La Píldora Económica

Inflación, energía, impuestos al CO2 y el impacto en la Inteligencia Artificial

La desinformación mediante la IA y la crisis climática, riesgos globales del 2024
La desinformación mediante la IA y la crisis climática, riesgos globales del 2024
Pixabay

Me sigue sorprendiendo que los bancos centrales, basándose en los modelos de equilibrio general dinámicos (DGE) que utilizan y complementándolos con los estudios posteriores más micro de análisis de oferta y demanda, no hayan sido capaces de prever la velocidad de la reducción de la inflación que está teniendo lugar.

Soy de la opinión de que no se puede culpar a los bancos centrales de no anticipar estos aumentos, pues la gravedad y duración de la guerra en Ucrania, y sobre todo, el brutal aumento en los precios del gas y de la electricidad como consecuencia del corte del suministro del gas por la voladura del gaseoducto Nord Stream, no era algo previsible.

Lo que sí me parece preocupante es que no previesen la velocidad de la caída de la inflación, tan ligada a los efectos del precio de la energía que definitivamente son claves también en la inflación subyacente. Este fallo es, en mí opinión, la consecuencia de un problema mayor: la falta de atención de los economistas académicos en sus modelos a la variable energía, que es más importante de lo que pensamos. No se entiende bien por qué seguimos sin prestar atención a la energía en nuestros modelos económicos, ni siquiera la tenemos en cuenta, solo hablamos de ella cuando se genera un problema de inflación, y esto ya es un error, porque implica que ni siquiera hagamos un esfuerzo por entender la interacción de la energía con todas las variables económicas, incluida la productividad.

Si lo hiciéramos, entenderíamos qué equivocadas son algunas políticas, porque conducen a conclusiones erróneas al omitir la relevancia de esta variable en los análisis de toma de decisiones. También son muy peligrosos los estudios académicos que, basándose en supuestos inviables, mandan mensajes como que con un impuesto mundial a la tonelada de CO2 de 227 euros alcanzamos el famoso net zero de emisiones en 2050.

Vayamos por partes. Un caso claro de error de valoración de la relevancia de esta variable sobre la economía se observa en las políticas europeas de precios de la energía y del CO2, políticas que nos están llevando a pérdidas de competitividad y de renta en Europa que no dejarán de aumentar en el futuro, como podrán comprobar en el análisis de los siguientes párrafos sobre su efecto en un sector de futuro como es la inteligencia artificial (AI). Básicamente esto es así por decisiones políticas que implican precios energéticos mucho más altos que los de nuestros socios.

Estas políticas son muy negativas para nuestro futuro porque hay cuestiones muy relevantes, que ni se comentan ni se analizan por nuestras autoridades y que son clave. Por ejemplo, ¿alguien ha analizado y contrastado si los aumentos de productividad se dan más en periodos con precios bajos de la energía y que probablemente la productividad a largo plazo en Europa dependa del nivel de esos costes energéticos, y que puede haber un gap de productividad frente a otros países por esta razón?

¿Por qué las políticas climáticas están expulsando a sectores de alta productividad y alto consumo energético? Y no solo a sectores actuales, como el aluminio o los vehículos a motor, sino también a los sectores económicos del futuro. Pensemos en los centros de datos, que son grandes consumidores de energía, o mejor en el desarrollo de la inteligencia artificial: ¿tiene sentido invertir en este sector en Europa, a estos precios de la energía?

Para que se entienda la magnitud del problema de Europa en este terreno, veamos los cálculos de sobrecoste frente a EEUU para los nuevos chips, especialmente diseñados para la inteligencia artificial.

La tarjeta o chip GPU Nvidia H100 AI incluye innovaciones tecnológicas que, combinadas, pueden multiplicar por 30 la aceleración de los modelos de lenguaje de gran tamaño, lo que permite maximizar lo que se puede hacer en inteligencia artificial conversacional.

Mide solo 27 cm de largo, 11 cm de ancho y 2 cm de profundidad. Se espera que Nvidia venda alrededor de 2 millones en 2024 solo en Estados Unidos. Esto se suma a los 1,5 millones que vendió en 2023. Pues bien, cada uno de estos chips consume hasta 700w de potencia (potencia máxima). La utilización anual al 61% de una sola tarjeta GPU H100 consumiría aproximadamente 3.740 kWh de electricidad al año. Es decir, un solo chip se acerca al consumo medio de energía de un vehículo eléctrico. Ojo, que se venderán más tarjetas que vehículos eléctricos en 2024 en Estados Unidos

La intensidad energética de la inteligencia artificial es descomunal. ¿Qué inversiones se van a realizar en Europa en inteligencia artificial si la electricidad solo por el efecto del precio del CO2 (90 euros tonelada en 2023) es ya más cara en muchos países europeos que en Estados Unidos? Pero esto no es lo peor; lo peor es que el precio marginal de la electricidad, que es generado con gas natural, es hoy tres veces más alto aquí que en Estados Unidos.

En resumen, estamos hablando de que el coste variable de la inteligencia artificial (es decir del gasto en electricidad por chip o tarjeta) es aquí ¡cuatro veces más caro que en Estados Unidos! Pero ¿es que no somos conscientes de que este sobreprecio se debe en gran parte a las actuales políticas energéticas y climáticas europeas? ¿Alguien se lo ha explicado a Mario Draghi, que está realizando un estudio sobre el futuro de Europa? No se preocupen, que si no es consciente del problema se lo contaremos “whatever it takes”.

Pero es que, además de las políticas equivocadas, tenemos análisis equivocados de prescriptores sociales o expertos que no nos hablan de este problema de los costes del CO2 y de los negativos efectos de políticas energéticas en Europa. Más bien mandan el mensaje contrario, que es bueno. Este es el caso de un reciente estudio macroeconómico que concluye con mensajes del tipo “con un impuesto al CO2 de 227 euros por tonelada alcanzamos el objetivo de emisiones cero en 2050 en todo el mundo y todo arreglado, pues además no tiene un alto coste en términos de bienestar social”.

Para empezar, los supuestos de los modelos deberían tener en cuenta que la senda de reducciones de CO2 en España se logra en parte porque se trasladan dichas emisiones a otros lugares, donde además los procesos industriales son menos eficientes, luego generan más CO2 y utilizan combustibles fósiles con más contenido en carbono luego también generan más CO2; por lo tanto, el neto de la reducción de CO2, bien medido, es mucho menor de lo que se piensa y la mejora tecnológica que se logra también es menor. El problema de la opinión de los expertos es que lo que llega a la opinión pública es un mensaje de “yes we can”, que es absolutamente equivocado. Decir que poniendo el impuesto en todo el mundo consigues eliminar las emisiones es no comprender de qué estamos hablando. Para que se visualice dejo otro ejemplo. El grafito es clave en la transición, pues es insustituible en las baterías. Una tonelada de grafito esférico exige el consumo de 60 toneladas de carbón de alta calidad que “solo genera” 180 toneladas de CO2. Si el impuesto optimo es de 227 euros por tonelada, entonces el precio del grafito, antes de empezar a producirlo, es de 50.000 euros la tonelada. A ese precio del CO2, lo que ocurriría es que se retrasaría la transición, pues supone multiplicar por tres el precio del vehículo eléctrico más pequeño. Si haces el mismo cálculo con el polisilicio, el chip del Nvidia multiplicaría su precio por cuatro, con lo que también se retrasaría la introducción de la inteligencia artifical. No sé si es lo que buscamos, lo mismo es eso.

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