europea acordaron sanciones contra los sectores financiero, energético y de transporte, los productos de doble uso, las exportaciones, la política de visados y nacionales rusos. Solo un día después, el castigo se dirigía directamente al presidente ruso, Vladímir Putin y el ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov. Las autoridades de la UE, Reino Unido, EEUU, Suiza, Japón y Australia acordaron también bloquear las divisas rusas en el extranjero, una suma de medidas que buscaba dejar de financiar el ataque ruso, pero como ha denunciado el presidente Ucraniano, Zelensky, Europa paga 1.000 millones al día a Putin a través de su energía.

Pero el intento de bloqueo a la esfera de Putin no ha recaído solo sobre las instituciones políticas, sino que pocos días tras el comienzo de la invasión, a comienzos de marzo, grandes multinacionales de la talla de Coca-Cola, Pepsi, McDonald’s y Starbucks hicieron público que cerraban las puertas de sus negocios en territorio ruso. Un total de 400 multinacionales abandonaron el territorio en tan solo un mes, sobre las que el Gobierno ruso lanzó una dura amenaza y señaló un listado de naciones enemigas, entre las que también se encontraba España. Sin embargo, la economía rusa ha amortiguado este abandono con la aprobación de un decreto que permite hacerse con patentes, marcas y diseños de empresas extranjeras sin pagar compensaciones, por el que KFC, Zara, o Ikea ya cuentan con un plagio que se ha aprovechado del negocio perdido por las compañías que dejaron Moscú. 

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