OPINION

Pedro Sánchez y el hotel de ‘El resplandor’

Susana Díaz y Pedro Sánchez en la Feria de Abril 2018
Susana Díaz y Pedro Sánchez en la Feria de Abril 2018
Cordon Press

Anthony Hopkins ha publicado un vídeo en el que pone caras. La gente se ha inquietado por el vídeo. La gente se inquieta tanto que dan ganas de mudarse a otro planeta. “Mucho trabajo y poca diversión hacen de Jack un tipo aburrido”, dice Anibal Lecter en alusión a la frase que escribía de manera compulsiva en su máquina de escribir Jack Torrance, el protagonista del ‘El Resplandor’. Kubrick consiguió en aquella obra que en adelante todas las puertas de los baños parecieran acuchilladas. Recuerdo la película y pienso en Pedro Sánchez, porque muchas cosas me recuerdan a Pedro Sánchez, pues es un camaleón de los significados. 

Todo remite a él, incluido el albornoz, el papel de plata y el balón de baloncesto. Hipnotiza a la manera de una lámpara de lava. Mucho trabajo y poca diversión hacen de Pedro Sánchez un tipo aburrido. Ferraz en enero es el hotel de ‘El Resplandor’. Pedro, de vez en cuando, entabla una animada charla con el camarero muerto y cree ver el triciclo que Susana -siempre tan desordenada- se ha olvidado en los pasillos. Sucede que en los últimos meses ha desarrollado un lado esotérico con más dimensiones que tres. Emprendió ese viaje cuando lo empujaron por el balcón de Ferraz y en lugar de caminar hacia la luz, se dio media vuelta.

Esta vida de secretario tan general y tan sin escaño lo desasosiega como un hotel sin huéspedes. Durante este año ha sobrevivido bajo el fuego cruzado del Susanato, de Pablo Iglesias ‘El malo’ y de Miquel Iceta. Resguardado en el salón de techos altos de socialismo, relata la novela de su vida. Empezó en ‘No es no’, pero se le torció el argumento. Desde entonces, aporrea una sola frase repetida mil veces: “No hay aparato. Mi único aparato es mi Peugeot 407”.

Susana Díaz y Pedro Sánchez en la Feria de Abril 2018
Susana Díaz y Pedro Sánchez en la Feria de Abril 2018. / Cordon Press

Un día apareció en aquel debate de Investidura en el Congreso de los Diputados morenísimo como el de de David Hasselhoff en ‘Vigilantes de la playa’ y después, todo fueron retales de este y otros inviernos. El silencio fue su retratista. Ahora que en los jardines de Moncloa florece la primavera con su deseo casi violento y Ciudadanos baila ya la canción del verano en las encuestas, Pedro ha salido a hacer cosas. A la primavera la gusta la gasolina. Ha decidido irse a la Alemania puigdemonizada a vender el progreso de la Europa unida. Ha empezado una frase con “Nosotros, el PSOE”, y da igual lo que venga después porque el comienzo es pura ‘impossiblia’. No hay un nos en el PSOE; solo hay aparato. A día de hoy, el suyo es un partido incapaz de pensar nada en su conjunto porque en la práctica no hay un conjunto.

En ese impulso de apuntarse al gimnasio, también le ha calentado el pico al profesor Gabilondo para pedir la moción de censura a Cifuentes en la Comunidad de Madrid y así retratar a Ciudadanos. Hasta ha viajado a Sevilla a pisarle los terrenos a Susana con un par de jarras de rebujito sin tapa. En la feria hay que comer mucho. Todavía no ha sacado al campo la expansiva sonrisa de Begoña, que agota el oxígeno de las fiestas como una llamarada. Sucederá pronto. Sánchez corre todos los balones. Pedro enfurecido, tiene algo de Jack en el laberinto armado con un hacha. Le queda bien hasta el invierno. Tiene muchas pieles, Pdr. Puede ser todas las cosas que uno quiera, menos feo.

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