Posdata

El último día de la vida y del fin del mundo

La crisis socioeconómica que aporrea la puerta tiene también algo de apocalíptico, sin duda, y mete la incertidumbre y el pánico en nuestras vidas a golpe de martillo pilón.

Volcán La Palma Cumbre Vieja
Volcán La Palma Cumbre Vieja
Europa Press

El mundo es como un Lehman Brothers a lo bestia, un gigante de barro que en cualquier momento puede quebrar destrozando todo cuanto tiene a su alrededor. La compañía financiera estadounidense enfermó con su propio veneno de las hipotecas baratas y el dinero fácil y marcó nuestras vidas allá por 2008. Ahora, el aliento de la crisis económica sopla fuerte y congela el aire: pandemia de coronavirus, inflación disparada, salarios bajos, correcciones empresariales, colapso en la distribución de mercancías, tensiones y cambios políticos, desconfianza... Miedo.

Hoy es 1 de noviembre, jornada de recuerdos del pasado lejano o reciente y antesala de un futuro en el que nos tocará estar al otro lado, queramos o no, más pronto o más tarde. Los unos de noviembre son como los doses o los treses pero tirando a más tristes. La festividad de Todos los Santos, además de ser pata de un puente laboral, te acerca al Apocalipsis bíblico, en el que la Humanidad se dispone a irse al carajo acorralada por la destrucción más absoluta. Leer algunos de estos pasajes te amargan la existencia solo de pensarlos: invasiones de langostas, defenestración de los mares, muerte de los humanos... Quien escribiera todo eso, si lo que pretendía era acongojar al personal, vaya si lo logra. La crisis socioeconómica que aporrea la puerta tiene también algo de apocalíptico, sin duda, y mete la incertidumbre y el pánico en nuestras vidas a golpe de martillo pilón.

Por el camino se han quedado millones de parados, empresas y familias con la necesidad como primer apellido en el DNI

La pandemia de la Covid-19 -con cinco millones de muertos en todo el mundo, más de 87.000 de ellos en España- ha encendido una mecha que sigue su paso. La infección paró el planeta en 2019 y 2020; ahora, en 2021, la actividad trata de arrancar y no parece encontrar las herramientas necesarias para hacerlo convincentemente. Por el camino se han quedado millones de parados y empresas quebradas e infinidad de familias con la necesidad como primer apellido en el DNI.

La inestabilidad socio-económica es cíclica; también en lo que a la política afecta por ser el instrumento ejecutor de las estrategias mundiales. Algunas han estado vinculadas directamente a las grandes guerras o a periodos de entreguerras. Durante el siglo pasado hubo convulsiones brutales, como la de 1929, y otras más vinculadas directamente a la energía o a los mercados domésticos, como en ocasiones en el caso de España. Ahora vivimos el disparatado precio de la electricidad y la incapacidad de los gestores políticos para controlar el zarpazo que supone a los bolsillos de los ciudadanos. Encender la luz empieza a ser un juego de riesgo; poner la calefacción, una maniobra solo para ricos.

Entre descargas, burbujas de gas y negro petróleo, el Gobierno de Pedro Sánchez se esfuerza en salvar el paso de los Presupuestos Generales del Estado por el Congreso de los Diputados y si a alguien le aprietan los números rojos en la cuenta bancaria por el dramón eléctrico, que encienda velas o cace luciérnagas. Mientras los que gobiernan andan liados en engrasar sus ejércitos electorales, los que les votan esperan hasta la hora de las brujas para poner la lavadora aprovechando la indulgencia de los operadores del mercado. En España, cuando a una empresa le tocan las narices enseña el comodín del poder y cambia los huevos de cesta, como barrunta otro Sánchez, pero Galán.

Encender la luz empieza a ser un juego de riesgo; poner la calefacción, una maniobra solo para ricos

En un día de muertos lluvioso y gris, puntos emblemáticos de Madrid son escenario del Festival de la Luz. Una bonita ironía en los tiempos que vivimos. Ya veo al alcalde de Vigo tirando la casa por la ventana para iluminar la Navidad de esa localidad gallega, que los platos rotos, si los hay, los pagarán los de siempre.

Con las luces apagadas hoy es momento de ver 'Línea Mortal', de Joel Schumacher, donde unos estudiantes de Medicina, entre ellos los encarnados por una Julia Roberts con reflejos de 'Pretty Woman', y William Baldwin, hermano del desgraciadamente popular Alec, tratan de saber, sirviendo ellos mismos de conejillos de indias, qué hay detrás de la muerte. Y lo descubren, claro. En un día en el que muchos se disfrazarán de calamar, de Dalí o de Scream pruebe a quitarse la máscara y a ser responsable de su yo.

Buena semana.

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