'No matéis mi planeta, por favor'

La lucha contra la contaminación de 'Verano Azul'

Julia canta contra a contaminación en 'Verano Azul'
Julia canta contra a contaminación en 'Verano Azul'
RTVE

'Verano Azul' es el ejemplo perfecto de ficción que sobrevive al paso del tiempo con buena salud gracias a que supo retratar la sociedad sin demasiados eufemismos. Es más, la gran parte de series de Televisión Española de aquella edad dorada de la cadena pública comparten un mismo pilar estructural: han trascendido porque estaban radiografiando con astucia su tiempo, nuestro país. 

Y siguen emocionando en su reposición a un público que no falla, ya que esas series le recuerdan de dónde vienen y que, en lo realmente importante, tal vez no hemos cambiado tanto. Sucede con 'Verano Azul', pero también pasa con 'Chicas de hoy en día', 'La mujer de tu vida' o, en otros términos, con 'Curro Jiménez' y 'Anillos de Oro'.

La habilidad de 'Verano Azul' fue ejercitar el equilibrio entre temas universales sin fecha de caducidad con la capacidad de mostrar el matiz de la realidad del momento. Incluso adelantándose a preocupaciones sociales decisivas que aún no tenían el foco de la relevancia. Así tocó temas como la especulación, el boom inmobiliario, el individualismo social y el ecologismo. Incluso los puso banda sonora original a estos problemas, cantando el icónico 'No nos moverán' o 'No matéis mi planeta, por favor'.

Pero el truco por el que caló la serie es que las tramas no enfilaban estas temáticas con la condescendencia de la mala serie que pretende dogmatizar. No, la misión de la cultura nunca ha sido quedar bien, sino movilizar nuestros sentidos. 'Verano Azul' lo hacía con la ingeniosa fusión de sensibilidad y socarronería. De ahí que cuarenta años después 'Verano Azul' siga siendo una lección del arte de narrar la vida. De hecho, su primer episodio es redondo a la hora de plantear el universo de personajes de una pandilla que empieza a descubrir la vida intentando no perder su ingenuidad. 

Ahora el prisma de la ingenuidad nacional es distinto,  pero es fácil continuar sintiéndose reconocido en sus tramas cargadas de detalles que comprenden España y su sociedad. Para algunos hoy detalles incómodos como que se pusiera mote a alguien con sobrepeso, 'Piraña', pero en realidad son detalles valientes porque indagan sin edulcorantes hasta el fondo de la realidad social. Tanto que incluso atinaron con espíritu crítico en las motivaciones de un país que estaba, en aquella época, viviendo la motivación de la edad del pavo de la transición. Un país de prejuicios por la hipnosis colectiva de la propaganda franquista que Antonio Mercero empezó a desaprender con su habilidad para fijarse en lo realmente importante: en los lugares cotidianos de la vida, abrazándolos desde ese prisma joven de las ganas de cambiar las cosas sin haber caído aún en la desazón de la reticencia.  Y, entonces, al unísono cantaban: "debemos encontrar muy juntos, en unión, la forma de luchar contra la contaminación, racatacatá, nuestro mundo es la Tierra, cuidaremos de ella, no matéis mi planeta, por favor". 

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