OPINION

Las emocionantes grabaciones que descubren cómo se rodaba 'El Gran Circo de TVE'

Miliki año 1976
Miliki año 1976

El archivo de RTVE está realizando un interesante trabajo de divulgación de los bloques de grabación de programas míticos de la historia de la cadena pública. Es decir, aquellos rodajes "en bruto" que han sobrevivido en la videoteca de TVE con escenas buenas y escenas fallidas de las largas jornadas de producción de los formatos estrellas del viejo 'ente'.

La tecnología ha avanzado, pero ver la astucia con la que se grababan estos espacios sigue vigente. Es más, sigue siendo una inspiradora clase de televisión. Es el caso de los bloques de grabación que se conservan de Los Payasos de la tele.

El Gran Circo de TVE, lleno de cientos de niños en sus gradas, atesoraba un complicado proceso de grabación que, sin embargo, era rápido, pues estaba bien organizado y ensayado para que todo se viera a la perfección por la tele. De hecho, el programa se rodaba como un espacio dramático: con un guion cerrado con una marcada coreografía de cámaras, perfectamente diseñada y estudiada desde antes de entrar en el plató. Una tele en la que no se menospreciaba la preparación previa para que todo estuviera bien hilado en emisión.

Así en el arranque de la grabación de El Circo de la TVE del 24 de enero de 1976 vemos el reconocible y espectacular encuadre de la multitud de niños vibrando al cantar 'había una vez un circo'. También se observa una estructura de hierro con un micrófono, que se denominaba jirafa, lista para tomar el sonido de Gabi, Miliki y Fofito y de toda esa chavalada entonando la mítica sintonía del programa, antes de contestar el emblemático "¿cómo están ustedes?" a los payasos.

Y sale Gabi. Y sale Miliki. Y sale Fofito y Milikito. Pero la coreografía de cámaras no llega bien a la interpretación prevista para ese arranque. Las tomas de los camarógrafos son sucias y hasta Gabi se cuela en un plano del público. Se corta, se repite. A la segunda, queda perfecto. Todo se ve bien y en orden. El realizador llega a tiempo a los diálogos de guion.

Aunque, lo mejor, es que los cientos de críos en escena siguen disfrutando. Aunque tengan que repetir, lo viven como la primera vez porque están entusiastas con su visita a la tele.

Y el plató está escenografiado con una destreza para que esos niños siempre estén omnipresentes, con su ingenuidad, en el fondo de la imagen. Se cuida el plano de reacción de la cara de los asistentes, pero, a la vez, la disposición del circo propicia que detrás de los payasos también se cuele la expresividad de los más pequeños.

Mikito cencerros
Emilio Aragón, entonces Milikito, haciendo su concierto de cencerros con la omnipresente fuerza de los niños en segundo plano y una calculada luz más tenue.

La feliz expresividad infantil es la verdadera protagonista. Una cándida efusividad que se siente en estas grabaciones, también en los prolegómenos en los que el payaso está en posición de listo para rodar, esos instantes previos en los que ya se está grabando pero aún no está todo listo. Ahí es descriptivo como los niños gritan a sus ídolos ¡Milikito!, ¡Miliki!. Ídolos que sobrepasaron generaciones a través de su inteligencia a la hora de manejar la empatía televisiva. Ellos mismos, los payasos, con naturalidad, explicaban si necesitaban más fuertes los aplausos en plena grabación ante estos pequeños asistentes boquiabiertos dentro de la tele.

Los niños siempre en imagen. Detrás del travieso gag, detrás de la interpretación de Susanita, detrás  del "Feliz, feliz en tu día", grabado, por cierto, tras un mensaje inclusivo que derribaba prejuicios sobre niños extranjeros. Un plató ruidoso por ese fervor infantil omnipresente de fondo, que hace que el programa haya envejecido tan bien.

No había efectistas pantallas de leds, no había efectos especiales, ni siquiera había un micrófono para cada payaso. Pero sí había un inteligente trabajo de diseño de una planificación artística y de equipo técnico que estructuraba con claridad y calidez un espectáculo para que traspasara con fuerza el cristal de la tele.  Todo sustentando en un buen y sencillo guion. La familia Aragón tuvo la visión de simplificar viejos protocolos televisivos para ir al grano de la interpretación de esa historia que no tiene fecha de caducidad, ya que se sustenta en una cristalina y traviesa ingenuidad infantil. Esa prodigiosa ingenuidad infantil que, viendo El Circo de TVE, sigue atrapándote con emoción aunque ya tengas sesenta años:

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