La audiencia ha elegido 'Voy a quedarme' como canción que representará a España en Eurovisión. Ha sucedido en una gala que TVE ha emitido este sábado noche con su intérprete, Blas Cantó, como absoluto protagonista del prime time. Él, rodeado de artistas de primer nivel, como Vanesa Martín, Edurne o Pastora Soler, una de las mejores representantes españolas en el eurofestival. Lo que a priori parecía una buena idea: una noche musical más allá de los clichés de Eurovisión para animar a un público más generalista, que los fieles y peleones 'eurofans', a visionar un programa de entretenimiento. La música como protagonista.
Pero, al final, ha costado atraer la atención de la audiencia. En 'Destino Eurovisión 2021' ha faltado épica, el show ha transmitido silencio e improvisación. Desde las propuestas escénicas, a pesar de contar con un escenógrafo de renombre internacional -Marvin Dietmann- a lo irregular de la calidad de sonido. Con Blas perdiendo la petaca del pinganillo y todo. Cosas del directo. Aunque, cuidado, estas situaciones pueden crear un peculiar efecto dominó: Blas evidenciaba estar nervioso.
En tiempos de alta rivalidad televisiva y audiencias muy segmentadas, para destacar en una gala en la televisión en sábado noche es muy importante generar la épica de la emoción del espectáculo. Eso José Luis Moreno ya lo sabía. Por eso, llenaba su escenario de 'Noche de Fiesta' en La 1 de ballets y gente aplaudiendo, mucha gente aplaudiendo. Era la manera de dar esa sensación de fiesta apoteósica. Son otros tiempos y encima estamos inmersos en épocas de pandemia, así que lo de mucho público en el estudio es difícil. ¿Cómo suplirlo? En este caso, el programa ha intentado salvar la escaleta a través de una buena dosis del fantástico archivo de TVE y de la vida de Cantó. Interesante la propuesta de recordar sus grandes momentos con Teresa Rabal -la primera vez que representó a España, ya como niño- y buscar la sorpresa con el reencuentro con sus compañeras de 'Eurojunior'.
En este sentido, hay que destacar la apuesta del guion del programa de evitar presentar a todos los artistas y que algunos irrumpieran sorpresivamente en escena. Así, sin avisar. Una técnica que flexibiliza el show y rompe con lo previsible de la escaleta, además de intentar cazar el plano espontáneo de la reacción del propio Cantó. Lo que ha dotado de algo más de imprevisibilidad a la emisión.
Pero, por lo general, ha faltado euforia, modernidad y carácter. Los presentadores estaban demasiados encorsetados, surgiendo demasiados silencios incómodos. Pero lo relevante son las dos propuestas escénicas con las que Blas ha intentado generar expectación hacia Eurovisión. Lo bueno de los dos temas es que representan su personalidad. Lo malo es que todavía hay que trabajar mucho la historia que necesita contar 'Voy a quedarme' -no es suficiente unas luces de Navidad por el suelo- para entenderse a través de la televisión en el gran talent show de Eurovisión. Un festival que moviliza a la audiencia española y que debe encontrar un formato para arrastrar ese fervor de su final a los programas previos.
'Destino Eurovisión' ha cumplido su función: la de elegir la canción que deberá grabar Blas Cantó en ese mismo plató por si acaso el eurofestival no puede celebrarse en Rotterdam. Pero como dijo Yolanda Ramos en los minutos finales cuando regaló uno de los grandes instantes de la noche al aparecer por (otra) sorpresa vía skype en las grandes pantallas colocadas en el decorado: "eres un artista desde que te levantas hasta que te vas a dormir". Ramos emocionada transmitiendo la energía de la verdad que merece y necesita la televisión en directo de una gala que ha recordado que quizá debemos matar ya, por fin, entre todos, el término de gala y aprender más del tesoro que sustenta el fervor por 'Eurovisión': el espectáculo que surge de la búsqueda de la precisión de la creatividad audiovisual.
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