OPINION

Cuando el frío es noticia... y la pobreza energética le acompaña

Fotografía de pobreza energética
Fotografía de pobreza energética
EFE

Hay noticias que son recurrentes año tras año. El sorteo de Navidad, el iluminado de las calles, la operación salida, el fin del curso escolar… Los especialistas en comunicación y política tenemos siempre marcados en rojo estos hitos en nuestro calendario.

No es que nos guste la monotonía y la rutina. Lo hacemos debido a la importancia que juegan estos acontecimientos para planificar una buena estrategia de medios. Evitamos así, en la medida de lo posible, la colisión entre una noticia que abre los telediarios, la operación salida, por ejemplo, con otras que tienen que “luchar” para entrar en la parrilla informativa.

Fotografía de pobreza energética
Llegan las rehabilitaciones exprés como solución al frío y la pobreza energética. / EFE

En ese calendario marcado en rojo aparece, año tras año, la pobreza energética. Siempre que el frío y la lluvia cobran protagonismo en el panorama meteorológico, los problemas que rodean la pobreza energética saltan a los medios de comunicación. No es un tema menor. Detrás de la realidad de los problemas que impiden que una familia pueda calentarse en invierno están las incapacidades de un país que no consigue solucionar un problema mayor. Es la combinación entre la energía social y la energía económica.

Desde que surgió el fenómeno de la pobreza energética, nuestro país ve como pasa el tiempo y no se crean mecanismos que atajen de raíz este problema. Establecemos herramientas de compensación a aquellas familias o individuos que sufren problemas para pagar la factura de la luz, pero esto no evita el problema. Más bien lo perpetúa. En lugar de establecer fórmulas para reducir el consumo o educar en temas energéticos, cubrimos el gap existente entre el coste real de la electricidad y el coste social de la misma. En cierta manera creamos “dependientes energéticos”. Una figura que, como muchas, es una especie originaria ibérica.

Para esto es importante analizar qué ocurre fuera de nuestras fronteras y observar otras maneras de afrontar este fenómeno para contribuir a su solución.

En 2014, publicamos “La pobreza energética: análisis y soluciones”. En este documento observábamos las prácticas que desde la Unión Europea se realizan para solventar la pobreza energética. Lo más importante es el hecho de que otros países, además de establecer un precio reducido para el cliente vulnerable, atajan el problema desde su origen.

Aquellos países que incluyen en su legislación una definición de pobreza energética, como, por ejemplo, Francia, Eslovaquia, Reino Unido e Irlanda, vinculan este concepto en la concepción urbanística y arquitectónica de sus ciudades y edificios. En este sentido, las medidas de rehabilitación de los hogares y construcción con base en aislamientos térmicos están en el listón innegociable y legal en el momento de adquisición o rehabilitación de una vivienda.

Los datos nos muestran que, con una buena construcción, la factura de la luz y calefacción puede reducirse en casi 400 euros al año gracias una calificación energética A. Esta sí sería una norma que afectaría por igual a todos los consumidores, independientemente de su vulnerabilidad y contribuiría de manera radical a reducir el consumo y, por lo tanto, la factura energética.

La segunda medida, también exclusiva de los poderes públicos, radica en el precio mismo de la luz. Evidentemente la composición de la factura eléctrica en España incluye tantos y tan variados conceptos que resulta del todo incomprensible incluso para los expertos. La “limpia” en la factura de la electricidad produciría un doble efecto.

En primer lugar –y de aplicación inmediata– provocaría un vuelco en la calificación de consumidores vulnerables que no destinarían un porcentaje tan elevado de sus ingresos a pagar su consumo energético. Sobre esta misma vía, dentro de los consumidores realmente afectados por la pobreza energética, se podría aplicar un IVA reducido basado en criterios únicamente de renta, en lugar de reflejar situaciones objetivas absurdas, como el hecho de ser o no familia numerosa, que en la actualidad beneficia también a rentas elevadas que no tienen problema alguno en afrontar su gasto energético.

Siendo verdad que esta medida sería polémica, no es menos cierto que estaría basada en criterios económicos y no únicamente políticos que, a menudo, son los causantes de crear un sistema ineficiente.

Desde el otro lado del problema, es también evidente que las empresas y proveedores de energía tienen una parte importante de la solución en sus manos. Las empresas no tienen responsabilidad con el nivel de rentas de las familias. Esto, que parece de Perogrullo, es esencial para establecer un sistema basado en criterios económicos en lugar de en causas políticas.

Las empresas tampoco, al establecerse un mecanismo de precios regulados, pueden influir en la totalidad del precio, por lo que su influencia real está al menos condicionada parcialmente. En su comparación con el resto de la Unión Europea, España cuenta con un precio de la energía por encima de la media del resto de países, pero tampoco está tan alejado de la misma, como se puede observar en el gráfico adjunto.

Las empresas europeas desarrollan estrategias proactivas para paliar los riesgos de la vulnerabilidad actuando exactamente sobre el pilar que mejor conocen: los consumidores.

En este sentido, en Gran Bretaña, las compañías suministradoras asumen obligaciones de mejora de eficiencia energética en los hogares de sus clientes domésticos. En Bélgica es posible acceder a auditorías energéticas gratuitas. Es especialmente interesante la figura del “tutor energético” que “ayudan a los consumidores a implementar medidas de eficiencia energética”. Incluso en países como Austria se crean oficinas para dar soluciones personalizadas a aquellos clientes que son considerados vulnerables por parte de las mismas compañías.

De nuevo en Reino Unido – todo un ejemplo en el tratamiento de esta situación – la Energy Retail Association (la UNESA británica) creó un canal telefónico gratuito de información para atender dudas a los consumidores y desarrolla constantemente campañas para mostrar el conjunto de posibles beneficios que ofrecen en función de la situación personal del consumidor.

En España se están dando pasos para estrechar esta relación existente entre compañía y consumidor, que a medio plazo también contribuirá a recuperar la imagen de un sector que afronta un grave problema de percepción e imagen por parte de la sociedad. 

Quizá la parte más interesante del trabajo del director de comunicación es cuando se convierte en periodista. Es imprescindible “vestir” la noticia y para ello hay que conocer no solo el funcionamiento de los medios. También requiere saber los gustos del espectador y tratar de convertir una noticia corporativa en una noticia de interés general. En las próximas semanas asistiremos a la aparición de cientos de situaciones de pobreza energética en los medios de comunicación, pero ya saben lo que se dice en las casas del Norte: “Winter is coming”, y de nuevo nos ha pillado sin el abrigo puesto.

Mostrar comentarios