ANÁLISIS

Eurovisión y los prejuicios

Manesquin en 'Eurovisión'
Manesquin en 'Eurovisión'
UER

Casi 30 millones de visionados en cuatro días es una cifra de vértigo. La ha conseguido en Youtube la actuación en la final de 'Eurovisión' de Måneskin. Un dato que retrata que los italianos no sólo han ganado el festival europeo de la canción, también su 'Zitti E Buoni' ha trascendido el propio Eurovisión. Para que luego digan que el gran programa común de las televisiones europeas es una merienda de clichés horteras. No, es un gran escaparate internacional de autenticidad a través de la fuerza de la televisión. 

Y la fuerza de la televisión también nos retrata con todas sus consecuencias. Es lo que ha sucedido cuando el integrante de Måneskin se agachó en la 'greem room' y, rápidamente, el universo de critiqueo viral sentenció: se estaba drogando.

El fragmento con el amago de bajar la cabeza se empezó a retuitear con intensidad en redes, quedando en evidencia prejuicios que todavía siguen vigentes. Probablemente si se hubiera inclinado sobre una mesa Bárbara Pravi o cualquier baladista de la noche, nadie hubiera especulado con que si estaba esnifando alguna sustancia. Sin embargo, Måneskin son rockeros. El enjuiciamiento estaba servido. Y deberíamos ejercer una reflexión sobre ello, sobre cómo aún una estética y actitud en escena puede hacernos sentar cátedra, incluso abrazar conspiraciones, sin ningún fundamento.

Al final, ha dado negativo en el test. Pero viendo la imagen era evidente que el intérprete estaba buscando algo debajo de la mesa. En realidad, según ha confirmado el personal de 'Eurovisión', se había roto un vaso. Pero era más morboso especular con el tema drogas en una gala en la que, por cierto, sí que se vio un alarde de alcohol. Y nadie juzgó, pues está integrado en la cultura social con una normalidad aplastante, cuando probablemente tampoco debería existir alcohol en un evento de estas características. 

De repente, con la victoria de Måneskin, el rock con toque glam que nunca ha dejado de ser apasionante ha sido conocido por las generaciones más jóvenes asiduas al eurofestival, esas que no escuchan a Queen o a los Rolling Stones ni saben quién fue David Bowie. No tienen otros referentes, que quizá deberían descubrir cuanto antes. Quizá los ganadores de Eurovisión les acerquen a ellos, porque la televisión sigue siendo el gran motor de descubrimiento, de divulgación. También el eurofestival que algunos denominan hortera pero que, justamente, es el gran espectáculo televisivo por su capacidad para que los artistas puedan interpretar en escena con una autenticidad sin la atadura de prejuicios. Huyamos, por fin, de ellos, pues.

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