Un atisbo de justicia para la vieja orgía de violencia en Bangladesh

  • En la ciudad de Dhaka se ha constituido un tribunal de crímenes de guerraque realizará el primer juicio vinculado al violento episodio de 1971. La justicia intentará desvelar y condenar el horror ocurrido en lugares como la llamada "guarida del carnicero".
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Sebastian Strangio, Dhaka (Bangladesh) | GlobalPost

Jalladkhana ("La guarida del carnicero") se encuentra en los suburbios polvorientos de Dhaka, la capital de Bangladesh. Es un pequeño edificio repleto de velas, donde repiquetea una pequeña campana de latón.

Esta vieja estación de bombeo en desuso se ganó su oscuro nombre hace cuatro décadas, durante la sangrienta guerra de independencia de Pakistán. En ese periodo, los soldados paquistaníes y sus aliados locales convirtieron esas dependencias en un matadero, un lugar en donde asesinaron a miles de civiles y después ocultaron sus cuerpos en una cisterna subterránea.

"Mataban a la gente durante el día y por la noche se deshacían de ellos", afirma K.M. Nasiruddin, el conserje del memorial que se alza ahora en ese mismo lugar.

Hasta 25.000 personas perdieron su vida en Jalladkhana durante la guerra de 1971, dice Nasiruddin, quien explica que muchos de los restos de los cadáveres mutilados se desperdigaron, fueron enterrados en fosas comunes cercanas o se perdieron por las cloacas de la ciudad.

Como adolescente que era entonces, Sharikul Islam estuvo a punto de formar parte de esa tenebrosa lista.

En julio de 1971 Islam (perteneciente a la mayoría de origen bengalí) fue secuestrado cerca de su casa por un grupo de jóvenes amenazadores que le acusaron de apoyar la independencia. En aquellos días prácticamente toda la comunidad bengalí había huido ya de la ciudad y el barrio vacío estaba bajo el control de grupos de matones respaldados por Pakistán.

Quienes atacaron a Islam eran jóvenes inmigrantes de Bihar e India. Los adolescentes locales habían sido arengados por las autoridades paquistaníes, que les habían dicho que su minoría saldría perjudicada bajo un gobierno bengalí.

"Les conocía muy bien", recuerda Islam. "Me dijeron: 'Tú eres bengalí, y quieres la independencia de Bangladesh, así que ya no te conocemos'". A continuación los jóvenes le golpearon y le arrastraron a la estación de bombeo, en donde vio sangre y ropa tirada por el suelo.

Ya le habían hecho un profundo tajo en el cuello cuando dos de sus amigos biharíes interrumpieron el ataque y le dejaron escapar. "Fue el deseo de dios que no terminaran con la operación", dice Islam, que ahora tiene 56 años.

Pocos países han tenido un nacimiento tan sangriento como Bangladesh. La matanza comenzó el 25 de marzo de 1971, cuando el Ejército paquistaní lanzó un ataque brutal contra el naciente movimiento independentista, una campaña que el corresponsal del New York Times de la época, Sydney Schanberg, calificó de "pogromo o linchamiento a gran escala".

En la subsiguiente orgía de violencia, que duró nueve meses, soldados paquistaníes y bandas de colaboradores locales camparon por la región a sus anchas, matando a hindúes y a quienes sospechasen que tenían simpatías pro independentistas. Según el Gobierno, hasta tres millones de personas murieron durante el conflicto, y cientos de miles de mujeres fueron violadas.

Ahora después de cuatro décadas, se ha constituido un tribunal especial de crímenes de guerra en Dhaka que realizará el primer juicio vinculado a los acontecimientos de 1971.

Delwar Hossain Sayedee, una figura prominente del Jemaat-e-Islami, el principal partido islamista del país, será el primero en ser juzgado, acusado de una serie de delitos entre los que se encuentran genocidio, asesinato, incendio intencionado y crímenes contra la humanidad.

La acusación sostiene que Sayedee era el jefe regional de una milicia que se creó durante la guerra para colaborar con el Ejército de Pakistán. Si se le declara culpable, podría ser condenado a la horca. Otros cuatro miembros del Jemaat y dos líderes del Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) también están detenidos y a la espera de juicio por su supuesta participación en la masacre.

El Tribunal de Crímenes Internacionales, como se le ha bautizado oficialmente, se crea tras décadas de inacción por parte de Bangladesh.

Intentos anteriores de juzgar a figuras clave de lo acontecido se vieron obstaculizados por la lucha política crónica del país, y por una serie de administraciones militares que temían la implicación de muchos de sus miembros.

Tan sólo la victoria electoral a finales de 2008 del Awami League (partido liderado por la primera ministra Sheikh Hasina, hija del icono de la independencia Sheikh Muijibur Rahman) ha dado nuevo ímpetu a la lucha por la justicia.

"El actual proceso es, si se quiere ver así, el trabajo no terminado que empezó en 1972", afirma Ahmed Ziauddin, asesor del grupo pro derechos humanos local Odhikar.

Durante su visita a Dhaka hace dos semanas el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, describió estos juicios como "esenciales" para Bangladesh.

Pero el tribunal (totalmente nacional, sin participación de la ONU) tiene sus detractores.

Human Rights Watch y otros observadores internacionales dicen que las disposiciones legales del tribunal no cumplen los estándares internacionales, y que muchos de los personajes clave de las atrocidades o bien han muerto o viven sin problema en Pakistán, en el Reino Unido u otros países occidentales.

"Es un juicio fragmentado. Ni siquiera podremos tocar la punta del iceberg, porque el 95 por ciento de los crímenes fueron cometidos por el Ejército paquistaní", asegura M.A. Hassan, jefe del War Crimes Fact-Finding Committee, un grupo que presentó en 2008 al gobierno una lista con 1.700 nombres de figuras que tuvieron protagonismo en las matanzas.

 

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