OPINION

La Voz llegó a Antena 3: lo mejor y lo peor del estreno más promocionado de los últimos tiempos

Paulina Rubio, La Voz Antena 3
Paulina Rubio, La Voz Antena 3

Siempre lo fue en Telecinco y ahora continua en Antena 3: La Voz es un programa de emociones más allá de la música. Y con pretendida emoción ha arrancado en Atresmedia.

De hecho, la primera participante venía con una historia de superación detrás e incluso con una hermana con llorera porque es fanática de Fonsi, uno de los coach de esta edición. Por supuesto, la hermana conoció y abrazó a Fonsi. Despacito y fuertemente.

La Voz pinta que ha elegido esta primera audición como carta de presentación de las aristas del éxito de lo que pretende ser un formato rompe-audiencias desde Antena 3: canciones altamente reconocibles para que el espectador pueda taratearlas (o chapurrearlas desde casa), expectación por ver si los coaches se giran ante el arte del aspirante y una novedad que es el botón de bloqueo. Así, nada más comenzar el show, ya Paulina Rubio se quedó atónita porque no giraba su silla. Pobre.

El bloqueo entre coaches es lo nuevo de un concurso que sustenta su fuerza en lo fácil que es seguir las audiciones a ciegas. No hace falta conocer demasiado a los concursantes, el poder de La Voz está en que el público se queda enganchado descubriendo si se girarán o no los miembros del jurado ante la interpretación -buena, mala o regular- del talent que es como se llama ahora a los concursantes. 

Pablo López, Orozco, Fonsi o Paulina. Ellos, los coaches, son los grandes protagonistas del show, ellos por encima de los propios participantes.

Pero, en su estreno en Antena 3, las audiciones no han ido tan al grano como otras veces y se ha potenciado el reality en los entreactos. El reality de los piques y simpatías entre los jueces siempre ha existido, pero en esta ocasión hasta se ha incorporado algún que otro 'dueto' de coaches y concursantes. Quizá era demasiado pronto, ya que el triunfo de las audiciones es que van picadas sin dar rodeos, lo que invita al espectador a ir quedándose a una canción más, pues todo fluye sin tiempo para aburrirse.

La Voz ha vuelto con mucha promoción y, como consecuencia, con mucha expectativa. Ahora se realiza en el plató más grande de todas las ediciones españolas, situado en el Teatro de Antena 3. Ahí el programa ha pegado un gran salto. No sólo en el escenario, también en la decoración de las salas de ensayo o espera de los familiares. Incluso los sillones de los coaches, por fin, tienen caché internacional y no parecen una imitación de marquetería como en años anteriores.

Sin embargo, los primeros minutos del programa podían haber sido más espectaculares para lucir con más brío ese envoltorio. Porque si La Voz quiere ser un evento semanal, los lunes y los martes, La Voz debe engrandecer esa percepción de espectáculo. Como en Antena 3 hace El Hormiguero o Tu cara me suena.

Que nadie se engañe, La Voz es un programa ya viejo, va a sufrir la competencia de Gran Hermano en Telecinco y tiene que progresar en la esencia del show musical para llamar la atención ante una audiencia resabiada de casting de cantantes en la tele de los últimos años. Lo debe conseguir sin perder la perspectiva de la imprevisible emoción, claro, donde también se debe dar más vía libre al lado más desconocido y desenfadado de Eva González, que en la primera audición ha sido (como si La Voz quisiera ser MasterChef) una mera guía, casi invisible y con aparente menos presencia que Jesús Vázquez en Telecinco. No hubiera estado mal que, como presentadora, ella hubiera introducido a los coaches con la pompa que merecían. No ha sido así. 

Porque, a diferencia de la primera vez en Telecinco -donde Jesús Vázquez apareció en lo alto del público -rodeado de entusiastas-, la apertura de La Voz en Antena 3 no ha contado con una gran y efectista aparición en plató del maestro de ceremonias con la consiguiente ovación de la grada. Un detalle clave en la televisión en España, donde es crucial empaquetar con la suficiente pomposidad los primeros minutos y, ahí, la ceremonia de los protocolos del presentador es clave. Ha faltado ese ritual.

En cambio, esta Voz ha evidenciado demasiado los cortes de edición, desaprovechando esa figura de Eva por exprimir. Un concurso que ha llegado con mucha promoción y ahora debe demostrar que tiene el plató más grande. Porque da la sensación de que Paulina, Fonsi, Orozco y López lo han flipado en la grabación, pero esa energía no se ha transmitido por la tele como debería. Y eso es un problema a medio plazo, cuando la fuerza del marketing se desvanezca y el programa beba de ese espectador fiel que se queda porque siente que está viviendo un acontecimiento especial a través de la tele.

Un acontecimiento con la alegría de que no se alarga hasta las tantas de la madrugada y, por suerte, acaba a las doce y cuarto de la noche, recuperando un prime time más sostenible y más fácil de consumir sin ojeras. Algo, al menos, sí está cambiando en la tele en España.

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