La píldora económica

Un plan energético cada tres años, para los próximos siete... y echar a la quiniela

Torre eléctrica EUROPA PRESS (Foto de ARCHIVO) 30/7/2018
Un plan energético cada tres años, para los próximos siete... y echar a la quiniela.
EUROPA PRESS

Desde hace muchos años, prácticamente desde 2004 empecé a seguir el mercado eléctrico y no solo el petrolero. Siempre me llamaron la atención los cambios en la planificación de las fuentes de electricidad, primero más gas natural, luego más eólica y luego más solar. No generaba mucho ruido porque como crecía la demanda no se tenían que quitar fuentes existentes, solo carbón.. bueno algo más complejo pero valga la simplificación. El tema era siempre que para conseguir los objetivo de nuevas fuentes se subvencionaba o se incentivaba la fuente que se quería potenciar, bien vía remuneración regulada de las inversiones en redes o vía pago a un precio regulado de la nueva energía eléctrica renovable que luego se cargaba como déficit del sistema eléctrico, para que los consumidores no pagaran al contado el super precio que recibían las inversiones en renovables para incentivar su construcción.

Pero desde la gran crisis financiera, ha cambiado el escenario: la demanda eléctrica no crece, pero eso sí los planes suponen que seguirá creciendo para poder aumentar la generada con más renovables. Desde entonces no me he creído ningún plan, pero es que ahora además tenemos que suponer que desaparece una fuente, la nuclear, que supone el 20% de la generación eléctrica actual que es energía descarbonizada. Y, además, la inversión para el plan será dinero privado a riesgo (como si fueran petroleras y no eléctricas).

Así, acaba de aparecer el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), al que como a un coche (bueno con cálculos menos exactos) se le ha hecho un 'restyling' en 2023 frente al antiguo modelo de 2020. Esta nueva versión es aún más audaz, por utilizar un adjetivo algo positivo, y pretende llegar en 2030 a un objetivo del 81% de generación con energías renovables frente al 76% anterior y a una reducción de emisiones del 32% respecto a 1990 frene al objetivo del 24% del plan anterior.

Estos objetivos del Plan se establecen en un entorno de tanta incertidumbre que mejor no haberlos tocado. Los plantean después de un año en el que han cambiado todos los sistemas retributivos existentes a los generadores de electricidad, que no solamente no tienen un marco estable regulatorio, sino que saben que va a cambiar el actual y que no pueden calcular cuánto invertir. Después de un año en el que en vez de importar electricidad de Francia la exportamos, y en un año o en que se ha puesto de manifiesto que puede haber problemas de seguridad de suministro; que podemos no tener acceso a los materiales chinos necesarios para las renovables ni a qué precio los tendremos. Una incertidumbre más, se introducen tecnologías que no están desarrolladas ni testadas a gran escala como el almacenamiento no hidráulico, (baterías), pero esto entonces ¿puede considerarse un Plan Nacional? No sería mejor considerarlo un escrito voluntarista del tipo "a mí me gustaría…campeón de Europa".

No hay nada de análisis coste beneficio, ni de alternativas menos costosas o viables que justifiquen el Plan. El análisis coste beneficio brilla por su ausencia, se pretende que en siete años se inviertan 290.000 millones, 53.000 millones más de lo previsto en el plan anterior, con ello se lograría una reducción adicional de 27 MtCO2, (es decir el coste de reducción de emisiones es de unos módicos 196 €/tCO2). Claro que no señala cómo se podría reducir este coste si no se cierran las nucleares, ni porqué se siguen poniendo crecimientos de demanda de energía eléctrica “alucinantes” por utilizar la terminología de la Inteligencia Artificial cuando no sorprende con alguna contestación que nos parece un disparate, y de este modo pedir que se gaste más dinero para conseguir nada rentable

Pero es que no tiene desperdicio el Plan, así señala que la generación en barra de central crecerá al 6% y la demanda final al 1%. Para ello se ha aumentado la potencia renovable un 30% respecto al plan anterior, si bien la demanda ha sido ligeramente revisada a la baja.

Para que este aumento de generación renovable sea posible en el Plan hay que buscar demandas que son poco probables: primero exportar principalmente a Francia 40.000 GWh en 2030, ¡5 veces la exportación actual! ¿pero qué sentido tiene? Si no sabemos si la van a necesitar; y segundo, para qué invertir en algo que no necesitas. Además de a los franceses, se requiere doblar el consumo de electricidad consumida en transformación energética, esto supone que para 2030 habrá grandes plantas generadoras de hidrógeno, lo cual es cuanto menos super optimista.

Pero es que incluso, si supusiésemos que somo somos unos quijotes y que invertimos con bajas tasas de rentabilidad en renovables para exportar a las industrias francesas y portuguesas, necesitamos tener las infraestructuras, que son imposibles de tener en 7 años y que además son muy caras. Para que lo visualicen; el actual plan de la antigua Red Eléctrica (ahora Redeia) solo llega hasta 2026, y no llega a cubrir las necesidades del PNIEC en varios aspectos. El primero en las conexiones internacionales. Mientras el Plan está calculado con una interconexión de 8 GW, los proyectos que están sobre la mesa solo llegarían a los 5 GW, mientras que actualmente apenas están en funcionamiento 2,8 GW.

Otro de los aspectos que tiene que solucionar la red son los llamados vertidos, que es aquella electricidad que se tiene que “tirar” porque no haber demanda suficiente. Con la red actual, de llegar a los 89 GW de renovables en 2026 se producirían unos vertidos del 15%, si bien el desarrollo de la red espera reducir esa cantidad al 4%. Sin embargo, si se pretende llegar a los 160 GW de renovables en 2030, el desarrollo de la red tiene que ir en paralelo, a riesgo de tener que tirar la mayor parte de la energía que se genere.

Algunos pensarán que para no tener excedentes de energía se ha incrementado en el PNIEC el almacenamiento de energía, pero nos encontramos con dos problemas: el primero de ellos sobre la regulación, dado que algunos proyectos pueden tardar años en conseguir los permisos pertinentes (por ejemplo, las instalaciones de bombeo); el segundo problema sería tecnológico, dada la falta de madurez de otras tecnologías como las grandes baterías.

Otra de las sombras que aparece en el plan es el parque móvil de vehículos eléctricos, que el PNIEC cuantifica en 5,5 millones en 2030, aunque por supuesto esa cifra incluye no solo turismos, sino también motocicletas, autobuses, etc. Para hacernos una idea de la magnitud, 2022 cerró con un parque móvil de vehículos con etiqueta 'cero' de 0,25 millones. Está claro porque hablan de deducciones muy importantes en el IRPF, pero vamos ni así parece posible.

Por último, señalar que, en un entorno de subida de los costes de financiación, descontar que se va a invertir masivamente en opciones hoy por hoy no rentables es, cuanto menos, imaginativo. Pero en fin ya me entienden un Plan es un Plan y “a buen entendedor...”

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