OPINION

'Los Lobos': su virtud para triunfar durante más de un año en 'Boom'

Los Lobos
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Los Lobos, el oficio del concursante de televisión.

Llevan un año ininterrumpido jugando en Boom. Son una especie de concursantes indestructibles. Su nombre de batalla, Los Lobos. En más de 200 programas, han acumulado más de 1.100.000 Euros y, doce meses después, ninguno de ellos evidencia desgaste.

Jose de Casillas de Flores, Manu de Tafalla, Valentín de Alicante y Erundino de Guadalajara forman este grupo de participantes que podrían denominarse concursantes profesionales. Porque no es la primera vez que participan en un formato de estas características.

De hecho, se conocieron en Saber y Ganar. Jordi Hurtado unió su destreza y, ahora, demuestran cada tarde en Antena 3 su conocimiento esquivando la explosión de bombas que sueltan una sustancia de colores. Nadie puede con ellos. Es como la reunión de los Los Vengadores, pero de los programas de pruebas de cultura general.

Pero, ¿su aguante en el concurso puede producir cansancio en la audiencia del programa? No, al contrario. Como Saber y Ganar o Pasapalabra, Boom establece una dinámica que fomenta que los concursantes se mantengan en el juego. No es un detalle casual del show, es una característica crucial para acrecentar el interés por el formato.

Así el espectador tiene suficiente tiempo para coger cariño a los participantes. Así el público conoce sus filias, fobias, debilidades y fortalezas. Empatiza (para bien o para mal) con ellos, hasta que casi se conviertan casi como reconocibles miembros de su familia.

Boom casi se tuerce en un reality sobre unos participantes que el espectador conoce y mucho, lo que fomenta que surjan tramas que van aumentando la expectación por el show. Y, al ir ganando a su larga lista de rivales, también se amplifica el nervio de un espectador que siente que pueden ser eliminados en cualquier momento. Cuanta más permanencia, más duro será el golpe de su expulsión.

Pero Los Lobos siguen ahí, viendo pasar equipos y equipos que no logran derrocar su trono. Parece que no van a irse hasta lograr el bote de más de dos millones de euros que atesoran las bombas. Han hecho casi un oficio de su paso por este tipo de programas. Es más, ya han durado mucho más en el juego que muchos presentadores en sus programas.

Aunque, sobre todo, han logrado una virtud demoledora en la televisión de hoy: han dejado de ser sólo concursantes para ser también personajes. No son unos simples concursantes, tienen nombre propio y hasta el espectador conoce de sus quehaceres fuera de plató. Se han abierto sin complejos. Saben que han ido a Boom a jugar y están jugando sin piedad, pero con telegénico desparpajo. Y eso les hace más adictivos para los fervores de la cuota de pantalla.

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