OPINION

Paula Echevarría y la dificultad de que el éxito en Instagram se traduzca en audiencias televisivas

Paula Echevarría y la dificultad de que el éxito en Instagram se traduzca en audiencias televisivas
Paula Echevarría y la dificultad de que el éxito en Instagram se traduzca en audiencias televisivas

Paula Echevarría es actriz, pero también es 'influencer'. La intérprete que triunfó en unas galerías llamadas 'Velvet' ha sabido crear una marca personal a través de las redes sociales. La historia cogió impulso con un blog en la revista Elle. Allí fue compartiendo sus 'looks', dinámica que también incorporó en Instagram, donde suma más de dos millones y medio de seguidores. Así, a golpe de filtros y 'likes', Echevarría fue potenciando su identidad como un producto más allá de la interpretación. Sus consejos de vestimenta y belleza se fueron afianzando como referencia para un tipo de público y, eso mismo, se transformó en un valor añadido para su trabajo como actriz.

No es nada nuevo. Desde hace tiempo, las cadenas buscan para sus cabezas de cartel actores y actrices que también vendan fuera de la tele esas ficciones que protagonizan con ayuda del grado aspiracional que provocan en el público. Intérpretes con tirón en la conversación social y que son fáciles de colar en revistas y suplementos dominicales con reportajes en los que lucen su arte para posar, a la vez que promocionan las bondades de la serie de turno. Efectos colaterales, perfectos para promocionar mejor la tele. O eso parece.

Esta estrategia de marketing, que prioriza la fama del actor ante una multitud por encima de su talento para la interpretación, ahora se traduce en el número de seguidores y 'me gustas' que se recibe en aplicaciones como Instagram. La decisión final de un casting quizá no dependa tanto de la excelencia de la última audición como de quién cuenta con más 'followers'. Error, pues los seguidores no son sinónimo de amplificar los públicos televisivos. Y se demuestra constantemente.

Actrices como Úrsula Corberó tiene una influencia espectacular en redes sociales y, en cambio, la última gran apuesta que ha protagonizado, 'El árbol de la sangre', no ha conseguido arrastrar a ese público a las salas de cine. Lo mismo sucede con Paula Echevarría que ha sido fichaje estelar de Mediaset y su viralidad, de momento, no se traduce en audiencias. De hecho, su primera (mini)serie en Telecinco, 'Los Nuestros', que ha terminado esta noche ya es el primer fracaso de 2019.

Porque, al final, más importante que los seguidores es la fuerza de la historia. En 'Los Nuestros' no había historia. Ni con muchos 'likes' en Instagram existía la posibilidad de remontar la curiosidad por la ficción. Aunque tampoco Echevarría ha disparado la audiencia del 'Chester', cuando el domingo ha acudido a este espacio de Cuatro para ser entrevistada por la rapidez de reflejos de Risto Mejide. Ni tampoco aportó demasiado en la taquilla de 'Ola de Crímenes', película que coprotagonizó con Maribel Verdú y que es la producción de Telecinco Cinema con menos recaudación de los últimos años.

Las cadenas están aprendiendo a utilizar las redes sociales como escaparate promocional de su trabajo. Pero elegir a un actor para protagonizar una serie por su volumen de seguimiento en redes no es tan eficaz como parece.

'Microinfluencers'

Más importante que el número de 'followers' es la calidad e interés de esos seguidores. Ahí está la clave de la cuestión. Existen profesionales que no cuentan con cientos de 'likes' ni siquiera miles de cientos de seguidores, pero sí hacen partícipe a la gente de su trabajo. Entonces, esos seguidores van a ver el producto que realizan sin dudarlo y, por tanto, recomiendan ese contenido. Porque el público sí se siente involucrado en el proyecto.

A diferencia de otros casos, como en la situación de Paula Echevarría, en donde las redes sociales no van tan unidas al interés por sus esfuerzos interpretativos como a la inspiración de los trucos con los que alcanza su pretendida glamourosa vida. Como consecuencia, ese usuario ya tiene en las redes lo que busca. No necesita seguir su trabajo y es más infiel.

Las redes de Paula han crecido gracias a su visibilidad televisiva y la aureola del ensueño de las altas costuras de 'Velvet', pero no ha logrado construir en ellas lo más difícil y complicado de alcanzar: que los 'followers' sean más que 'followers' y se sientan cómplices de las fortalezas, debilidades, miedos y éxitos del esfuerzo del trabajo. Lo que propicia que los seguidores quieran ver el resultado de lo bueno, malo y regular que se ha compartido con ellos en el día a día de las redes sociales. Lo que propicia que, al final, se movilicen ante sus trabajos televisivos. 

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